La memoria emocionada
Ha vuelto la vista atr¨¢s. A la Guerra Civil, uno de los periodos m¨¢s dif¨ªciles de nuestra historia m¨¢s reciente, y ha escrito una ambiciosa novela que ya desde su t¨ªtulo remite a Machado. Con 'Coraz¨®n helado', Almudena Grandes indaga en c¨®mo el pasado opera en la vida de los espa?oles de ahora
En el pr¨®logo de Modelos de mujer, Almudena Grandes (Madrid, 1960) explica sus or¨ªgenes literarios y dice que es escritora porque no sab¨ªa dibujar. Todos los domingos iba con su familia a casa del abuelo, donde los hombres ve¨ªan el partido del f¨²tbol y los ni?os eran relegados al comedor a dibujar en silencio. Pero ella dibujaba fatal, se aburr¨ªa mucho y no paraba de dar la tabarra, hasta que un d¨ªa a alguien se le ocurri¨® darle un cuaderno para que escribiera y dar as¨ª salida a su portentosa imaginaci¨®n. Cada domingo escrib¨ªa versiones distintas del mismo cuento, el de una ni?a rica que la ni?era pierde en un parque y es recogida por una gitana que la cuida en la vida itinerante de un circo. Cuando tiene doce a?os, de vuelta con el circo a la misma ciudad, se pierde de nuevo y va a parar al mismo parque, donde una se?ora muy rica y muy buena, que no es otra que su verdadera madre, la recoge sin saber que es su hija. Los dem¨¢s la desprecian porque es demasiado diferente y demasiado morena. Al final, felizmente, se descubre la verdad y la autora puede despedirse del lector "dando cortes de manga a diestro y siniestro".
En ese pr¨®logo, que titula Memorias de una ni?a gitana, la propia autora reconoce que ese cuento, del que su familia conserva algunas versiones, habla m¨¢s de ella "que ning¨²n otro texto que haya llegado a escribir despu¨¦s". Detr¨¢s de aquella ni?a gitana en busca de identidad, algunos vieron una met¨¢fora de la joven escritora en busca de identidad literaria y se hicieron incluso disquisiciones universitarias al respecto. Apasionada, atrevida, siempre dispuesta a asumir riesgos, se hab¨ªa lanzado a la literatura a los 28 a?os con un salto de trapecista sin red, una novela explosiva, Las edades de Lul¨², cuya sola menci¨®n causaba arcadas en lo que quedaba de la Espa?a mojigata y desasosiego en casi todos los dem¨¢s. Esta novela, con la que gan¨® el premio de literatura er¨®tica La Sonrisa Vertical, se convirti¨® en un gran ¨¦xito, sobre todo por su valor sociol¨®gico, por lo que ten¨ªa de ruptura cultural, lo cual coloc¨® a Almudena Grandes en la tesitura de tener que demostrar en sus siguientes novelas que era una escritora de verdad. T¨ªtulos como Te llamar¨¦ viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geograf¨ªa humana o Modelos de mujer dejaron pronto claro que aquella primera novela, adem¨¢s de un atrevimiento, era el germen de una potente voz narrativa. Hoy es una de las escritoras m¨¢s le¨ªdas, m¨¢s traducidas y m¨¢s respetadas. Tras el salto que supuso Los aires dif¨ªciles, Almudena Grandes presenta ahora El coraz¨®n helado, un monumental ejercicio de memoria hist¨®rica de 930 p¨¢ginas que, de la mano de una intensa historia de amor, arrastra al lector por un torrente emocional de aguas bravas que no le dejar¨¢ respirar hasta el final.
La novela es como su autora: fuerte, poderosa, torrencial. "La mejor novela que he escrito", dice, exultante. En cuanto abre la puerta de su casa, en la calle de Larra de Madrid, muy cerca de la glorieta de Bilbao y de los escenarios donde siempre ha vivido su familia, se percibe la satisfacci¨®n ¨ªntima de quien ha alcanzado la plenitud creativa. Pol¨ªticamente comprometida -impuls¨® el manifiesto por la Rep¨²blica-, ha trabajado muy duro y ahora que ha terminado, parece que camina veinte cent¨ªmetros por encima del suelo. M¨¢s cerca ya de los cincuenta que de los cuarenta, ejerce de mater matrona de una gran familia en la que incluye amigos a los que cuida con amor de madre, como el poeta ?ngel Gonz¨¢lez, el escritor Javier Rioyo o el cantante Joaqu¨ªn Sabina. Desde hace doce a?os comparte su vida con el poeta Luis Garc¨ªa Montero y los dos se han convertido en el epicentro de un amplio n¨²cleo de amistades literarias. Juntos han formado tambi¨¦n una familia de esas que ahora se denominan reconstituidas, a la que Almudena aport¨® a su hijo Mauro; el poeta, a su hija Irene, y ambos tuvieron a la peque?a Elisa, que ahora tiene diez a?os. A todos ellos les dedica Almudena Grandes su ¨²ltima novela con una frase muy demostrativa de su personalidad: "Os guardo yo".
