Tras las huellas de un combate
Un recorrido por Alcorc¨®n para bucear en las causas de los altercados del fin de semana
-Hola, estoy buscando a mi fot¨®grafo ?Eres de El PA?S?
-No, el de El PA?S es aqu¨¦l.
Donde se?ala este hombre hay cuatro fot¨®grafos m¨¢s. En las calles del centro de Alcorc¨®n, la cantidad de periodistas supera a la de transe¨²ntes. En cada esquina, un vecino del barrio narra a las c¨¢maras de televisi¨®n los violentos desmanes del fin de semana. En los caf¨¦s no se habla de otra cosa. Por los alrededores del Ayuntamiento y en el Centro Joven, la polic¨ªa toma posiciones y les pide sus identificaciones a los menores de edad.
Y sin embargo, nada en esta tranquila ma?ana de martes permitir¨ªa sospechar que ¨¦ste fue el escenario de los violentos disturbios del fin de semana. Para hoy estaba anunciada una caza de inmigrantes latinos, pero s¨®lo han llegado algunos chavales, y ninguno de ellos parece especialmente feroz. Nada de pancartas nazis ni esv¨¢sticas. En una ciudad profusamente decorada con graffitis, ninguna pared hace alusi¨®n a los Latin Kings ni a ning¨²n grupo de extrema derecha. Hace a?o y medio, cuando un dominicano mat¨® a un joven en Villaverde, las paredes del barrio se llenaron de inmediato con emblemas del grupo ultranacionalista Democracia Nacional. Pero en el centro, de momento, la pintada m¨¢s claramente pol¨ªtica es una que acusa de asesinos a los comedores de carne. Est¨¢ en la pared de una carnicer¨ªa.
Al principio era una pelea de inmigrantes, y su motivaci¨®n no fue social, sino pasional
Nada en esta tranquila ma?ana permitir¨ªa sospechar que hubo violencia
"Voy a repartir hostias. Antes de que sufra mi madre, prefiero que sufra la suya"
De un d¨ªa para otro se han encontrado rodeados por grupos delictivos
Lo que empez¨® como un enfrentamiento entre bandas es una guerra ¨¦tnica
Se pasan el d¨ªa sentados en la plaza fumando porros, gritando
Es la paz despu¨¦s de la tormenta. Han quedado atr¨¢s las portadas de los diarios y las sobrecogedoras im¨¢genes televisivas en que turbas de adolescentes corr¨ªan ante los antidisturbios. En los siguientes d¨ªas, no se han registrado nuevos incidentes. Pero las escenas -que remit¨ªan de inmediato a las multitudes de inmigrantes que quemaban coches en Par¨ªs- han caldeado los ¨¢nimos y sembrado el miedo. Para hoy se ha convocado a una marcha "contra el racismo anti-espa?ol". La de esta jornada tambi¨¦n podr¨ªa ser la paz que precede a la tormenta.
Las im¨¢genes han impactado especialmente en los m¨¢s j¨®venes. Si los periodistas lo requieren, los chicos se cubren el rostro con los cuellos de los jerseys y las capuchas, levantan el pu?o amenazadores y gritan consignas contra las bandas de inmigrantes. Todos aseguran haber participado en los disturbios, y se sienten orgullosos de haber defendido el honor del barrio:
-Hubo marcha, t¨ªo -dicen-, y ahora vamos a por ellos.
-?Conoc¨ªas a Julio, el chico que acuchillaron?
-Claro, de toda la vida.
-?C¨®mo era ¨¦l?
-Un t¨ªo de puta madre, un chaval muy tranquilo que no hab¨ªa hecho nada.
-?De qu¨¦ color ten¨ªa el pelo?
Aunque todos est¨¢n de acuerdo en lo noble que era Julio, cada grupo entrevistado por separado recuerda su pelo de distinto color. La gama de respuestas oscila entre el rubio, el marr¨®n y el negro. Da lo mismo. Julio ya no es un chico m¨¢s. Para los adolescentes de Alcorc¨®n, se ha vuelto un s¨ªmbolo. Todos quieren haberlo conocido.
Los mayores se muestran menos entusiastas. Cuando conversan con los periodistas, el encabezado de sus relatos es siempre el mismo: "Yo no soy racista". Su principal preocupaci¨®n es que se confunda su preocupaci¨®n por la inseguridad con xenofobia. Buena parte de su preocupaci¨®n no proviene de su experiencia personal, sino de los medios de informaci¨®n. En la calle de Polvoranca, una vecina de unos 50 a?os explica mientras pasea a su perro:
-Si los inmigrantes vienen a trabajar, todo bien. Pero cuando delinquen, eso no se puede aguantar.
