El agitador ib¨¦rico
Lisboa festeja la obra de ?ngel Crespo, el m¨¢s portugu¨¦s de los poetas espa?oles y traductor del 'Libro del desasosiego'
"La poes¨ªa es un camino de ida, pero sin vuelta. Los que vuelven regresan de otra parte". "El m¨¢s trabajador de los cr¨ªticos literarios es el olvido". "Prefiero el atardecer, soy occidental". "Hay una letra m¨¢s con la que s¨®lo se escribe poes¨ªa". Todos estos versos-aforismos del poeta y traductor ?ngel Crespo, que parecen resumir en tres palabras su maestr¨ªa, su inteligencia y su talante, est¨¢n colgados estos d¨ªas en las paredes del Instituto Cervantes de Lisboa, la ciudad que tanto am¨®. Forman parte de la exposici¨®n Con el tiempo, contra el tiempo, que se vio en Madrid en 2005 y ahora ha sido rescatada en Portugal para glosar el lado portugu¨¦s de Crespo, aquel gran agitador ib¨¦rico que tradujo el Libro del desasosiego de Pessoa, fue el ant¨®logo atento y plural que dio a conocer en Espa?a la poes¨ªa portuguesa y acab¨® siendo el m¨¢s luso de los poetas espa?oles, o quiz¨¢ el m¨¢s espa?ol de los poetas portugueses.
Crespo sali¨® de Espa?a cansado de sectarismos literarios y olvidos
Regresa a Lisboa con sus libros, sus fotos de familia y su cara de buena persona
Crespo (Ciudad Real, 1926-Barcelona, 1995) ha vuelto a su Lisboa de manera metaf¨®rica, pero con todas sus circunstancias a cuestas: sus libros, sus fotos de familia, su cara de buena persona, su pipa en la boca y su pasi¨®n febril y cient¨ªfica a la vez por Fernando Pessoa, Eug¨¦nio de Andrade o Guimaraes Rosa, tres de las cumbres del idioma de Cam?es que ¨¦l tradujo al espa?ol durante su apasionada relaci¨®n con la cultura y la gente de Portugal.
Un grupo de amigos, poetas y disc¨ªpulos de los dos lados de la raya le esperaban en la calle de Santa Marta, sede del Cervantes: su viuda, Pilar G¨®mez Bedate; los poetas Jos¨¦ Bento, Ant¨®nio Osorio, ?ngel Campos P¨¢mpano, Eduardo Louren?o y Andr¨¦s S¨¢nchez-Robayna; Antonio Piedra (comisario de la muestra), y el director del Instituto, y tambi¨¦n poeta, Ramiro Fonte. Apenas se pusieron melanc¨®licos o saudosos al recordar a Crespo. Todos ten¨ªan en la memoria a un tipo vitalista, hiperactivo, generoso, contento de vivir.
Pilar G¨®mez, que lo conoci¨® en 1961 y estuvo con ¨¦l de forma constante hasta su muerte ("casi nunca nos separ¨¢bamos"), habl¨® de su vida errante: "Salimos en 1967 de Espa?a y nos fuimos a Oporto y luego a Lisboa. Fuimos tambi¨¦n a Italia, a Puerto Rico, pero ¨¦ste fue siempre nuestro puerto seguro y ahora es mi patria amada, sin los sinsabores de la patria propia".
Crespo sali¨® de Espa?a harto de franquismo y aislamiento, cansado de sectarismos literarios y olvidos interesados. Crespo milit¨® en el postismo -vertiente surrealista con cr¨ªtica social- y reivindic¨® la generaci¨®n del 51 frente a la del 50, lo que pag¨®, como Cirlot, Ory, Gamoneda y algunos m¨¢s, record¨® Campos P¨¢mpano, con el desprecio y el ostracismo.
Si otros claudicaron, ¨¦l decidi¨® luchar para vencer la cerraz¨®n y devolver a Espa?a su conexi¨®n exterior; para tratar de tender, dijo Pilar G¨®mez, "los lazos con otras culturas que hab¨ªa atado la Espa?a de la Rep¨²blica".
Quer¨ªa escribir y leer, encontrar y divulgar. Fund¨® y dirigi¨® revistas (al menos cuatro, una sobre cultura brasile?a), estudi¨® lenguas, viaj¨® sin freno, dio clases en varios pa¨ªses, ley¨® much¨ªsimo, lo hizo todo a un ritmo de v¨¦rtigo, y tradujo, tradujo sin parar. Primero a cl¨¢sicos italianos como Dante y Petrarca. Despu¨¦s se hizo lusitanista. Para siempre, explic¨® su viuda: "En la literatura portuguesa se sinti¨® en casa: defendi¨® a Pessoa y a Verde, se herman¨® con las nuevas generaciones y acab¨® siendo un poeta ib¨¦rico".
En 1957 descubri¨® a Alberto Caeiro, uno de los heter¨®nimos de Pessoa. En 1961, public¨® la primera Antolog¨ªa de poes¨ªa portuguesa. La polic¨ªa pol¨ªtica de Salazar (la PIDE) sospech¨® de aquella atenci¨®n desmesurada, dado lo que el propio Crespo llam¨®, como record¨® su amigo Ant¨®nio Osorio, "el divorcio cultural entre Espa?a y Portugal".
Todo hab¨ªa empezado por los poetas brasile?os y hab¨ªa continuado por su pasi¨®n lisboeta, dijo Osorio, que resumi¨® con una frase de Louren?o su tarea incansable y sutil: "Desde Unamuno no nos sent¨ªamos tan profunda e ¨ªntimamente comprendidos".
S¨¢nchez-Robayna, que prefiri¨® leer algunos poemas de Crespo, y Jos¨¦ Bento, que record¨® su rara originalidad, forjaron con Campos P¨¢mpano un retrato plural del autor de Ocupaci¨®n del fuego como poeta "moderno, raro, exquisito, musical, exigente, heterog¨¦neo, metaf¨ªsico, riguroso y ambicioso".
Fue esa gran capacidad po¨¦tica la que le permiti¨® traducir con tanta calidad ("magistral, certero, sabio", dijo Campos P¨¢mpano) libros tan endemoniados como Grande sert?o, veredas, elaborar "antolog¨ªas generosas y plurales" que dieron a conocer a poetas como Sophia de Mello, Herberto Helder, Ramos Rosa o el propio Osorio... Pero tambi¨¦n traducir en apenas dos a?os el Libro del desasosiego. "Sali¨® en 1982 en Oporto y en 1984 ya estaba en Seix Barral".
Para Eduardo Louren?o, Crespo estaba "lleno de una humanidad que se ve¨ªa", ten¨ªa "una inteligencia y un coraz¨®n ib¨¦ricos", y fue el culpable de que los autores portugueses de ahora mismo "se paseen por Espa?a con toda tranquilidad". Sobre el Desasosiego, Louren?o cree que Crespo hizo bastante m¨¢s que traducir el libro: "En portugu¨¦s era un laberinto de fragmentos. Crespo lo convirti¨® en un libro-libro y abri¨® una nueva recepci¨®n internacional, la segunda vida de Fernando Pessoa, su conversi¨®n en un autor m¨ªtico y m¨¢gico que es le¨ªdo en todo el mundo por una especie de masoner¨ªa semisecreta".
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