C¨®ctel bioqu¨ªmico con morbo
Seleccionamos a la pareja seg¨²n su potencial reproductor y el olor del sistema inmune. Durante el flechazo segregamos dopamina, adrenalina y serotonina. Luego entra en acci¨®n la hormona del amor, la oxitocina, encargada de crear v¨ªnculos s¨®lidos. ?Podemos explicar las relaciones amorosas como puras reacciones bioqu¨ªmicas?
Dec¨ªa el poeta que el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Y el amor, otra cuya respuesta todos persiguen. Hay amores que hieren, hay amores que duran y otros fugaces como un suspiro. ?Es s¨®lo la qu¨ªmica su alimento? Mol¨¦culas y psique parecen dibujar realidades paralelas sobre la respuesta que define el amor.
Comenzando por la duraci¨®n de este escurridizo sentimiento, Helen Fisher, antrop¨®loga estadounidense experta en la qu¨ªmica del amor, sostiene que las parejas humanas tienen una fecha de caducidad de cuatro a?os. Transcurrido ese tiempo, el amor y sus alrededores se convierten en calabaza. Los 48 meses son el tiempo que necesita una cr¨ªa humana para ser suficientemente independiente y que alguien que no sea ni pap¨¢ ni mam¨¢ pueda ocuparse de ella. En consecuencia, a partir de ah¨ª ya no es estrictamente necesario que pap¨¢ y mam¨¢ sigan juntos. Y la naturaleza, que lo tiene todo calculado, ha determinado que transcurrido ese tiempo los niveles de dopamina desciendan dr¨¢sticamente, de modo que la fascinaci¨®n ciega del principio se va por donde ha venido. Simplificando mucho, se puede decir que la dopamina es la responsable de esa especie de v¨¦rtigo con mariposas en el est¨®mago que provoca estar ante la persona amada. Cuando este neurotransmisor entra en escena proporciona mucha energ¨ªa, provoca estados de excitaci¨®n y de euforia, y est¨¢ asociada a lo que se llama el mecanismo de recompensa. De hecho, muchos estudios indican que, para el cerebro, el amor es comparable al chocolate, al dinero o a cualquier otra forma de recompensa. En todos los casos, lo que se activa son los centros de recompensa, y la descarga qu¨ªmica que se produce lleva fundamentalmente dopamina.
Sustancias de excitaci¨®n. Sin embargo, en la fase de atracci¨®n irresistible interviene tambi¨¦n la adrenalina, que es la responsable de los sudores y de las palpitaciones, y otro neurotransmisor muy interesante por sus implicaciones: la serotonina. Se sabe que la serotonina est¨¢ relacionada con un buen n¨²mero de patolog¨ªas psiqui¨¢tricas, entre ellas el trastorno obsesivo compulsivo. De ah¨ª que se compare el amor con un estado de locura. Pero adem¨¢s es el objetivo principal de los antidepresivos de la familia del Prozac; por esta raz¨®n, Fisher considera estos f¨¢rmacos como aut¨¦nticos filtros antiamor y antideseo.
Si se cambian los cristales bioqu¨ªmicos por los de la psique, las cosas se ven aparentemente muy diferentes, pero en el fondo tienen muchos puntos en com¨²n. El psiquiatra austriaco Carl G. Jung describi¨® ese estado de embriaguez absoluta como el efecto que produce la proyecci¨®n del ¨¢nima o el ¨¢nimus sobre la persona amada. ?Qu¨¦ significa esto? Todo hombre tiene un lado femenino dentro de s¨ª: el ¨¢nima. Y toda mujer tiene una parte masculina: el ¨¢nimus. El asunto es que todo el mundo aspira a completarse, de ah¨ª lo de la media naranja. De modo que cuando encontramos a alguien que parece encajar con la imagen que tenemos dentro, inmediatamente proyectamos la imagen sublimada de lo femenino interior, en los hombres, y de lo masculino, en las mujeres.
Nuestra proyecci¨®n. La composici¨®n del ¨¢nimus y del ¨¢nima es m¨¢s compleja que un simple ideal exterior. Lo que est¨¢ claro es que en ese momento no se ve realmente a la persona que est¨¢ enfrente, con sus virtudes y defectos, sus miedos y determinaciones. Lo que se ve es la proyecci¨®n de los propios sue?os. Pero uno siempre se despierta de los sue?os, sobre todo cuando son falsos. Despu¨¦s de un tiempo m¨¢s o menos largo comienza a ser evidente que la persona que duerme al lado no es la que se pensaba. Y la realidad reaparece. Entonces es cuando arranca la verdadera aventura. Algunos contin¨²an buscando la encarnaci¨®n de sus sue?os, y otros exploran el deseo verdadero y profundo de descubrir y conocer al otro. Y entra en juego la oxitocina.