En 'El coraz¨®n helado' hay mucho de restituci¨®n de la memoria robada sobre un periodo de la historia de Espa?a del que usted se siente heredera. Al leerla he tenido la misma sensaci¨®n que cuando le¨ª 'La Regenta': ah¨ª est¨¢ todo, en este caso, casi todo el siglo XX espa?ol.
Yo siempre he admirado mucho la novela del XIX porque ¨¦sa fue la gran ¨¦poca de la novela. Los novelistas a¨²n pod¨ªan aspirar a la totalidad, eran salvajes porque eran inocentes. Cuando pienso en esos autores, veo una estepa africana inmensa, con un ¨¢rbol, una gran manada de elefantes y, en medio, un personaje as¨ª de peque?ito? que es el novelista. En cambio, cuando pienso en m¨ª o en cualquier escritor contempor¨¢neo, lo que veo es una figura igual de peque?ita, pero en una autopista de Los ?ngeles llena de carteles de prohibido girar, prohibido parar? Hemos perdido la libertad que ten¨ªan los autores del XIX, y me parece importante recuperar esa ambici¨®n. Gald¨®s se propuso contar c¨®mo era la Espa?a de la Restauraci¨®n, y yo, sin ser tan buena escritora, he querido hacer algo parecido con el siglo XX y esto tal vez suene a pretencioso. Es cierto que me he documentado obsesivamente; de hecho, hace cinco a?os que empec¨¦ a leer para ambientarme y me enganch¨¦ tanto que ahora soy un miembro destacado de la cofrad¨ªa de los enganchados por la historia de Espa?a. Pero no es propiamente una novela hist¨®rica. Lo es en el sentido de que la historia es el paisaje, pero no es una novela sobre los hechos hist¨®ricos, sino sobre la construcci¨®n sentimental de esos hechos. Y est¨¢ escrita desde el presente, desde el 2005, porque lo importante es c¨®mo opera ese pasado en la conciencia de los espa?oles de ahora.
Para muchos j¨®venes, tal vez resulte una sorpresa comprobar que la Espa?a de hoy entronca con algo que fue muy importante, muy poderoso?
Eso mismo le o¨ª decir a Juan Pablo Fusi, el historiador, y me parece que tiene toda la raz¨®n. Creo que la Segunda Rep¨²blica y la Guerra Civil son uno de los grandes momentos de la humanidad y por eso no se acaban nunca, como no se acaban nunca el Imperio Romano o la Revoluci¨®n Francesa. En la recuperaci¨®n de la memoria hay un impulso generacional muy claro porque los protagonistas de ese momento tan intenso optaron por el silencio en los dos bandos. Unos por miedo, porque hab¨ªan sido vencidos y quer¨ªan proteger a sus hijos, y otros porque, si eran honestos, no les pod¨ªa gustar el precio que este pa¨ªs tuvo que pagar por lo que consiguieron, y si no lo eran, ten¨ªan que eliminar los episodios oscuros de su propia victoria. La segunda generaci¨®n se cri¨® en el secreto y en el silencio, y ahora llega la generaci¨®n de los nietos, la nuestra, la primera que no ha tenido miedo y se atreve a hacer preguntas, que ha alcanzado una edad desde la que se puede reflexionar con madurez.
Ha pasado ya mucho tiempo. ?Por qu¨¦ todo lo relacionado con la Rep¨²blica sigue suscitando tanta emoci¨®n?
