Todos contra el di¨®xido
Con mucho retraso, el Gobierno ha redactado un documento que recoge los objetivos que debe proponerse la sociedad espa?ola para afrontar el cambio clim¨¢tico y contribuir eficazmente a la disminuci¨®n de la emisi¨®n de gases con efecto invernadero, con el di¨®xido de carbono a la cabeza como enemigo contaminante que debe eliminarse. Todas las estrategias que propone el documento son perfectamente razonables y pueden suscribirse pr¨¢cticamente con los ojos cerrados.
Las calderas calefactoras de carb¨®n deben ser sustituidas por otras menos contaminantes; el precio de la electricidad debe subir, de forma selectiva adem¨¢s, para acabar con el derroche de luz; los coches con mayor cilindrada deben ser penalizados fiscalmente; la Administraci¨®n tiene que poner en marcha est¨ªmulos econ¨®micos para el consumo de biocombustibles y el aire acondicionado en los lugares p¨²blicos tiene que someterse a l¨ªmites razonables. Pocos discutir¨¢n los grandes perfiles de esta estrategia ni el objetivo de reducir el consumo de energ¨ªa el 1% anual hasta el a?o 2012.
El problema es que, por el momento, se trata de un mapa demasiado general y poco detallado. No es lo mismo encarar un plan de ahorro energ¨¦tico con una subida del precio de la electricidad del 3% que con una del 10%; es evidente que el Gobierno tropieza con graves dificultades pol¨ªticas para repercutir en la tarifa las subidas de los costes, con unas elecciones auton¨®micas y municipales a la vuelta de la esquina y unas generales en 2008. Tampoco se puede articular un programa efectivo de eficiencia energ¨¦tica y ahorro sin definir con exactitud cu¨¢l es el destino de la producci¨®n actual de electricidad nuclear, objeto de mensajes pol¨ªticos contradictorios. Otros proyectos, como las mejoras de eficiencia en el aire acondicionado o la programaci¨®n de la temperatura en lugares p¨²blicos o centros comerciales, requieren controles e inversiones para garantizar su cumplimiento y, por tanto, es necesario comprobar el alcance de los recursos que se aportan para cumplirlas antes de emitir un veredicto sobre su eficacia potencial.
El aspecto m¨¢s valioso de esta estrategia es que el Gobierno ha captado el mensaje principal: la sociedad espa?ola necesita planes dr¨¢sticos para reducir la emisi¨®n de gases a la atm¨®sfera. No es casualidad que estos planes tengan grandes coincidencias con las disposiciones de ahorro y eficiencia energ¨¦tica que viene reclamando a voces la producci¨®n industrial del pa¨ªs. Ahora conviene estar atentos a la redacci¨®n y coordinaci¨®n de cada una de las medidas que compondr¨¢n el mosaico final. En ese encaje radican las expectativas de ¨¦xito.
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