Se?ales en el cielo
Hay que hacerse a la idea: el Inter va camino de ser campe¨®n. Ayer se apunt¨® la 15? victoria consecutiva en la Liga, algo que s¨®lo hab¨ªan conseguido antes, en 1961, el Real Madrid de Di St¨¦fano, Puskas y los cinco t¨ªtulos en fila y, en 2006 (a caballo entre dos campeonatos), el Bayern de M¨²nich. El Inter mantiene los 11 puntos de ventaja sobre el segundo, el Roma, y, m¨¢s importante que eso, ha adquirido tal prestancia que los rivales (y los ¨¢rbitros, que suelen sonre¨ªr al que gana) se le deshacen entre las manos. Faltaba Adriano y ha vuelto: cinco goles en seis partidos. Los mimos de Mancini y las vacaciones en Brasil han realizado el milagro. Y el equipo es una m¨¢quina. El Inter, tradicionalmente c¨¦lebre por su capacidad de arrancar una derrota en las mismas fauces de la victoria, no se parece en nada a s¨ª mismo.
La ex Bienamada, a la que ya s¨®lo aman los ¨ªntimos porque no hay quien aguante tal suficiencia, es calificada de "perfecta" por los comentaristas italianos. Traducci¨®n: se defiende bien y aprovecha con muy mala uva sus ocasiones de gol. El Inter no se parece a s¨ª mismo, sino al Juventus del curso pasado, s¨®lo que sin Luciano Moggi y sin (que se sepa) arreglos arbitrales.
Todo esto puede parecer banal. Siempre hay uno que gana. La cosa, sin embargo, es seria porque se trata del Inter.
El Internazionale de Mil¨¢n obtuvo su ¨²ltimo scudetto (no es elegante contar el t¨ªtulo administrativo de 2006) en 1989, el a?o en que cay¨® el Muro y acab¨® una era. El anterior lo gan¨® en 1980, el a?o en que Silvio Berlusconi cre¨®, de forma poco legal pero rentabil¨ªsima, la primera televisi¨®n privada italiana, dando inicio a lo que todos sabemos. Habr¨¢ que ver qu¨¦ cat¨¢strofe ocurre en 2007 si, como parece, el scudetto se cose otra vez sobre el frontal de las camisetas negras y azules.
Quedaba una esperanza, la de la cancelaci¨®n del campeonato. Esa esperanza se ha revelado vana. En 2006 se descubri¨® que Moggi llevaba temporadas manipulando el torneo en favor de su equipo, el Juventus, y de unos cuantos amiguetes (Milan, Fiorentina y Lazio, seg¨²n los jueces deportivos), pero no pas¨® nada. Hubo sanciones y el calcio sigui¨® adelante. En 2007 ha sido asesinado a golpes de lavabo un polic¨ªa y los ultras han lanzado su en¨¦simo desaf¨ªo al mundo, creando una situaci¨®n tan grave que se ha planteado la posibilidad de cerrar la competici¨®n y tirar la llave al pozo, pero no pasa nada. Aunque en m¨¢s de la mitad de los estadios se juega sin p¨²blico, el calcio sigue adelante.
Habr¨¢, porque siempre los hay, descontentos y aguafiestas. Gente que, en vez de saludar el estreno de Ronaldo con el Milan (un equipo tan lento que, en comparaci¨®n, el robusto Fen¨®meno parece una centella), se empe?a en mirar donde no debe. A la curva del estadio Ol¨ªmpico, por ejemplo, donde un sector de la fiel muchachada romanista se volvi¨® de espaldas al c¨¦sped mientras se guardaba un minuto de silencio en memoria del polic¨ªa Filippo Raciti. Se volvieron de espaldas y silbaron. ?Qu¨¦ problema hay? Son chavales, gente joven con ganas de expresarse. El Ol¨ªmpico, por otra parte, cumple las normas de seguridad. Como dice don Roberto S., pap¨¢ del chaval¨ªn de 100 kilos al que se acusa del asesinato del inspector Raciti junto al estadio del Catania, "es la polic¨ªa la que busca los problemas". Y, s¨ª, los muchachos del Atalanta consiguieron lanzar ayer, en pleno partido a puerta cerrada, una bomba de humo sobre la curva. ?Qu¨¦ mal hacen a nadie si el estadio est¨¢ vac¨ªo? Lo dicho: aqu¨ª no pasa nada.
Lo cual nos conduce a una conclusi¨®n optimista, que compensa el temor a que un scudetto del Inter traiga consigo desgracias tremebundas. En estos tiempos de calentamiento clim¨¢tico y amenazas nucleares, reconforta pensar que, aunque el mar se trague la humanidad, llegue el fin del mundo, estalle el planeta y nos convirtamos en polvo c¨®smico, el calcio seguir¨¢ adelante. No pasa nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.