Porque en realidad nosotros nos parecemos mucho a los protagonistas de aquel momento. Nos parecemos m¨¢s a ellos que a nuestros padres. Yo escrib¨ª Malena es un nombre de tango porque mi madre me cont¨® que mi abuela hab¨ªa visto espect¨¢culos con bailarines desnudos en Madrid. Ella lo explicaba con naturalidad, pero para m¨ª era una sorpresa descomunal: se supon¨ªa que mis abuelos ten¨ªan que ser muy antiguos; mis padres, un poco m¨¢s modernos, y yo, mucho m¨¢s, pero de repente ese rasgo de modernidad en la generaci¨®n de mis abuelos no encajaba con nada. Uno de los mayores delitos del franquismo fue hacer que los nietos no nos pudi¨¦ramos creer la vida de nuestros abuelos. Hubo un corte radical en la memoria, se cortaron los hilos, pero es muy dif¨ªcil crecer y vivir en la nada, de modo que ahora tenemos una necesidad enorme de restablecer esos lazos.
El libro se inicia y se cierra con dos citas de Antonio Machado que son toda una declaraci¨®n de intenciones. La primera es muy conocida, "Una de las dos Espa?as ha de helarte el coraz¨®n", pero la segunda no. Dice: "Para los estrategas, para los pol¨ªticos, para los historiadores, todo est¨¢ claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente no estoy tan seguro? Quiz¨¢ la hemos ganado". ?Cree que ha sido as¨ª?
Cuando le¨ª esa cita en la que Machado dice que hemos ganado, me impresion¨® mucho. Son unas declaraciones muy clarividentes que le hizo en Barcelona a un escritor sovi¨¦tico en diciembre de 1938. Todav¨ªa no se hab¨ªa consumado la derrota. Era, por tanto, un momento de decaimiento moral, de m¨¢xima desesperaci¨®n, y sin embargo ¨¦l tuvo esa clarividencia y el valor de decirlo. Cuando encontr¨¦ esa cita, pens¨¦ que al final eso estaba siendo verdad. Los 40 a?os de franquismo, aparte de generar much¨ªsima sangre, much¨ªsimo dolor, much¨ªsima desesperaci¨®n, mucho atraso y hacer mucho da?o a este pa¨ªs, no han logrado perpetuarse. Porque nosotros, ?de qu¨¦ nos sentimos herederos? Si Machado nos pudiera ver por un agujerito, pensar¨ªa que ten¨ªa raz¨®n: Espa?a ha seguido adelante por encima de la herencia de la dictadura.
En su caso, ?a qu¨¦ herencia familiar pertenece?
Mi familia es muy grande y ha habido de todo, pero b¨¢sicamente pertenece a los vencedores de la Guerra Civil. Mi familia paterna eran obreros especializados y no se implicaron demasiado, pero mi abuelo materno s¨ª: era capit¨¢n de ingenieros, y el 18 de julio del 36 fue de los que se sublevaron en Madrid. He pensado muchas veces que, incluso teniendo las cosas tan claras como las tengo ahora, si tuviera un pasado familiar republicano, probablemente no podr¨ªa haber escrito esta novela porque estar¨ªa demasiado lastrada sentimentalmente. Estoy convencida de que en esas circunstancias del 18 de julio del 36 habr¨ªa sido como Ignacio, me habr¨ªa movilizado a favor de la Rep¨²blica.
En la segunda mitad del siglo XX, la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el fracaso del modelo sovi¨¦tico han arrastrado tambi¨¦n el capital hist¨®rico de los comunistas espa?oles. Usted en la novela les deja muy bien. ?Ha querido restituirlo de alg¨²n modo?
Voy a decir una cosa que igual suena muy pretenciosa, pero que es verdad: esta novela vuelve sobre un tema muy trillado, pero lo hace desde un punto de vista que, modestamente, creo que no es habitual. He intentado pegarme mucho a la experiencia de los personajes de la ¨¦poca y creo que la novela se arriesga a contar las cosas como fueron de verdad. Hay muchas cosas escritas sobre aquella ¨¦poca desde la mentalidad de la transici¨®n y por eso vemos a tantos republicanos que no militaban en ning¨²n partido, algo rar¨ªsimo entonces, o que se situaban por encima del bien y del mal, cuando hasta en las memorias de Aza?a, que era un hombre sumamente moderado, se aprecia que era imposible no radicalizarse. Creo que he escrito una versi¨®n coherente de lo que fue la guerra en Madrid. Si hubiera escrito sobre otro lugar, tal vez habr¨ªa sido diferente, pero Madrid era un feudo socialista y el gran acontecimiento durante la guerra fue el crecimiento del partido comunista. La Guerra Civil fue una situaci¨®n extrema, de mucha desesperaci¨®n, y los comunistas cometieron excesos y errores como los dem¨¢s, pero creo que fueron los m¨¢s disciplinados, los que ten¨ªan claro lo que hab¨ªa que hacer y lo hicieron. En ese sentido, el franquismo les ha dado la raz¨®n a Negr¨ªn y a los comunistas, en el de que cualquier esfuerzo habr¨ªa merecido la pena, pero entonces no era tan evidente. Una cosa muy conmovedora de la generaci¨®n de la Rep¨²blica es que muy pocos ten¨ªan idea de lo que se les ven¨ªa encima. Ven¨ªan de una tradici¨®n pol¨ªtica en la que los golpes militares eran normales y muchos pensaron que la situaci¨®n se normalizar¨ªa en poco tiempo. No pod¨ªan imaginar que aqu¨¦l durar¨ªa tanto.
