Metodolog¨ªa
"?ste es un pa¨ªs de locos", declar¨® el lehendakari al tener que acudir a declarar como imputado de desobediencia a la Ley de Partidos ante el Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco. Y al margen de las consideraciones que tambi¨¦n pueden hacerse sobre su misma locura y la de su propio partido, al convocar desafiantes manifestaciones de protesta ante los tribunales que violan al menos en esp¨ªritu el imperio de la ley, lo cierto es que Ibarretxe tiene raz¨®n. Esto parece una locura, pues la actual espiral justiciera que anima a los intransigentes partidarios de la l¨ªnea dura en materia de firmeza antiterrorista est¨¢ dando cada d¨ªa que pasa una nueva vuelta de tuerca en la misma direcci¨®n desprovista de cualquier sentido com¨²n, dada su obsesi¨®n por rizar el rizo de la persecuci¨®n inquisitorial a los "culpables" de favorecer el di¨¢logo y la negociaci¨®n. Y hasta tal punto extreman su postura paranoica que han llegado a caer en el m¨¢s espantoso de los rid¨ªculos. ?C¨®mo se puede perseguir judicialmente el simple hecho de dialogar con la izquierda abertzale? Somos el hazmerre¨ªr de Europa, en ninguno de cuyos tribunales podr¨ªan representarse espect¨¢culos semejantes. Y si no fuera tan tr¨¢gico, ya que hay muertos por medio, esta farsa delirante resultar¨ªa c¨®mica. ?Acaso han perdido el juicio?
No, no lo han perdido, pues en su locura hay un m¨¦todo. Y como en toda metodolog¨ªa, cabe distinguir entre medios t¨¢cticos y fines estrat¨¦gicos. Respecto a los recursos empleados, la t¨¢ctica es hacer mucho teatro para escenificar un artificial enfrentamiento melodram¨¢tico lleno de ruido y de furia que permita llevar la iniciativa, romper la agenda gubernamental (distrayendo la atenci¨®n con falsos problemas que tapan las cuestiones prioritarias, como la especulaci¨®n urban¨ªstica) y arrinconar a Zapatero contra las cuerdas. Y en este sentido, dada su aureola fat¨ªdica, los Tribunales brindan un escenario m¨¢s melodram¨¢tico que nuestro redundante Parlamento, donde la crispaci¨®n y la bronca est¨¢n a la orden del d¨ªa. De ah¨ª que a estos "locos" les guste tanto llevar a sus adversarios a los tribunales con raz¨®n o sin ella, haci¨¦ndoles pasar por la ley del embudo de sus horcas caudinas.
Y respecto al objetivo que pretenden alcanzar estos montajes judiciales, hace ya mucho tiempo que su estrategia pol¨ªtica est¨¢ demasiado clara: es la de hacer un juicio de intenciones ad h¨®minem, a fin de sembrar la sospecha sobre la legitimidad de nuestros gobernantes, destruyendo as¨ª la confianza que deposit¨® en ellos la ciudadan¨ªa. Aunque luego la acusaci¨®n sea falsa y todo quede en nada, el caso es imputar, inculpar y calumniar, con objeto de sembrar la desconfianza y el descr¨¦dito sobre los acusados en falso. Es la misma estrategia pol¨ªtica seguida por la oposici¨®n contra Zapatero: mientras se mantuvo el llamado proceso de paz, se le acus¨® sin pruebas y en falso de pagar precio pol¨ªtico a ETA; y cuando la ruptura del "proceso" ha demostrado que no hubo pago alguno, se le acusa sin pruebas y en falso de seguir negociando en secreto con ETA la forma de reabrir el "proceso". Todo para poder declararlo sospechoso n¨²mero uno ante la ciudadan¨ªa.
Estrategia de la sospecha que se beneficia de su complicidad con la c¨²pula judicial que comparte sus intereses. Es uno de los grandes fallos de la transici¨®n a la democracia, que logr¨® depurar a los militares golpistas pero no supo hacer lo mismo con la judicatura franquista. Y de esos polvos surgen estos lodos, como se demuestra con la negativa del Supremo a revisar los cr¨ªmenes judiciales del franquismo. De ah¨ª que a nuestra derecha se le llene la boca hablando de la independencia judicial, que aplican de forma sui g¨¦neris a la espa?ola. Dime de qu¨¦ presumes y te dir¨¦ de qu¨¦ careces, pues s¨®lo son independientes del Gobierno para interpretar las leyes al servicio de la oposici¨®n, demostrando as¨ª por la v¨ªa de sus autos que dependen pol¨ªticamente de qui¨¦n les nombr¨®. Una independencia judicial que se reclama no para garantizar la imparcialidad de sus decisiones, como corresponde, sino para inmunizar su sectaria parcialidad a discreci¨®n.
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