-?Conoces usted a alg¨²n inmigrante?
-Claro, mis vecinos de arriba y los de al lado son ecuatorianos y chinos. Son gente estupenda. El problema no son ellos.
-?Alguna vez la ha asaltado alg¨²n inmigrante?
-No.
-?Entonces c¨®mo sabe que los inmigrantes delinquen?
-Pero bueno ?Usted no lee los peri¨®dicos?
Como esta mujer, mucha gente ha elevado un muro entre los inmigrantes de carne y hueso que conocen y su idea de los inmigrantes en abstracto: los inmigrantes del barrio y los del peri¨®dico.
La f¨¢brica de 'skinheads'
Para muchos de los 175.000 pobladores de Alcorc¨®n, los medios de prensa han sido la principal fuente de informaci¨®n sobre los disturbios del fin de semana. De un d¨ªa para otro, se han encontrado rodeados por organizaciones delictivas con nombres como Los M¨¢s Cabrones, Los Destructores o Graffiti in City.
Alrededor del Centro Joven de Alcorc¨®n, donde comenzaron las palizas del s¨¢bado, todos los chicos dicen formar parte de alguna banda, y cuentan todo tipo de leyendas. Hablan de una banda de negros. Explican que hay bandas de s¨®lo tres personas. Sin embargo, no son bandas pol¨ªticas de extrema derecha. Ninguno de ellos ostenta simbolog¨ªa nazi, o proclama su pertenencia a alguna agrupaci¨®n fascista. Sus actividades son m¨¢s sencillas. Seg¨²n una funcionaria del Centro Joven, sus entretenimientos cotidianos son los siguientes:
-Se pasan el d¨ªa sentados en la plaza fumando porros. A veces entran y montan un foll¨®n. Gritan o se mean. Hace unos d¨ªas, uno subi¨® a mearse en el segundo piso. Siempre los echamos sin consecuencias pero luego regresan, cuando se aburren.
Aunque hasta ahora fuesen s¨®lo grupos de macarras, son el caldo de cultivo perfecto para los ultras de todo sello. Tras los sucesos de la semana pasada, los verdaderos extremistas han puesto los ojos en Alcorc¨®n. Y sus ¨®rganos de difusi¨®n han llamado a la rebeli¨®n. La p¨¢gina web del grupo Espa?a 2000 exige "la expulsi¨®n de todos los inmigrantes ilegales... acosando, si fuera preciso a este tipo de personas". En el extremo opuesto est¨¢n de acuerdo. En el foro del Red & Anarchist Skinheads de Madrid, un participante advierte que los Latin Kings son "gente muy peligrosa", otro los acusa de "manchar la inmigraci¨®n", y un tercero los compara con los nazis, por su racismo. De vuelta en el chat ultranacionalista, algunas voces claman para que los skins de ambos lados superen sus diferencias y se unan ante la plaga.
-Punkis y fachas juntos por primera vez en la vida. Si es la hostia -comenta Javi (nombre supuesto), un espa?ol con pendientes en ambas orejas y un perro de pelea pitbull. Bebe un trago de cerveza de una litrona oculta en una bolsa, y a?ade:
-Que se larguen los latinos todos a su pa¨ªs. Les cobraban a los chavalitos por usar los campos deportivos p¨²blicos. ?T¨² crees que yo no he asaltado a nadie? Yo he estado preso -y como evidencia me muestra las cicatrices de sus brazos-. Pero nunca me he metido con los chavalitos.
-?Vas a ir a la manifestaci¨®n del s¨¢bado? -pregunto.
-Claro, t¨ªo, a repartir hostias. Antes que sufra mi madre, prefiero que sufra la suya. Anota eso. Y anota tambi¨¦n que prefiero que me lleven tabaco a la c¨¢rcel que flores a la tumba.
-Vale.
-?Esto va a salir en el peri¨®dico?
-S¨ª.
-?Y cu¨¢nto me pagas por un v¨ªdeo del domingo tomado con un m¨®vil?
Seg¨²n la psicoanalista Ana Ram¨ªrez, que forma parte de un grupo de investigaci¨®n sobre j¨®venes de la zona con problemas de integraci¨®n, los skinheads capitalizan el descontento de gente como Javi. Seg¨²n ella, "muchos j¨®venes encuentran en la violencia el modo de hacerse un lugar en una sociedad que los rechaza". Los ultras simplemente le dan un sentido a esa violencia, la convierten en una especie de acto noble.
