Desencuentros en la tercera hora
La reciente aprobaci¨®n del Real Decreto 1513/2006, por el que se establecen las ense?anzas m¨ªnimas de la Educaci¨®n primaria, ha armado un considerable revuelo en Catalu?a. Seg¨²n se deduce de este Real Decreto, a partir de ahora las escuelas de primaria de Catalu?a deber¨¢n impartir la asignatura de lengua castellana a raz¨®n de tres horas semanales, en lugar de las dos que eran habituales hasta este momento. ?Por qu¨¦ el Ministerio dirigido por Mercedes Cabrera ha optado por forzar este cambio de criterio? Y, sobre todo, ?por qu¨¦ en Catalu?a ha suscitado tanto rechazo la llamada "tercera hora"?
En una entrevista publicada por El Peri¨®dico el pasado 13 de diciembre le preguntaron a la ministra a qu¨¦ obedec¨ªa la nueva regulaci¨®n. Con sintaxis ministerial, Cabrera respondi¨®: "Se est¨¢ tratando de que sirva para asegurar que el biling¨¹ismo, que es una riqueza de la educaci¨®n, quede garantizado". La ministra ven¨ªa a sugerir, pues, que con el sistema de las dos horas semanales el biling¨¹ismo no queda garantizado en Catalu?a, en el sentido de que los alumnos catalanes no alcanzan un conocimiento suficiente del castellano. Sin duda alguna, se trata de una sugerencia audaz, viniendo como viene de la responsable del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia. De la Secretar¨ªa General de Educaci¨®n del Ministerio depende el Instituto de Evaluaci¨®n, anteriormente denominado Instituto Nacional de Evaluaci¨®n y Calidad del Sistema Educativo. Dicho Instituto se dedica, entre otras cosas, a calibrar las competencias ling¨¹¨ªsticas de los alumnos espa?oles.
Pues bien, seg¨²n los datos del Instituto de Evaluaci¨®n, en el a?o 2003 la competencia global en lengua castellana de los alumnos de primaria de Catalu?a, calculada como porcentaje de aciertos en una prueba espec¨ªfica, era la misma que en el conjunto de Espa?a: el 65%. La glosa que hac¨ªa de los resultados un informe posterior del Consejo Superior de Evaluaci¨®n del Sistema Educativo de Catalu?a es tan di¨¢fana como trivial: "Los resultados globales en lengua castellana que se obtienen en el conjunto de Espa?a son iguales que los que se obtienen en Catalu?a". Tan iguales que no hay ni siquiera un punto de diferencia, como en matem¨¢ticas, donde los espa?oles "ganaban" por la m¨ªnima (58 a 57) a los catalanes. A la luz de estos datos se impone la conclusi¨®n de que el af¨¢n armonizador de la ministra ha pesado m¨¢s en la nueva regulaci¨®n que una necesidad real de garantizar un biling¨¹ismo que, por lo que respecta al castellano, no est¨¢ precisamente en peligro.
Pero acaso lo m¨¢s grave de este asunto no sea el hecho de que la ministra saque conclusiones pol¨ªticas err¨®neas de los estudios que su mismo Ministerio realiza, ni el poco tacto que ha tenido con el Gobierno de Jos¨¦ Montilla y su flamante consejero de Educaci¨®n, Ernest Maragall, que se enter¨® por la prensa de la iniciativa ministerial, aunque Cabrera mantuviera en la entrevista antes citada que en la gestaci¨®n del Real Decreto "no hab¨ªa habido ocultaci¨®n en ning¨²n momento". Lo m¨¢s grave de este asunto es el desencuentro en lo ling¨¹¨ªstico entre Espa?a y Catalu?a que ha puesto de relieve una vez m¨¢s el incidente de la tercera hora.
