El lugar de la mujer andaluza

"El lugar de una mujer en la sociedad marca su nivel de civilizaci¨®n". Esta frase se atribuye a Elisabeth Cady Staton, feminista norteamericana de finales del siglo XIX y viene a colaci¨®n del nuevo Estatuto de Andaluc¨ªa -pendiente de nuestro voto el pr¨®ximo d¨ªa 18 de febrero- y de su novedoso objetivo de avanzar en la democracia paritaria y en la igualdad de g¨¦nero.

Las leyes eficaces no son eternas. Las leyes eficaces han de acomodarse a la realidad que pretenden regular; y en determinados momentos, han de actuar como motores de las reglas de convivencia que se fija una sociedad.

El Estatuto de Andaluc¨ªa de 1981 ha permitido consolidar las competencias e instituciones auton¨®micas, adem¨¢s de resultar fundamental para el desarrollo social y econ¨®mico de nuestro territorio. Transcurridos 25 a?os, Andaluc¨ªa presenta una nueva realidad social y tiene nuevos retos que afrontar, como la conservaci¨®n del medio ambiente, la integraci¨®n de nuevas culturas, o la persistencia de obst¨¢culos culturales que impiden la participaci¨®n de colectivos tradicionalmente desfavorecidos, como el de las mujeres. Los nuevos retos hacen necesario otro Estatuto.

El Estatuto es mucho m¨¢s que una ley del ordenamiento espa?ol; en realidad, funciona como una constituci¨®n que ha de guiar la acci¨®n de los poderes auton¨®micos. Desde esta perspectiva, el texto que se somete a refer¨¦ndum en Andaluc¨ªa destaca por unos principios avanzados y progresistas, que intentan superar deficiencias de funcionamiento de los sistemas democr¨¢ticos y, como dice la Constituci¨®n Espa?ola, "ayudan a establecer las condiciones necesarias para que la libertad e igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sea real y efectiva".

Es innegable que las mujeres hemos avanzado en la conquista de los derechos civiles, pol¨ªticos y sociales; pero tambi¨¦n es un hecho comprobado que salvo contados ejemplos (como en los actuales Gobierno andaluz y del Estado espa?ol), seguimos ausentes en la mayor¨ªa de los espacios en los que se adoptan decisiones relevantes para la sociedad. En la mayor¨ªa de los casos el hombre sigue disfrutando de un plus de ventaja, respecto de la mujer por el mero hecho de serlo, y la mujer ha de demostrar con holgura ese plus para igualarse en oportunidades con el hombre. Estas realidades merecen una reflexi¨®n, si tenemos en cuenta que formamos m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n andaluza, y que desde el a?o 1978 nuestro derecho de participaci¨®n pol¨ªtica y social tiene cobertura formal en la Carta Magna.

La divergencia entre los deseos del legislativo y la realidad pone de manifiesto, que debemos seguir trabajando en la l¨ªnea de eliminar los factores sociales que act¨²an como resistencia en esta cuesti¨®n. Por ello, son necesarias medidas legales m¨¢s concretas y directas, como las previstas por el nuevo Estatuto.

La insuficiente participaci¨®n de las mujeres en el ¨¢mbito pol¨ªtico ya fue advertida en noviembre de 1992, en la primera cumbre Europa de mujeres ministras o ex ministras, celebrada en Atenas. Sin quedarse en la mera cr¨ªtica, concluyeron que "la ausencia de las mujeres en los centros de representaci¨®n pol¨ªtica y de la toma de decisiones implica un d¨¦ficit democr¨¢tico incompatible con una verdadera democracia".

En la Uni¨®n Europea existe un amplio consenso sobre esta necesidad y desde el a?o 1985, el Consejo de Europa ha aprobado Planes de Igualdad de Oportunidades que promueven la participaci¨®n equilibrada de hombres y mujeres en la toma de decisiones. Esto permitir¨¢ una renovaci¨®n de la democracia y por otro lado, dinamizar la econom¨ªa y enriquecer el conjunto de la sociedad civil.

En esta l¨ªnea de avanzar en la democracia, resulta significativo que este nuevo Estatuto recoja la expresi¨®n "democracia paritaria"; pero es m¨¢s, resulta relevante que la se?ale como uno de los objetivos b¨¢sicos de la comunidad aut¨®noma, y que adquiera compromisos tales como el de respetar la igualdad de g¨¦nero en las listas electorales, y en los nombramientos que ha de realizar el Parlamento.

No se trata de un nuevo sistema pol¨ªtico sino de profundizar en la idea de la democracia como el gobierno por el pueblo, entendido este como comprensivo de hombres y mujeres.

La sociedad andaluza establecer¨¢ en este Estatuto los principios que orientar¨¢n la acci¨®n de los poderes auton¨®micos en el futuro. Uno prioritario ser¨¢ el de fomentar la participaci¨®n de la ciudadan¨ªa y, en particular, la participaci¨®n activa en la vida social y pol¨ªtica de las mujeres andaluzas, en todos los ¨¢mbitos de decisi¨®n. Esta decisi¨®n sin duda contribuir¨¢ a elevar el nivel de nuestra sociedad. Es una buena noticia para la juventud andaluza y para las personas comprometidas con la idea de progreso.

Inmaculada Montalb¨¢n Huertas es magistrada Tribunal Superior Justicia Andaluc¨ªa.