En realidad, el enfrentamiento del fin de semana ni siquiera empez¨® como un choque ¨¦tnico. Al principio era una pelea entre inmigrantes, y su motivaci¨®n no fue social sino pasional. El primer acto de violencia fue el asalto a la casa de dos dominicanos, en el 9 de la calle Sierra de Pe?alara. Los agresores apedrearon la puerta y gritaron insultos durante toda la tarde. Pero el organizador del asalto no fue un espa?ol, sino otro dominicano.
De hecho, los agresores tampoco eran exclusivamente espa?oles. Entre las bandas que se ofrecen a los periodistas para hacerse fotos, hay un chico negro. Entre los adolescentes que se re¨²nen en el Centro Joven hay algunos latinos. El bar en que se re¨²nen Javi y sus amigos con el pitbull es propiedad de un marroqu¨ª y es atendido por una ecuatoriana que asegura "nunca haber tenido ning¨²n problema".
El director del Instituto de Educaci¨®n Secundaria La Arboleda, Mario Glaser, admite que en Alcorc¨®n hay grupos de chicos conflictivos. Sin embargo, considera que su origen no es determinante:
-A partir de los 16 a?os deja de ser obligatoria la asistencia a clases. Muchos muchachos deciden abandonar la educaci¨®n y buscar trabajo, y si no lo encuentran, terminan pas¨¢ndose el d¨ªa entero en las plazas. Los inmigrantes, debido a su situaci¨®n econ¨®mica, son m¨¢s propensos a verse en esa situaci¨®n, pero no es exclusiva de ellos.
-No somos racistas -dice uno de los chicos del Centro Joven-. Si hay que defender a un colega, se le defiende. No importa de d¨®nde venga.
El chico tiene un ojo morado, aunque asegura que se lo hizo "en otra movida, el viernes, quiz¨¢ el mismo s¨¢bado, no me acuerdo". Sin dejar de liarse un porro, narra la respuesta de los amigos de los dominicanos despu¨¦s del ataque a la casa de Pe?alara. Seg¨²n su historia, como treinta o cuarenta pandilleros surgieron del parque armados con catanas y navajas, y se abalanzaron sobre ellos. Destrozaron una moto y le abrieron la cabeza a un espa?ol con una botella. Otro espa?ol -Julio- ech¨® a correr para refugiarse en la cafeter¨ªa del centro. Cuando iba a cruzar la puerta, recibi¨® seis pu?aladas por la espalda.
-?Todos los que llegaron a la plaza eran latinos? -le pregunto al del ojo morado.
-Claro, t¨ªo, eran los Latin Kings.
-?Pudiste distinguirlos en la confusi¨®n? ?C¨®mo sabes que eran los Latin Kings?
-Porque eran.
La situaci¨®n hasta este momento es muy confusa. Las ¨²nicas fuentes que atestiguan la llegada de una banda exclusivamente de latinos son los chicos del Centro Joven. Los asaltantes podr¨ªan haber sido, como hasta entonces, un grupo mixto. Pero al d¨ªa siguiente, convocada mediante sms, se desat¨® la caza de inmigrantes.
El caldo de cultivo
Las im¨¢genes del domingo no s¨®lo cubrieron los hechos, sino que generaron miedo y, por lo tanto, m¨¢s violencia. Desde el d¨ªa siguiente, por miedo a las palizas, varios inmigrantes faltaron a sus escuelas. La madre de los dominicanos, Patria Figuereo, est¨¢ escondida y amenazada de muerte, al igual que la novia embarazada de unos de sus hijos. La camarera ecuatoriana de la cafeter¨ªa del Centro Joven tambi¨¦n ha sido amenazada. Un adolescente le advirti¨®:
-?Ves lo que les pasa a los inmigrantes? Ten cuidado, tambi¨¦n te puede pasar a ti.
El chico no tom¨® en cuenta que esa camarera fue quien atendi¨®, refugi¨® y salv¨® la vida precisamente a su h¨¦roe Julio.
