La evoluci¨®n del trazo espa?ol
Despu¨¦s de una historia que le neg¨® el espacio a los creadores de novela gr¨¢fica de Espa?a, el ¨²ltimo lustro ha empezado a mostrar el potencial de sus autores. Temas variados, firmeza narrativa y mundos originales.
Apuestan por tratamientos ¨ªntimos o po¨¦ticos de la historieta, precedidos por la firmeza narrativa y los mundos personales
Ser¨¢ porque la historia cultural pesa, y la nuestra estuvo controlada y cautiva entre 1939 y 1975. Ser¨¢ porque el nuestro en un mercado mim¨¦tico, importador de formatos y de t¨ªtulos. Ser¨¢, como consecuencia de ello, porque en estos ¨²ltimos veinte a?os el autor espa?ol no encuentra espacio en su propia industria; el caso es que el concepto contempor¨¢neo de novela gr¨¢fica no aparece, firmada por autores del pa¨ªs, hasta fechas muy recientes. Es obvio que la tradici¨®n manda, y esa tradici¨®n quiso que fueran la revista peri¨®dica y el cuadernillo las formas de edici¨®n connaturales a la historieta de autor¨ªa aut¨®ctona, al menos hasta los a?os setenta y aun, en el caso de las revistas, durante la d¨¦cada de los ochenta.
De hecho, habr¨¢ que esperar hasta 1970, a?o en el que Ediciones Doncel publicar¨ªa los primeros ¨¢lbumes de c¨®mics, recopilaciones de series vistas previamente en su revista Trinca, como Haxtur (V¨ªctor de la Fuente) o Manos Kelly (Antonio Hern¨¢ndez Palacios). Poco despu¨¦s, de nuevo como recopilaci¨®n, aparecen en 1975 y 1977 dos obras de Carlos Gim¨¦nez que por la madurez de sus contenidos y por tratarse de lectura para adultos s¨ª anticipan el esp¨ªritu de las novelas gr¨¢ficas: Hom y Paracuellos. Lentamente, el ¨¢lbum o libro de c¨®mics encuentra su espacio en el todav¨ªa precario mercado espa?ol de la historieta para adultos, especialmente gracias a la recuperaci¨®n de obras inicialmente publicadas en Italia, como Aghardi y Mara, de Enric Si¨® (Nueva Frontera, 1980) o a las excelentes ediciones de la editorial vasca Ikusager, con t¨ªtulos como El Cid (Palacios, 1981) o Argelia (Felipe H. Cava, Luis Garc¨ªa y Adolfo Usero, 1981). Entre los a?os ochenta y noventa, el ¨¢lbum, b¨¢sicamente como reedici¨®n de obras prepublicadas en revistas, es moneda corriente en un mercado que parece haberse recuperado parcialmente.
Pero el modelo de novela gr¨¢fica sigue sin aparecer. Alg¨²n peque?o atisbo nos llega desde las singulares ediciones de peque?os libros en tapa dura de Arrebato Ediciones, como El carnaval de los ciervos (1984), de Max, autor consagrado en la revista El V¨ªbora. La crisis de los a?os noventa, al menos la crisis de producciones de autores del pa¨ªs, frena cualquier posible iniciativa, aunque fuera precisamente en 1998 cuando Max, de nuevo, alentado por las caracter¨ªsticas del formato y ambicioso en sus objetivos, publica en El V¨ªbora por entregas el largo relato El prolongado sue?o del Sr. T, que ser¨ªa editado posteriormente, ahora s¨ª, en formato de novela gr¨¢fica. El comic-book estadounidense, primero, y el manga, despu¨¦s, copan quioscos y librer¨ªas especializadas, hasta que llega el ¨¦xito de, otra vez, el importado modelo de la novela gr¨¢fica.
Pr¨¢cticamente desaparecidas
las revistas, el autor espa?ol encontrar¨¢ en estos ¨²ltimos cinco a?os en la novela gr¨¢fica o, en su defecto, en el ¨¢lbum, un espacio para su creatividad. Es, adem¨¢s, el momento para recibir a una nueva generaci¨®n de autores, m¨¢s concentrados en la historieta personal pero obligados a crecer profesionalmente en un tipo de edici¨®n arriesgada; no hay tiempo para madurar, y un fracaso puede significar problemas para volver a publicar. A pesar de ello, la novela gr¨¢fica nos descubrir¨¢ talentos como los de Luis Dur¨¢n o Santiago Valenzuela, dos de los autores m¨¢s prol¨ªficos en este terreno, al tiempo que permitir¨¢ la consolidaci¨®n de peque?as editoriales independientes (Astiberri, De Ponent, Sinsentido) cuyos cat¨¢logos asumen de forma natural la novela gr¨¢fica.
De estilos personales, con una mayor o menor solidez narrativa, estos ¨²ltimos a?os han vuelto a demostrar el potencial art¨ªstico de la historieta espa?ola, con nombres como Alberto V¨¢zquez, David Rub¨ªn, Ferm¨ªn Sol¨ªs, Lorenzo G¨®mez, Andr¨¦s G. Leiva, Ken Niimura, Jali, Jorge Garc¨ªa, Fidel Mart¨ªnez, Sandra Uve o Pablo Auladell. Todos ellos apuestan por tratamientos ¨ªntimos o po¨¦ticos de la historieta, precedidos, como hemos apuntado, por la firmeza narrativa y los personales mundos de Dur¨¢n y Valenzuela. Hay, tambi¨¦n, espacio para la historieta de g¨¦nero tratada con ¨¢nimo renovador, como es el caso de Kenny Ruiz, Sergi ?lvarez, Sagar Forni¨¦s, V¨ªctor Santos, Javier de Isusi o Pedro Rodr¨ªguez. Algunos autores de generaciones anteriores han visto reeditada su obra, siempre en formato de ¨¢lbum, mientras otros han apostado decididamente por la novela gr¨¢fica, como Carlos Gim¨¦nez (Barrio 2 y 3), Miguel Gallardo (Un largo silencio), ?ngel de la Calle (Modotti: una mujer del siglo XX), Pere Joan (Azul y ceniza) o Laura y Antonio Altarriba (Amores locos).
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