La insoportable levedad de Saura
?Qui¨¦nes somos? ?Alguno de los cuatro amantes, la celosa Teresa, la voluptuosa Sabina, el persistente Franz, quiz¨¢ el alter ego Tom¨¢s? Porque de ello habla Milan Kundera en su Insoportable -insostenible, asegura Arrabal que ser¨ªa la traducci¨®n correcta; de hecho, as¨ª es en catal¨¢n- levedad del ser: de nuestras debilidades. Todo lo que amamos, todo aquello que buscamos por su levedad, no tarda en revelarse insostenible al paso del tiempo. Es la eterna contradicci¨®n entre el peso y la levedad que Parm¨¦nides convirti¨® en una de sus famosas parejas de opuestos. La belleza de la levedad, la persistencia de lo pesado. No s¨¦ si Joan Saura, cuando se va a la televisi¨®n de excursi¨®n y, entre risas, en la placidez de un programa de tarde, asegura que est¨¢ a favor de legalizar todas las drogas, busca la levedad de las palabras o el peso de las ideas. Pero lo que es evidente es que, m¨¢s all¨¢ de las dudas nietzscheanas de Kundera, Saura busca la fuerza del ruido medi¨¢tico, tan necesario para alimentar esa fr¨¢gil criatura que es el pol¨ªtico. Dice el escritor checo, homenajeando al propio Nietzsche, que la risa es una fuerza liberadora, quiz¨¢ una de las grandes catarsis, una de las m¨¢s completas redenciones. Umberto Eco dedic¨®, a ello, una de sus mejores novelas. Y puede ser por eso, porque estamos ante la izquierda inteligente, segura lectora de Kundera y de Eco, por lo que Joan Saura incorpora la risa a la cadencia de sus palabras, y as¨ª diluye el peso de un problema terrible, en la acuosa ligereza de una charla televisiva de sobremesa. No puede ser m¨¢s fugaz el momento elegido, no puede ser m¨¢s fr¨ªvola la situaci¨®n, por lo cual, entre ji, ji y ja, ja, el actual consejero de Interior chapotea en el drama de las drogas, con insostenible levedad. Kundera en estado puro.
?Kundera o Groucho Marx? Porque la verdad es que, a estas alturas a¨²n breves del nuevo Gobierno, la pareja pol¨ªtica Saura-Mayol han decidido ser los humoristas de la etapa Montilla. Si Maragall tuvo su Carod, que alegr¨® la dura vida de la oposici¨®n, Pepe Montilla tiene a su Saura para divertirla con gratuitas pol¨¦micas. Ya se sabe que nada es perfecto, y menos un tripartito que, a fuerza de domesticar al simp¨¢tico de Carod, ha dejado otros flancos descuidados, pero tengo que reconocer que nunca hubiera pensado que Mayol y Saura fueran tan divertidos. Primero nos sali¨® la teniente de alcalde haciendo proclamas de amor a los okupas, y eso que su partido lleva veinte a?os gobernando la pol¨ªtica de vivienda de Barcelona. ?C¨®mo lo consiguen, ¨¦stos de Iniciativa, que siempre hacen creer que son los l¨ªderes de la pancarta, a pesar de disfrutar de las mieles del poder? Deben de ser las ense?anzas de Alfonso Guerra cuando aseguraba que ¨¦l estaba en el Gobierno de oyente. Poder todo, responsabilidad ninguna. Y ahora que Mayol ya ha verbalizado todos los sin¨®nimos de la palabra antisistema, para asegurarnos que lo era, pero no, pero s¨ª, pero menos, llega Joan Saura y arma un l¨ªo con algo tan delicado, complejo y vulnerable como es el problema de la drogadicci¨®n. Dice que es un gesto de coherencia, que siempre ha estado a favor de la legalizaci¨®n de las drogas, y que no entiende el esc¨¢ndalo, lo cual nos infiere dos conclusiones: o la izquierda inteligente no lo es tanto, o este chico, inc¨®modo en su cargo, hace electoralismo con dinamita. Porque la categor¨ªa del esc¨¢ndalo no es el programa electoral de Saura respecto a las drogas, sino los tiempos y lugares escogidos para pinchar un delicado globo. Veamos, ?un consejero de Interior, cuya responsabilidad pasa por la lucha contra el mercado de la droga, puede crear tal confusi¨®n y, por ende, tal alarma? No se conoce, en los anales de la venerable consejer¨ªa, ning¨²n antecedente de nota de prensa asegurando que van a luchar contra las drogas, como si no fuera supuesto. Y Saura oblig¨® a dicha nota de prensa. Adem¨¢s, en los tiempos en que la vivienda y la drogadicci¨®n preocupan sobremanera, uno esperar¨ªa que los debates pertinentes se hicieran con profundidad, sin populismo y, sobre todo, sin demagogia. Lo de Mayol antes y lo de Saura ahora no ha sido profundo; ha sido populista y me temo mucho que entrar¨ªa en la definici¨®n que la Real Academia hace del t¨¦rmino demagogia: "Pr¨¢ctica pol¨ªtica consistente en ganarse con halagos el favor popular". Como m¨ªnimo, el favor popular de los propios.
Tambi¨¦n estar¨ªa lo del debate en s¨ª, la legalizaci¨®n o no de las drogas, sobre cuya materia no se pone de acuerdo pr¨¢cticamente nadie. Me sorprende la rotundidad con que Saura asegura que la legalizaci¨®n frenar¨ªa el mercado de la droga. Entonces, y siguiendo el s¨ªmil que ¨¦l mismo hace, ?por qu¨¦ no ha frenado el mercado del alcohol? Creo que incluso la izquierda autodenominada inteligente cae en una caracter¨ªstica cl¨¢sica del pensamiento d¨¦bil: a grandes problemas, soluciones simples.
Como sea, lo cierto es que Joan Saura entr¨® en el debate de la droga cual elefante en una tienda de Swarovski: barriendo con simplezas las delicadas piezas del escaparate. Y, como no pod¨ªa ser menos, el consejero que m¨¢s estabilidad tiene que dar a un Gobierno inyect¨® dosis considerables de inestabilidad. La pregunta del mill¨®n es por qu¨¦. Puede que sea mala conciencia de cargo, lo cual significar¨ªa una inmadurez pol¨ªtica seria; puede que sea empacho electoral, despu¨¦s de unos resultados modestamente optimistas; puede que sea sencillamente b¨²squeda de notoriedad, en un Gobierno que exige perfil p¨²blico bajo. En cualquiera de los casos, esta pareja pol¨ªtica est¨¢ dando tanta gasolina a la oposici¨®n que se ha convertido en la fuga de credibilidad m¨¢s seria del Gobierno actual. En fin, desconcertante paralelismo: Maragall tuvo su Carod, y parece que Montilla tiene su Saura. ?Ser¨¢n tripartitos paralelos? Esperemos que no, para salud de todos.
www.pilarrahola.com
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