El profesor Mario Glaser ha percibido la excitaci¨®n que produce la exposici¨®n a la prensa, un fen¨®meno que denomina "El Gran Hermano urbano". Seg¨²n Glaser, los adolescentes m¨¢s necesitados de atenci¨®n han encontrado una manera de afirmarse ante los dem¨¢s:
-El lunes siguiente a los disturbios, un chico se escap¨® del colegio. La polic¨ªa lo detuvo en la esquina, le pidi¨® su identificaci¨®n y lo devolvi¨®. De inmediato, se convirti¨® en un objeto de admiraci¨®n para sus compa?eros: hab¨ªa tenido un "enfrentamiento" con la polic¨ªa.
-?Y qu¨¦ pasa con las relaciones interraciales en el instituto?
-No se han deteriorado. Los chicos distinguen entre los inmigrantes de su aula y "los otros". S¨®lo odian a los que no conocen.
Para la psicoanalista Ana Ram¨ªrez, los j¨®venes se han vuelto m¨¢s sensibles que nunca a la influencia medi¨¢tica:
-Ellos crecen en una ¨¦poca que ha reemplazado los sistemas de valores por im¨¢genes. Aparecer en los medios de comunicaci¨®n es sin¨®nimo de ¨¦xito. Y esta semana, quiz¨¢ por primera vez en la historia, Alcorc¨®n est¨¢ en todos los medios. Eso les inspira una gran fascinaci¨®n.
-?Con esto pueden convertirse en racistas aunque no lo fueran?
-Los j¨®venes est¨¢n construyendo su identidad. Y la identidad se construye por oposici¨®n al que es diferente. Si la sociedad estigmatiza la diferencia racial, los chicos la percibir¨¢n como una amenaza.
Los adultos tambi¨¦n son sensibles a este clima de opini¨®n. El colombiano Jorel (nombre supuesto) trabaja en una empresa inmobiliaria de Alcorc¨®n. Algunos clientes no quieren que ¨¦l los atienda. A veces, siente un inc¨®modo silencio cuando entra al vag¨®n del metro. En cierta ocasi¨®n escuch¨® que alguien susurraba extra?ado: "Mira, un inmigrante vestido de traje". Para Jorel, ese racismo soterrado se siente tambi¨¦n en la cobertura medi¨¢tica de los fen¨®menos:
-La prensa espa?ola es mucho m¨¢s sensible ante un espa?ol que ante un inmigrante. Hace m¨¢s de un a?o se produjeron grandes peleas en M¨®stoles entre los Latin Kings y los ?etas, que ah¨ª llevan a?os organizados. Hubo incluso un muerto. Pero no tuvo la repercusi¨®n de esto, ni mucho menos sali¨® en la portada de todos los diarios. Para que una reyerta les interese a los medios, tiene que pasarle algo a un espa?ol.
Jorel tiene miedo de lo que ocurra el fin de semana. Prev¨¦ que si hay violencia contra los inmigrantes, ellos reaccionar¨¢n de la misma forma. En ese caso, si no hab¨ªa bandas de Latin Kings en Alcorc¨®n, ahora se crear¨¢n. Y si las hab¨ªa, se reforzar¨¢n. Jorel concluye:
-Si llegase a haber una batalla campal entre espa?oles e inmigrantes, mejor que no la ganen los latinos, porque ser¨ªa mucho peor: lo que hasta ahora son prejuicios inofensivos se convertir¨ªa en un odio generalizado contra nosotros.
En efecto, un polic¨ªa que patrulla la zona del centro en el turno de la noche advierte:
-La violencia de Alcorc¨®n siempre ha estado concentrada en el pol¨ªgono Urtinza, donde hay reyertas cada dos por tres, algunas peores que la del domingo. Tambi¨¦n en el centro, los fines de semana, hay incidentes debidos a los bares y la venta de drogas. En esos problemas participan todos: magreb¨ªes, latinoamericanos y espa?oles. Pero la gente se cree que todo lo hacen los inmigrantes.
-?Pero no hab¨ªa hechos concretos? ?Es verdad, por ejemplo, que los latinos se apropiaban de los campos deportivos?
-Igual s¨ª, pero nadie lo denunci¨® a la Polic¨ªa Municipal. Si nos lo hubieran dicho, habr¨ªamos intervenido.
Lo que comenz¨® como un enfrentamiento entre peque?as bandas se ha convertido en una guerra ¨¦tnica. La tensi¨®n en la atm¨®sfera, la juventud de los implicados y la espectacularidad medi¨¢tica pueden haberla atizado. Los que ocurra este fin de semana en Alcorc¨®n ser¨¢ decisivo para saber hasta d¨®nde ha anidado el odio.
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