La hormona del amor. Cuando la dopamina y su parafernalia de enamoramiento desbordante abandonan el terreno, interviene la que se conoce como la hormona del amor, encargada de crear un v¨ªnculo s¨®lido y estable. Hay experimentos con perros de la pradera que hablan por s¨ª solos. Estos animales son extraordinariamente fieles y permanecen con la misma pareja toda la vida, pero si se les bloquean los receptores de la oxitocina buscan a un ejemplar del otro sexo para el apareamiento, y despu¨¦s, si te he visto no me acuerdo. En realidad, esta hormona se segrega no s¨®lo cuando se establecen relaciones de pareja, sino en otros tipos de contactos afectivos. Es particularmente importante entre madres y beb¨¦s. En el momento del parto, el contacto piel con piel estimula la producci¨®n de la hormona y, por tanto, la creaci¨®n del lazo materno-filial. En las parejas, el contacto f¨ªsico en forma de masajes o haciendo el amor estimulan la secreci¨®n de oxitocina.
La actitud. Pero no todos los investigadores del amor dan la misma importancia al c¨®ctel bioqu¨ªmico. John Gottman ?matem¨¢tico, f¨ªsico y psic¨®logo famoso por su laboratorio del amor en la Universidad de Washington, donde lleva a?os estudiando el complejo universo de la pareja? cree que no hay que refugiarse en las mol¨¦culas para justificar los comportamientos amorosos: “Creo que es una mentira la magia del amor. Significa que no tienes ninguna responsabilidad a la hora de hacer que una relaci¨®n funcione [?]. Ser complementario es una decisi¨®n que hay que tomar en cada momento. La bioqu¨ªmica del amor te puede superar”, afirmaba en una entrevista a New Scientist. Es m¨¢s, lejos de an¨¢lisis bioqu¨ªmicos, Gottman puede vaticinar el futuro inmediato de una pareja con una fiabilidad del 90%. Su m¨¦todo consiste en observar el comportamiento de cada miembro durante una discusi¨®n de 15 minutos y hacer unas pocas preguntas sobre el pasado. Tras estudiar a cientos de parejas ha constatado que, en aquellas que tienen futuro, la proporci¨®n de frases positivas y negativas es de cinco a uno, mientras que en las que no llegan muy lejos es de uno a uno.
Adem¨¢s ha descubierto que todas las parejas tienen un patr¨®n caracter¨ªstico de comportamiento, una especie de sello o de marca de la casa que se repite siempre. Gottman lo descubre pidiendo que le cuenten c¨®mo se conocieron. En ese relato sale a la luz el tipo de interacci¨®n que existe y la forma en la que uno percibe al otro. El cient¨ªfico del amor ha identificado lo que denomina los cuatro jinetes del apocalipsis. Cuatro aspectos devastadores en una relaci¨®n: la cr¨ªtica, estar a la defensiva, la incomunicaci¨®n y, el m¨¢s destructor de todos, el desprecio. Un dato m¨¢s que demuestra los efectos perniciosos de este ¨²ltimo: se ha observado que el hecho de que alguien a quien se ama exprese desprecio produce un impacto negativo sobre el sistema inmune. Para Gottman, la clave del ¨¦xito es tener un inter¨¦s profundo y constante por el otro.
Criterios para elegir. Teilhard de Chardin dec¨ªa: “Movidos por la fuerza del amor, fragmentos del mundo se buscan entre s¨ª para que pueda haber un mundo”. ?C¨®mo se elige el fragmento con el que ensamblarse? Todo parece indicar que las mujeres seleccionan al compa?ero por el olor de su sistema inmune. La evoluci¨®n las ha equipado con los mecanismos que permiten detectar el m¨¢s adecuado al suyo: ni demasiado distinto para que no se produzcan rechazos en la fecundaci¨®n, ni demasiado parecido porque significar¨ªa un empobrecimiento de la gen¨¦tica. Otros estudios, como los del Instituto Ludwing-Boltzmann de Etolog¨ªa Urbana en Viena, sugieren que las mujeres buscan hombres muy masculinos para la fecundaci¨®n, pero prefieren los varones con m¨¢s caracter¨ªsticas femeninas como compa?eros de vida. La raz¨®n es que los primeros tienen, en general, una buena gen¨¦tica y son f¨¦rtiles, pero? la fidelidad no es lo suyo. Por el contrario, los segundos son buenos padres y esposos.
Los criterios de elecci¨®n masculinos tambi¨¦n est¨¢n te?idos por la b¨²squeda de mujeres sanas y f¨¦rtiles. De ah¨ª que algunas investigaciones hayan indicado que las mujeres con cuerpos ondulantes, es decir, con una cintura marcada en relaci¨®n a las caderas, est¨¦n muy solicitadas. La relaci¨®n cadera-cintura se considera un signo de salud reproductiva. De cualquier modo, siempre es ¨²til atender las palabras de Jung: “El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias qu¨ªmicas: se produce alguna reacci¨®n, ambas se transforman”.
Narcisismo, a fin de cuentas
En la Universidad de California y en la de Saint Andrews (Escocia) han llegado a la conclusi¨®n de que, en la sociedad occidental, la atracci¨®n hacia el otro es una variante m¨¢s del narcisismo. Los investigadores de esas instituciones han observado que las personas que m¨¢s nos gustan son las que m¨¢s se parecen a nosotros. En un estudio, el equipo cient¨ªfico manipul¨® las fotos de los propios participantes para convertirlas en una persona del sexo opuesto; cuando tuvieron que elegir, la mayor¨ªa de los participantes mostraron su preferencia por la foto travestida de s¨ª mismos.
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