En cambio me ha sorprendido el personaje de Raquel. Al final, esa Raquel que reivindica con tanta pasi¨®n la legitimidad de las ideas de su abuelo Ignacio se mueve por impulsos contaminados.
De eso se trata. Yo lo que pretend¨ªa es que Raquel fuera una espa?ola de 2005 a la que la historia le ha pasado por encima. Ella quiere dar un pelotazo, que es lo que quieren los espa?oles de 2005. Cuando escrib¨ª Los aires dif¨ªciles abandon¨¦ a los h¨¦roes, dejaron de interesarme. Ahora me interesan m¨¢s los personajes moralmente ambiguos porque son mucho m¨¢s parecidos a las personas reales. Por eso, en esta novela, que tiene fragmentos muy heroicos, nadie es h¨¦roe del todo. Ni tampoco Julio Carri¨®n, que es el villano, lo es del todo. Yo quer¨ªa que Raquel reflejara esa degeneraci¨®n moral que estamos viviendo: ni siquiera ella, que es nieta de rojos y conoce su historia familiar, es capaz de mantener la pureza de las ideas. Me interesaba poder comparar esa actitud con la de su abuelo, un hombre tan ¨ªntegro que renuncia a vengarse y que es una met¨¢fora de lo que hizo la izquierda de este pa¨ªs. Porque la democracia espa?ola est¨¢ de pie gracias a la generosidad y a la responsabilidad de la izquierda que no quiso vengarse.
Alessandro Baricco tiene una novela, 'Sin sangre', en la que muestra c¨®mo la violencia engendra violencia y s¨®lo cuando aparece alguien tan generoso como para renunciar a la venganza se puede parar la espiral.
Eso es lo que yo creo que pas¨® tambi¨¦n aqu¨ª. Ese ejemplo de generosidad es precisamente lo que ahora echamos de menos en nuestra sociedad. Raquel es peor que su abuelo porque todos somos peores. Decid¨ª que Raquel llegara hasta cierto punto en ese camino y me pareci¨® bonito que al final comprendiera que ?lvaro Carri¨®n tampoco era como su padre y que los dos estaban condicionados, hasta que el amor los iguala y los hace mejores.
El amor de ?lvaro y Raquel es de esos que pasan por encima de todo. En 'Atlas de geograf¨ªa humana', usted puso esta dedicatoria: "A Luis, que entr¨® en mi vida y cambi¨® el argumento de esta novela y el argumento de mi vida". ?Tan fuerte fue su encuentro con Luis Garc¨ªa Montero?
S¨ª, s¨ª, muy fuerte. Cuando yo escribo de amores como los de ?lvaro y Raquel, hay gente que me dice: "Bueno, esos amores tuyos que luego no se ven en la realidad?". Pero yo creo que s¨ª que hay amores que le cambian a uno la vida, y a m¨ª el de Luis me la cambi¨® por completo. Entr¨® en mi vida y la puso boca abajo. Para bien, claro. Era 1994 y yo llevaba una vida que no me gustaba mucho. Ten¨ªa ¨¦xito, un trabajo que me gustaba, ten¨ªa un hijo? pero no ten¨ªa mucha pasi¨®n por la vida y en cinco meses todo cambi¨® radicalmente. Me divorci¨¦. De repente, el amor era tan fuerte que todo me daba igual: me daba igual perder cosas, incluso me daba igual que mi marido se quedara con los libros, que no se los qued¨®. Era un amor absoluto.
