Un euro fuerte
En la reciente reuni¨®n del Eurogrupo los ministros europeos decidieron intervenir verbalmente contra la apreciaci¨®n del euro con respecto al yen japon¨¦s, y anunciaron que pretenden presionar al G7 este fin de semana para que act¨²e de manera coordinada. La fortaleza del euro es un constante quebradero de cabeza para las autoridades europeas, como muestran los constantes ataques al euro y al BCE de la clase pol¨ªtica francesa.
Es cierto que el yen japon¨¦s est¨¢ al nivel m¨¢s depreciado de los ¨²ltimos 25 a?os, debido sobre todo a la diversificaci¨®n de las inversiones de los ahorradores japoneses tras m¨¢s de una d¨¦cada de aversi¨®n al riesgo, pero tambi¨¦n a la pol¨ªtica muy expansiva -y no claramente justificada- del Banco del Jap¨®n. Pero tambi¨¦n es cierto que el euro se ha afianzado como moneda de reserva, y esto es algo que algunos dirigentes europeos no quieren admitir. Los ministros se quejan, y el BCE repite que no est¨¢ promoviendo el uso del euro como moneda de reserva. Parece que Europa sigue siendo incapaz de aceptar las consecuencias de su ¨¦xito.
Una moneda de reserva ofrece garant¨ªas de valor, facilidad de uso en transacciones, y un mercado financiero profundo y l¨ªquido. El marco de pol¨ªtica monetaria del BCE refuerza el atractivo del euro como dep¨®sito de valor, con su ¨¦nfasis exclusivo en la estabilidad de precios; no olvidemos que la Fed tiene un doble mandato de estabilidad de precios y del output que diluye, a priori, su credibilidad anti-inflacionista. Como resultado, las expectativas de inflaci¨®n en la zona euro son m¨¢s bajas y m¨¢s estables que en los Estados Unidos. Adem¨¢s, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) da credibilidad a la pol¨ªtica fiscal europea: a pesar de las cr¨ªticas, el PEC est¨¢ demostrando su utilidad, ya que ahora que los ingresos fiscales est¨¢n sorprendiendo al alza, los gobiernos los est¨¢n usando para reducir el d¨¦ficit y no para aumentar el gasto, justo lo contrario de lo que sucedi¨® en 1998-2000 y que gener¨® la crisis del PEC.
Como medio de transacci¨®n, el volumen de euros en circulaci¨®n ya sobrepasa al de d¨®lares, a ra¨ªz del aumento del comercio de la zona euro con el resto del mundo y la incorporaci¨®n de nuevos socios. Adem¨¢s, el proceso de integraci¨®n financiera de la zona euro est¨¢ dando sus frutos, y el mercado de deuda denominada en euros representa ya casi el 50% del total mundial, por encima del 37% denominada en d¨®lares.
Finalmente, las tensiones geopol¨ªticas contribuyen a afianzar el euro como moneda de reserva. Las an¨¦cdotas sugieren que la publicaci¨®n, hacia mediados del 2002, de la nueva doctrina americana de defensa -la doctrina del ataque preventivo- fue el detonante que inici¨® la diversificaci¨®n de reservas en la regi¨®n del Golfo y en Asia. Desde entonces, los pa¨ªses de la regi¨®n han aumentado sus reservas en euros, con cautela para evitar provocar una ca¨ªda del d¨®lar que les ocasionar¨ªa p¨¦rdidas en sus tenencias de d¨®lares. De hecho, los gestores de reservas de la regi¨®n se han convertido en factores determinantes de la cotizaci¨®n del euro -no es una coincidencia que el euro se haya apreciado en noviembre y diciembre de los ¨²ltimos cinco a?os, cuando los gestores de reservas tienen que reequilibrar sus portafolios y compran euros casi a cualquier precio-.
Europa ha creado un marco de disciplina de pol¨ªtica econ¨®mica, de acercamiento econ¨®mico con las regiones vecinas y de integraci¨®n de sus mercados financieros. A pesar de ser econom¨ªas de tama?o similar, las reservas en d¨®lares representan un 60% del total, frente a un 20% en euros: el potencial de aumento del uso del euro es amplio. Un euro fuerte reduce el coste del capital, permite bajos tipos de inter¨¦s -aunque el BCE se resiste a aceptar un tipo de cambio apreciado como alternativa a aumentos de tipos- y facilita la financiaci¨®n de la balanza por cuenta corriente, lo que beneficia a todos los europeos y contribuye a reequilibrar la econom¨ªa mundial. Adem¨¢s, obliga a los gobiernos a adoptar necesarias pero impopulares reformas estructurales para mantener la competitividad de las econom¨ªas, algo necesario en un continente con escasos incentivos reformistas. El euro es fuerte, seguir¨¢ siendo fuerte, y es en el inter¨¦s de la zona euro.
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