La arqueolog¨ªa israel¨ª vuelve a jugar con fuego
La decisi¨®n de Olmert de iniciar obras en la Explanada de las Mezquitas amenaza con desatar otra Intifada palestina
El 7 de junio de 1967, los soldados israel¨ªes acababan de conquistar la ciudad vieja de Jerusal¨¦n en la Guerra de los Seis D¨ªas. El rabino jefe del Ej¨¦rcito, Shlomo Goren, pisaba la Explanada de las Mezquitas -el Monte del Templo para los jud¨ªos- mientras le propon¨ªa al general Uzi Narkis: "Es el momento de colocar 100 kilos de explosivos en la mezquita de Omar y se acab¨®, nos libramos de ella para siempre". "C¨¢llate, rabino", zanj¨® Narkis, quien revel¨® la conversaci¨®n poco antes de morir, en 1997, seg¨²n ha escrito el historiador Avi Shlaim.
Es inimaginable lo que hubiera sucedido si el extremista jud¨ªo hubiera logrado su prop¨®sito, porque esta semana la Autoridad de Antig¨¹edades de Israel ha comenzado a construir un puente de acceso a la Explanada que pone en peligro peque?os restos del periodo Omeya e isl¨¢mico, aunque no exista riesgo aparente para los cimientos de la mezquita de Al Aqsa, tercer lugar sagrado del islam tras La Meca y Medina en Arabia Saud¨ª, tal como alegan autoridades pol¨ªticas y religiosas palestinas. El mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n ha puesto el grito en el cielo. En realidad, se trata de no ceder un cent¨ªmetro en unas pocas hect¨¢reas de terreno en el lugar tal vez m¨¢s disputado del planeta.
"Conquistamos Jerusal¨¦n, no provoquemos m¨¢s", dice un especialista jud¨ªo
Olmert est¨¢ decidido a no retroceder. Se niega a interrumpir las excavaciones
En los territorios palestinos, el viernes fue una jornada de disturbios. Ayer, la ciudad vieja estaba tomada por la polic¨ªa israel¨ª, que imped¨ªa el acceso a gran parte del barrio ¨¢rabe. Meir Ben-Dov, director de campo entre los a?os 1968 y 1993 de las excavaciones del Parque Arqueol¨®gico que bordea las murallas de Jerusal¨¦n, califica de disparate lo ocurrido: "Nosotros conquistamos Jerusal¨¦n, al menos no provoquemos m¨¢s. Es muy f¨¢cil encender la mecha". Y despu¨¦s, a?ade a modo de explicaci¨®n: "Ojo, soy israel¨ª, jud¨ªo y sionista, pero no hay nada cient¨ªfico en este asunto".
Junto a una veintena de arque¨®logos de universidades hebreas ha enviado, desde 2005, cartas a Shuka Dorfman, director de la Autoridad de Antig¨¹edades, para impedir la pol¨¦mica obra. Dorfman no es un especialista, asegura Ben-Dov. "Procede del Ej¨¦rcito. Que el primer responsable de los yacimientos de un pa¨ªs no sea arque¨®logo s¨®lo sucede en Israel. Nunca hemos recibido respuesta a nuestras misivas; no se ha concedido licencia para unas obras que son ilegales e innecesarias. El puente no es la soluci¨®n. Con 7.000 euros podr¨ªa haberse encontrado una f¨®rmula para solucionar el acceso a la Explanada por la puerta de los Magreb¨ªes", afirma.
Para hacerse una idea de lo pr¨®ximo que est¨¢n los lugares santos para los fieles jud¨ªos o musulmanes en la ciudad de Jerusal¨¦n, s¨®lo hay que observar una peque?a ventana en el Muro de las Lamentaciones, sobre el espacio concedido para la oraci¨®n de las mujeres. Pertenece a la mezquita de Al Buraq, levantada en la misma explanada. "Las autoridades religiosas musulmanas temen que pueda verse afectada", dice Ben-Dov. Al igual que los profesores universitarios, el Waqf, la autoridad religiosa que gestiona los sitios sagrados isl¨¢micos, no ha obtenido contestaci¨®n a sus demandas.
"Adem¨¢s, si lo que se desea es dotar de m¨¢s espacio a las mujeres, que s¨®lo ser¨ªa necesario un par de festividades al a?o, muy bien podr¨ªa hab¨¦rselo restado al de los hombres, que cuentan con el suficiente", a?ade el ex director de excavaciones.
En cierto modo, es parad¨®jica la obsesi¨®n por la Explanada de las Mezquitas porque los jud¨ªos religiosos tienen prohibido pisar lo que denominan el Monte del Templo. "Era la casa de Dios, y s¨®lo el gran sacerdote pod¨ªa poner el pie encima. No queda rastro alguno del templo de Salom¨®n, quienes eso afirman para justificar excavaciones s¨®lo est¨¢n jugando con los sentimientos de la gente", sostiene Ben-Dov. No es la primera vez que se hace. En 1996, el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, decidi¨® la apertura del t¨²nel de los asmoneos, adyacente a la Explanada. Y la ira palestina se desat¨® con furia. M¨¢s de 60 ¨¢rabes y 15 polic¨ªas israel¨ªes murieron en la revuelta. ?Qui¨¦n era el alcalde que apoy¨® la medida? El hoy primer ministro, Ehud Olmert.
"Isaac Shamir, Isaac Rabin y Sim¨®n Peres se negaron a abrir el t¨²nel de los asmoneos. Eran estadistas y sus Gobiernos, fuertes. Pero el Ejecutivo de Olmert se pliega a la presi¨®n de los fan¨¢ticos, de los rabinos que gestionan el recinto del Muro de las Lamentaciones, de quienes desean otra ola de violencia e impedir toda negociaci¨®n, de quienes abominan de la soluci¨®n de los dos Estados, de quienes se opon¨ªan a la evacuaci¨®n de la franja de Gaza", se?ala Ben-Dov.
Olmert est¨¢ decidido a no retroceder. Sus v¨ªnculos con los sectores ultraortodoxos israel¨ªes, forjados en su ¨¦poca de alcalde, son s¨®lidos. Ha desde?ado una petici¨®n del ministro de Defensa, Amir Peretz, para interrumpir las excavaciones, y la continuidad de las obras tampoco allana el camino a la ministra de Exteriores, Tzipi Livni. Pero como ha escrito el analista Akiva Eldar: "Livni influye tanto sobre Olmert como los hombres del tiempo sobre el clima".
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