Cuando ?lvaro decide irse de casa y tiene esos momentos de nostalgia anticipada por lo que va a perder cuando contempla a su hijo de cuatro a?os, ?est¨¢ describiendo sensaciones de su propia biograf¨ªa?
S¨ª, ah¨ª yo ten¨ªa a mi favor el hecho de la maternidad, pero s¨ª. Esa parte de la novela tiene que ver mucho con mi propia experiencia. Porque hay cosas que cuando las ves en otros te parecen una irresponsabilidad, una locura, pero cuando te pasa a ti que te enamoras de alguien, lo ves todo diferente. A Luis lo conoc¨ª en un acto pol¨ªtico contra la Guerra del Golfo en 1991, pero nos enamoramos cuando nos volvimos a encontrar en 1994 en un acto de la Universidad de la que ¨¦l era en ese momento vicerrector. La verdad es que le admiraba mucho: yo no me podr¨ªa enamorar de alguien a quien no admirara.
'Las edades de Lul¨²' es una novela de iniciaci¨®n en los dos sentidos: sexual y literaria. ?C¨®mo ser¨ªa la Lul¨² de hoy? ?Qu¨¦ ha cambiado?
Pues no lo s¨¦. Yo tengo 20 a?os m¨¢s, con lo cual no puedo saberlo. Desde el punto de vista literario, lo que ha cambiado es que la literatura er¨®tica se ha muerto de ¨¦xito y ha dejado de tener colecciones aparte. Sin ruido, con mucha naturalidad, la novela ha incorporado el erotismo a sus temas, de modo que el erotismo ha vuelto a la literatura, que es donde deber¨ªa haber estado siempre. Y en el plano m¨¢s personal, tengo la sensaci¨®n de que, en general, nuestras hijas son m¨¢s conservadoras y me parece percibir que de alg¨²n modo se sienten enga?adas. Para muchas mujeres, el cambio ha significado trabajar el doble, esforzarse el doble? Nosotras hemos tenido que hacer en una generaci¨®n el camino que en otros pa¨ªses han hecho en dos. Las francesas o las alemanas de nuestra edad ten¨ªan unas madres que viv¨ªan en su tiempo, mientras las nuestras viv¨ªan a¨²n en los valores del XIX. Las mujeres hemos cambiado mucho, y los hombres tambi¨¦n est¨¢n cambiando, pero les cuesta. Yo creo que lo que m¨¢s ha cambiado en los hombres de mi generaci¨®n es la relaci¨®n con los hijos. Se dan cuenta de que se los estaban perdiendo.
En 'Castillos de cart¨®n', los tres protagonistas pertenecen a una generaci¨®n de j¨®venes con una gran necesidad de romper moldes, de buscar los propios l¨ªmites muy lejos de los valores de sus padres, pero algunos pagaron un alto precio por ello?
S¨ª, es cierto. La gente de mi edad a los 30 a?os ya ten¨ªamos varios amigos muertos. Estoy segura de que ahora no pasa tanto y que cada vez pasar¨¢ menos. Pero tambi¨¦n tengo la impresi¨®n, en el tema de mujeres y en muchos otros, de que cada vez hay m¨¢s hipocres¨ªa, que ha deca¨ªdo el impulso para que las cosas cambien. Cada vez que celebramos el D¨ªa de la Mujer, el 8 de marzo, pienso: en un pa¨ªs que no cumple el principio b¨¢sico de igual trabajo, igual salario, ?de qu¨¦ hablan los pol¨ªticos? Esa idea que ten¨ªamos de que el progreso es una l¨ªnea recta, que no hay vuelta atr¨¢s, estaba equivocada: se puede retroceder y se pueden perder conquistas sociales que han costado mucho. Educamos a nuestras hijas pensando en que los cambios eran irreversibles, pero ahora ya no soy tan optimista.
Ahora que tiene 46 a?os, ?ya no se considera en el "epicentro de la cat¨¢strofe"?
No, en absoluto. Lo estuve hace mucho tiempo. Ahora siento que estoy en un sitio que me gusta, aunque me gustar¨ªa estar con diez a?os menos. Pero los escritores tenemos mucha suerte: somos j¨®venes mucho m¨¢s tiempo y la madurez nos llega mucho m¨¢s tarde. Y desde el punto de vista literario, tengo muchos proyectos, la cabeza llena de ideas. Me siento bien y potente, madura, pero en el buen sentido.
De modo que ya no queda nada de aquella Almudena que sufr¨ªa porque era demasiado gordita, demasiado morena?