Por parte catalana, el incidente de la tercera hora ha desencadenado un nuevo episodio de hispanofobia ling¨¹¨ªstica. Ciertamente, en contra de la iniciativa ministerial se han aducido datos como los del antiguo INECSE, y tambi¨¦n se ha hablado largo y tendido de la invasi¨®n de competencias auton¨®micas que supone el Real Decreto 1513/2006, pero en m¨¢s de una ocasi¨®n, bajo argumentos pedag¨®gicos y pol¨ªticos irreprochables, ha asomado un rechazo genuino a ampliar las prerrogativas de la lengua castellana en el sistema educativo de Catalu?a -un rechazo, en definitiva, a la lengua castellana per se-. Aqu¨ª se nos ocurre un experimento mental. ?Qu¨¦ hubiera sucedido si el Real Decreto hubiera impuesto una hora m¨¢s de lengua extranjera, lo cual hubiera supuesto autom¨¢ticamente una hora menos de lengua catalana o de clases en catal¨¢n? Nuestra hip¨®tesis es que el revuelo, de haberlo habido, hubiera sido sensiblemente menor. Cuesta imaginarse a CiU, por ejemplo, impulsando mociones en los ayuntamientos catalanes para rechazar una hora m¨¢s de ingl¨¦s. O quiz¨¢s el experimento no es tan mental: el documento program¨¢tico del actual Gobierno de la Generalitat dice que Catalu?a debe ser un pa¨ªs triling¨¹e "con el ingl¨¦s como terceralengua", y por ello anuncia m¨¢s horas de ingl¨¦s para los alumnos; de hecho, el consejero de Educaci¨®n de la Generalitat acaba de anunciar un plan de choque para el curso pr¨®ximo para elevar la competencia en ingl¨¦s de los alumnos, un plan que prev¨¦, entre otras medidas, impartir asignaturas en ingl¨¦s ya desde la ense?anza primaria. No parece que los defensores a ultranza del statu quo ling¨¹¨ªstico-escolar anden muy preocupados ante semejante perspectiva, aunque lo cierto es que si lo del pa¨ªs triling¨¹e va en serio el catal¨¢n va a tener que ceder al ingl¨¦s algo m¨¢s que una hora de clase en primaria. En todo caso, la pregunta es obvia: ?por qu¨¦ muchos catalanes est¨¢n dispuestos a aceptar asignaturas en ingl¨¦s y rechazan sin piedad una triste hora m¨¢s de castellano? La raz¨®n es que muchos catalanes, acaso influidos por los que se han dedicado y todav¨ªa se dedican a politizar las lenguas, ven al castellano como una lengua ajena a Catalu?a, por no decir directamente enemiga, y profesan esl¨®ganes tan controvertibles como "antes ingl¨¦s que castellano". El tripartito habr¨¢ de poner todo su empe?o en rectificar esta percepci¨®n. Y en ese empe?o va a resultar clave la actitud de ERC, que con su promesa de despolitizar la lengua catalana acaso ha confesado su fecunda tarea anterior de politizaci¨®n. El pasado 17 de enero el presidente de ERC, Josep Llu¨ªs Carod-Rovira, en su condici¨®n de vicepresidente de la Generalitat, compareci¨® ante el Parlamento de Catalu?a para decir algo que no suelen decir los dirigentes de ERC: "El castellano ha devenido un elemento estructural de la sociedad catalana pr¨¢cticamente desde los inicios del siglo XX y forma parte de la realidad catalana de comienzos del siglo XXI". Y por si hab¨ªa dudas sobre el sentido de sus palabras, remach¨® as¨ª la frase: "Es una realidad que todos debemos asumir". Con esta declaraci¨®n, Carod no hac¨ªa otra cosa que suscribir lo que el PSC, no siempre bien comprendido, ha postulado siempre; hay un extraordinario parecido entre lo dicho por Carod y lo que se puede leer en el ¨²ltimo documento sobre pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica de la Fundaci¨® Rafael Campalans, el think tank de Montilla: "La presencia del castellano es un hecho estructural de la sociedad catalana desde hace mucho tiempo. El castellano forma parte de la realidad catalana". A Carod s¨®lo le falt¨® a?adir lo que el documento del PSC proclama sin ambages: "El castellano es, as¨ª pues, una lengua de Catalu?a". El castellano (todav¨ªa) no es una lengua propia de Catalu?a, pero empiezan a ser irremediablemente marginales los recalcitrantes que todav¨ªa disputan la realidad de su indudable e irreversible implantaci¨®n social.
Si en Catalu?a incluso los que parec¨ªan m¨¢s reacios a hacerlo est¨¢n en el camino de reconciliarse con un elemento/hecho estructural de la sociedad catalana tan indiscutible como es la lengua castellana, en Espa?a har¨ªan falta gestos sim¨¦tricos respecto de un elemento/hecho estructural tan indiscutible de la sociedad espa?ola como son las lenguas diferentes del castellano. Hoy por hoy, garantizar el biling¨¹ismo en las comunidades aut¨®nomas con lengua propia no pasa por introducir m¨¢s horas de castellano en las escuelas, porque el castellano no las necesita, sino por asegurar que todos los alumnos de esas comunidades, sin excepci¨®n, alcancen un conocimiento verdaderamente suficiente de la lengua propia correspondiente. Y, sobre todo, que tengan oportunidades para ejercitar ese conocimiento fuera del entorno escolar. El documento del PSC antes citado se?ala con ¨¦nfasis un punto d¨¦bil capital en su diagn¨®stico sobre la situaci¨®n ling¨¹¨ªstica en Catalu?a: los miles de j¨®venes que viven al margen de la lengua catalana, a pesar de haberla "aprendido" en la escuela, gracias a la t¨¦cnica de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica. Que Catalu?a siga siendo biling¨¹e, y en definitiva que Espa?a preserve su insustituible patrimonio ling¨¹¨ªstico, pasa por facilitar la presencia del catal¨¢n en el entorno habitual de esos j¨®venes (el mundo laboral, el ocio, las nuevas tecnolog¨ªas y los productos audiovisuales). M¨¢s all¨¢ de escaramuzas sobre las horas de castellano en la ense?anza primaria, eso es lo que deber¨ªa preocupar a un Gobierno espa?ol verdaderamente comprometido con la diversidad ling¨¹¨ªstica de Espa?a.
Albert Branchadell es profesor de la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona y presidente de Organizaci¨®n por el Multiling¨¹ismo.
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