Europa debe reaccionar
El mundo contin¨²a siendo desesperante y peligroso en este arranque de 2007. La violencia, en sus m¨¢s variadas vertientes, domina la vida cotidiana de las personas en todos los continentes. Si no es por otras v¨ªas, por lo menos a trav¨¦s de las televisiones, del cine y de Internet. El consumismo, incluso en pa¨ªses pobres y terriblemente desiguales, se expande. Y con ¨¦ste, la irresponsabilidad, la p¨¦rdida de valores, la corrupci¨®n en todos sus grados, la carencia de verg¨¹enza, la vida en el mero presente, sin referencias del pasado ni rumbo en cuanto al futuro.
Hay quien sostiene que estamos ante una crisis de civilizaci¨®n. En el final de una fase hist¨®rica, en un proceso de cambio. En Occidente, obviamente, aunque tambi¨¦n en el resto del mundo. En Rusia, vecina de la Uni¨®n Europea, donde parece estar vivi¨¦ndose, como en un flash-back, en tiempos de los Borgia, y las mafias del dinero ostentan su riqueza con total impudor en las grandes ciudades de Mosc¨² y de San Petersburgo. Porque el resto cuenta poco.
Sin embargo, por otro lado y en paralelo, est¨¢ surgiendo una voluntad ciudadana de afirmaci¨®n. En China, donde hay progresos inmensos por m¨¢s que una plutocracia creciente coexista, no sin dificultades, con una burocracia r¨ªgidamente jerarquizada, dominante en el Partido y en el Estado. En la India, donde todo parece discurrir magn¨ªficamente en un plano tecnol¨®gico, cient¨ªfico y de desarrollo para una parte de la poblaci¨®n, visto que la mayor¨ªa, encorsetada en castas, contin¨²a sin tener acceso al progreso y al conocimiento...
En el resto del mundo, del que se habla menos, a pesar de las innumerables disparidades, lo que sigue pesando m¨¢s son las desigualdades y la pobreza, que no disminuyen, a pesar de los generosos objetivos del Milenio definidos por la ONU. ?stos fueron suscritos por todos los jefes de Estado y de Gobierno presentes en la ONU, en el a?o 2000, pero en vano al parecer, visto que tan poco se ha hecho para alcanzarlos. Por no hablar de Oriente Medio, donde reina el caos, la guerra o la inminencia de la guerra, la desesperanza y la humillaci¨®n.
La globalizaci¨®n, que tan excelente negocio est¨¢ siendo para los ricos, como nota Stiglitz, no acarrea grandes mejoras para los pobres. La desorientaci¨®n, las vagas promesas, en las que nadie con un m¨ªnimo de sentido com¨²n conf¨ªa ya, y el des¨¢nimo en cuanto a un futuro mejor a corto plazo parecen consolidarse. El F¨®rum Social Mundial de Nairobi y el F¨®rum Econ¨®mico de Davos reflejan, por m¨¢s que en t¨¦rminos diferentes y no sin cierta ambig¨¹edad, el clima de incertidumbre que reina en este inicio de 2007.
Y, con todo, por debajo de esta densa capa de pesimismo, algo parece empezar a moverse... "Eppur si muove", dijo Galileo. La opini¨®n p¨²blica global, que hoy es una realidad con la que debe contarse, la conciencia universal de las amenazas que pesan sobre nuestro planeta (v¨¦anse la pel¨ªcula y el libro de Al Gore, Una verdad inquietante), el desorden internacional que ha ido instal¨¢ndose ante los ojos de todos, empiezan a inquietar fuertemente a las personas en todos los continentes, que se manifiestan y protestan de manera cada vez m¨¢s evidente.
La guerra contra Irak, que supuso un momento decisivo de divisoria de las aguas para la conciencia mundial, provoc¨® finalmente un choque irreversible en la opini¨®n p¨²blica norteamericana. El discurso del Estado de la Uni¨®n pronunciado por el presidente Bush, a la defensiva en el frente interno -con concesiones significativas en materia social y ecol¨®gica-, apunta a una fuga hacia adelante en cuanto a la guerra de Irak, adonde se propone enviar m¨¢s tropas. Nada ha cambiado todav¨ªa en sus proyectos belicistas relativos a Afganist¨¢n, a Ir¨¢n, a Siria, a L¨ªbano y al conflicto palestino-israel¨ª. Esperemos que el Congreso, sensible al cambio de la opini¨®n p¨²blica norteamericana, sea capaz de obstaculizar al presidente, esbozando nuevas pol¨ªticas exteriores para restaurar la credibilidad perdida de los Estados Unidos en el mundo. Ser¨ªa excelente para Occidente, en su conjunto -y para el mundo- que as¨ª sucediera.
El choque psicol¨®gico del desastre de la "guerra" de Irak y de la desastrosa forma en la que ha sido conducida la lucha contra el terrorismo en general, tambi¨¦n parece haber alcanzado a la Uni¨®n Europea, acusada por su opini¨®n p¨²blica interna de intolerable omisi¨®n y par¨¢lisis. La canciller alemana, Angela Merkel, desde la presidencia de la Uni¨®n, ha dado se?ales de querer reaccionar. A tal efecto, ha devuelto a la agenda europea el Tratado Constitucional, que algunos, apresuradamente, supon¨ªan muerto y enterrado, demostrando que sin una reforma institucional seria, que incluya el aumento de los recursos financieros de la comunidad, el Gobierno de una Europa de 27 ser¨¢ imposible. ?M¨¢s democracia -y m¨¢s participaci¨®n- es lo que le hace falta a la Uni¨®n Europea!
Otro paso fue el que se dio en la reciente reuni¨®n en Madrid de los 18 pa¨ªses europeos que ya han ratificado el Tratado Constitucional. M¨¢s otros dos, Portugal e Irlanda, que no habi¨¦ndolo ratificado estuvieron presentes -y con fuerza- en Madrid, por estar a favor del Tratado. Esta reuni¨®n manifest¨® una voluntad pol¨ªtica de avanzar, en t¨¦rminos de construcci¨®n europea, por m¨¢s que el camino sea a¨²n incierto. Es preciso que ¨¦ste se vuelva claro, sin recelos y buscando el apoyo -que existe- de la opini¨®n p¨²blica de los pa¨ªses miembros.
Espa?a, que tiene al tim¨®n a un primer ministro inteligente, din¨¢mico, valiente y que sabe lo que quiere (como una vez m¨¢s lo demostr¨® con la forma en la que se comport¨® en las Cortes, con insuperable dignidad, como reacci¨®n ante la irresponsabilidad de ETA), hace bien en ayudar a la Alemania de la se?ora Merkel a superar la crisis de la Uni¨®n Europea. Es necesario que eso ocurra, como decisiva contribuci¨®n para reordenar el mundo y otorgar una nueva esperanza a todos los pueblos.
M¨¢rio Soares es ex presidente y ex primer ministro de Portugal.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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