Quique pilla a Aguirre desprevenido
El Valencia se repliega y remata con dos goles de Morientes al contragolpe al Atl¨¦tico, que desperdicia su mayor posesi¨®n
Hac¨ªa varias semanas que Quique sab¨ªa c¨®mo hab¨ªa de jugarle al Atl¨¦tico para ganarle: a la contra. As¨ª planific¨® el encuentro durante la semana. Y as¨ª le sali¨® ayer en Mestalla. A pedir de boca, tras la jerarqu¨ªa de Albelda en el centro del campo, la habilidad de Villa y de Vicente para buscar la espalda de la zaga atl¨¦tica, y la voracidad recobrada de Morientes para remachar. Ante eso, el Atl¨¦tico se qued¨® patidifuso, con el bal¨®n entre las botas y algunos agujeros en el centro de su defensa. Sin noticias de Ag¨¹ero y apenas algunos balbuceos de Torres, sometidos a la implacabilidad de Albiol y Ayala.
Mientras Carboni sigue pidiendo informes m¨¦dicos sobre Ayala para renovarle, el central argentino se eleva varios palmos sobre la defensa rival y cabecea con la majestuosidad que le caracteriza. A gol, naturalmente. As¨ª ha sido en sus dos ¨²ltimas citas en Mestalla, como la mejor manera de decir ante su gente que quiere quedarse a pesar de la negativa del presidente. O precisamente por eso. Claro que, visto desde la ventanilla atl¨¦tica, ?qui¨¦n le dio esos dos metros dentro del ¨¢rea a uno de los mejores cabeceadores del campeonato? El tipo de despistes que irritan sobremanera a los entrenadores.
El Valencia le cedi¨® premeditadamente la iniciativa al Atl¨¦tico, que acept¨® el guante con generosidad. Tuvo el bal¨®n el cuadro madrile?o y lo manej¨® con gusto siempre y cuando pasara por los pies de Jurado, a quien se le exige que adquiera m¨¢s protagonismo. Aguirre trat¨® de aprovechar la motivaci¨®n de Mista en su vuelta a casa y lo dispuso por detr¨¢s de Torres y Ag¨¹ero, lo que significaba un m¨ªnimo de tres atacantes por tacada.
Ca?izares se pas¨® de frenada en un c¨®rner que cabece¨® Pablo y que Albelda sac¨® bajo palos y, a partir de entonces, el meta internacional qued¨® pegado a la l¨ªnea de gol con pegamento. Ca?izares pas¨® una mala noche ante el amenazante poder¨ªo a¨¦reo madrile?o, que siempre dio la sensaci¨®n de poder marcar de cabeza. Mucho m¨¢s improbable resultaba a pelota corrida, pues Albiol y Ayala cerraron casi todas las v¨ªas de acceso a Torres y Ag¨¹ero. M¨¢s activo anduvo Mista, en posici¨®n de media punta, donde recuper¨® la punter¨ªa que le ha faltado en todo el curso.
Consciente del afilado contragolpe del conjunto de Aguirre, especialmente fuera de casa, Quique mand¨® a sus hombres replegarse a toda vela. De manera que siempre hubiera al menos seis jugadores cubriendo las espaldas: las cuatro defensas m¨¢s los dos medio centros defensivos (Marchena y Albelda). Los dos barrieron a destajo, se?al de que el juego pasaba m¨¢s tiempo en las botas de los atl¨¦ticos que en las de los valencianistas. Lo que, a su vez, supon¨ªa que los cuatro atacantes, Vicente, Silva, Morientes y Villa, tuvieran poca ayuda ofensiva de sus compa?eros. Quique, por cierto, volvi¨® a apostar por Silva a pie cambiado, de interior derecha, una nueva bofetada en la cara de Joaqu¨ªn, que cada vez queda en una posici¨®n m¨¢s marginal.
Ante dos equipos tan musculados, tan trabajados defensivamente, el partido s¨®lo daba sensaci¨®n de poder desequilibrarse a bal¨®n parado. De ah¨ª que cada falta susceptible de convertirse en un centro al ¨¢rea se convirtiera en un tesoro. El Atl¨¦tico subray¨® su dominio en el arranque del segundo tiempo, el p¨²blico empez¨® a mostrar cierto malestar y Morientes ofrec¨ªa s¨ªntomas de desorientaci¨®n. ?Resultado? Gol de Morientes, que remach¨® un contragolpe de Villa y Vicente. Es la sinraz¨®n del f¨²tbol y su grandeza.
El Valencia se crey¨® el rey del mambo, adelant¨® sus l¨ªneas para matar el encuentro y... gol del Atl¨¦tico. El magn¨ªfico control orientado de Mista con la izquierda le permiti¨® disparar con ¨¢ngulo con la derecha. Pegado al palo izquierdo. El partido volvi¨® al punto de partida. El bal¨®n, del Atl¨¦tico. El marcador, del Valencia. Gracias a Albelda, que arranc¨® en el centro del campo con un poder¨ªo incontestable, abri¨® a la izquierda y contempl¨® c¨®mo el extremo zurdo Vicente enviaba un centro raso y enroscaso que caz¨® Morientes, adelant¨¢ndose a los centrales atl¨¦ticos.
El p¨²blico core¨® entonces el nombre de Albelda, envuelto durante la semana en una disputa con el director deportivo. Tambi¨¦n por su renovaci¨®n o mejora de contrato. Sin pretenderlo, Carboni tiene picados a Ayala y a Albelda, a m¨¢ximo rendimiento. El golpe ya fue definitivo para el Atl¨¦tico, que alz¨® la bandera blanca. Por mucho que los sobresaltos f¨ªsicos se le acumularan a Quique, que perdi¨® primero a Vicente por un tir¨®n y despu¨¦s a Ca?izares, sonado tras el choque con Albiol en la primera parte. El Valencia fue extraviando gente, pero estaba tranquilo porque conservaba a Albelda, jefe supremo del equipo y del encuentro.
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