?y siempre hac¨ªa de ¨¢rbol en las funciones de Navidad, je, je. Yo siempre he dicho que no se ve el mundo igual si eres angelito que si eres ¨¢rbol. Pero al mismo tiempo creo que la voluntad es muy importante e intento transmit¨ªrselo a mis hijos. Intento decirles que con mucho talento pero sin voluntad se llega muy cerca, y con menos talento pero mucha voluntad se llega muy lejos. Le¨ª una vez que lo que nos diferencia como seres humanos no es que seamos racionales, sino que somos seres deseantes, capaces de poner en juego todo lo que tenemos para conseguir un deseo.
Usted ha explicado que con 'Los a?os dif¨ªciles' comienza una nueva etapa narrativa. ?Es esta novela la culminaci¨®n de esta nueva etapa?
Pues no lo puedo saber. Cuando termin¨¦ Los a?os dif¨ªciles ten¨ªa la sensaci¨®n de que hab¨ªa escrito mi novela mejor y m¨¢s ambiciosa, y ahora vuelvo a tener la sensaci¨®n de que he escrito mi novela mejor y m¨¢s ambiciosa. La verdad es que no s¨¦ si podr¨¦ volver a escribir una novela como ¨¦sta porque me he quedado exhausta. Siempre he tenido tendencia a encerrarme, pero esta vez ha sido mucho m¨¢s, ha sido un enclaustramiento. He hecho un viaje interior muy intenso a territorios que no son el m¨ªo y me he quedado agotada. Sin embargo, no me voy a ir a¨²n de ah¨ª: creo que voy a escribir unos episodios nacionales; bueno, un par de tomos de novelas cortas, de historias que me han surgido y que no han podido entrar en la novela.
Muchos de sus lectores se han llevado una decepci¨®n con la adaptaci¨®n al cine de sus novelas. Tampoco usted se ha mostrado entusiasta. He le¨ªdo que est¨¢ preparando un gui¨®n. ?Se va a pasar al cine?
No, no me he pasado ni me pasar¨¦. Pero es cierto que estoy escribiendo una historia que he visto que era para el cine, una historia que me surgi¨® cuando preparaba la novela. Pero este gui¨®n tiene la ventaja de que es primero y ¨²ltimo. No voy a ceder los derechos de El coraz¨®n helado por una raz¨®n muy sencilla: esta novela no cabe en una pel¨ªcula, y desde el punto de vista de la memoria hist¨®rica, tampoco me f¨ªo de las versiones que pudieran sacarse de ella.
Despu¨¦s de su primera novela, 'Las edades de Lul¨²', no se ha presentado a ninguno de los grandes premios y desoye los cantos de sirena de las grandes editoriales?
Soy un perro verde. Present¨¦ mi primera novela a un premio y sigo pensando que los premios son el camino m¨¢s elegante, m¨¢s objetivo y que causa menos sufrimiento para dar a conocer una primera novela. El problema est¨¢ en que hay premios y premios. En este pa¨ªs hay algunos grandes premios que en realidad son operaciones comerciales encubiertas. Los editores dicen que ellos se limitan a invitar a algunos escritores a participar y que los buenos se imponen sobre los dem¨¢s, pero es absolutamente improbable que una primera novela gane uno de estos premios. En cambio, hay otros medianos y peque?os, promovidos por instituciones o fundaciones, que son limpios. Es verdad que las editoriales rebajan cada vez m¨¢s su exigencia, es verdad que a los escritores j¨®venes les resulta muy dif¨ªcil madurar, porque caen en la tentaci¨®n perpetua de escribir por encargo. Pero a veces se olvida una cosa fundamental, que los lectores son la libertad del escritor. Como tengo la suerte de que mis lectores me dan de comer, yo escribo los libros que quiero escribir. Y adem¨¢s me siento comprometida con mis lectores. Con un libro normal gano lo mismo que con un premio grande. Si me presentara a un premio grande, podr¨ªa pedir m¨¢s dinero y me lo dar¨ªan, pero yo siento que si lo hiciera, en cierta manera se quebrar¨ªa algo entre mis lectores y yo. Joaqu¨ªn Sabina dice que ¨¦l y yo tenemos el mejor p¨²blico de Espa?a, y eso es una gran responsabilidad.
'El coraz¨®n helado', editado por Tusquets, sale a la venta el pr¨®ximo d¨ªa 12.
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