Nostalgia de aquel Berl¨ªn

Cree Ute Lemper que Berl¨ªn le supon¨ªa hoy un shock, por el gran cambio de la ciudad desde los a?os de la guerra fr¨ªa a los posteriores a la ca¨ªda del Muro. La cantante propuso en el Real un viaje interior, con Berl¨ªn de equipaje, a lo largo del ¨²ltimo siglo. Ella misma hac¨ªa de anfitriona subrayando aspectos de inter¨¦s, buscando un clima de confidencialidad al que los decorados de tuber¨ªas de Alfons Flores utilizados en la puesta en escena de Bieito para Wozzeck no favorec¨ªan en absoluto e incluso dilu¨ªan el tono de naturalidad. Fue una equivocaci¨®n tremenda por el efecto de distanciamiento producido.

Pero Lemper, que tiene oficio para regalar, fue poco a poco consiguiendo que la palabra y la m¨²sica se impusiesen al artificio, y que la nostalgia de aquel Berl¨ªn de entreguerras -con sus contradicciones, la f¨¦rtil uni¨®n de m¨²sicas cultas y populares, el intento de acercamiento de clases sociales y el temor ante unas coyunturas pol¨ªticas que llevaban a enfrentamientos b¨¦licos y destrucci¨®n- fuese apoder¨¢ndose de la sala madrile?a con el firme apoyo de los Kurt Weill y otros compa?eros de aventuras no solamente est¨¦ticas.

Los fantasmas de Berl¨ªn fueron mostr¨¢ndose, desde Lilli Marleen a Lola o Mackie el Navaja, algunos procedentes del cabaret; otros, del teatro musical o de la m¨²sica incidental. Acab¨® la tarde con final feliz, porque lo que la se?ora Lemper no cantaba en su integridad lo iba introduciendo en popurr¨ªs, y as¨ª todos contentos por el viaje evocador, con la memoria de compa?era activa. El grupo musical compuesto por piano, guitarra, contrabajo y bater¨ªa fue espl¨¦ndido. Ute Lemper dio una lecci¨®n de teatralidad, de saber c¨®mo comportarse sobre un escenario. Tambi¨¦n supo mostrar en ella misma las contradicciones que tanto le preocupan de Berl¨ªn.