Madrid y el mar
Si Madrid tuviera costa o un r¨ªo poderoso, esto ser¨ªa m¨¢s excitante que Babilonia en su esplendor o Sevilla en pleno descubrimiento de Am¨¦rica. Pero la capital de Espa?a es humilde e inconclusa. Al contrario que las grandes ciudades del mundo, s¨®lo dispone de un arroyo furtivo, aunque entra?able. El proyecto de ubicar en Madrid un puerto fluvial puede parecer desatino, y seguramente lo es, pero fascina. La idea ya fue planteada seriamente hace siglos por las m¨¢s altas autoridades del pa¨ªs. No cuaj¨® porque los t¨¦cnicos no se atrev¨ªan, pero ah¨ª queda para el futuro pluscuamperfecto. En la actualidad, casi en campa?a electoral, es seguro que a ning¨²n candidato se le ocurrir¨¢ incluir en su programa una promesa tan asilvestrada, aparentemente.
Ha habido, hasta el momento, dos conatos oficiales de realizar el trasvase Tajo-Manzanares, que conectar¨ªa directamente a la capital con el Atl¨¢ntico, v¨ªa Lisboa. Primero lo propuso el mism¨ªsimo Felipe II varias veces durante su largo reinado (1556-1598); los arquitectos de la ¨¦poca no vieron la forma coherente de llevarlo a cabo. A?os despu¨¦s, el Conde Duque de Olivares, todopoderoso valido de Felipe IV durante dos d¨¦cadas (1623-1643), tambi¨¦n desisti¨® por las mismas razones, m¨¢s o menos. El reto sigue ah¨ª, pendiente de que alguien con imaginaci¨®n y con cabeza tenga el poder suficiente para poner manos a la obra. No hay agallas. Sin embargo, por so?ar que no quede. El eje Madrid-Lisboa ser¨ªa un aldabonazo ib¨¦rico y compacto en Europa. A lo mejor es posible una cosa s¨ª. Cosas m¨¢s grandes se han visto. Qu¨¦ sabemos.
Madrid tiene que abrirse al mar, a brisas que espanten el agobio f¨ªsico y mental que merodea por nuestras calles. Hagan ustedes un puerto fluvial o lo que sea, siempre que sea para bien. Algo habr¨¢ que hacer, porque es melanc¨®lico que alguien hable de esta ciudad as¨ª: "Si vas a Madrid, j¨²ntate con los listos, ap¨¢rtate de los listillos, lleva siempre un list¨ªn de tel¨¦fonos, cu¨ªdate de las listas (de espera) e intenta dejar el list¨®n bien alto". A los candidatos no se les pide que se dejen caer por los mercados y los transportes p¨²blicos sonriendo al personal. Se les pide humildemente que vuelvan a ilusionar a la gente con datos y honestidad en la mano. Con imaginaci¨®n, Madrid se entiende con el mar, y viceversa.
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