La impostura de El Egipcio
Uno de los supuestos cerebros del atentado neg¨® en la sala su implicaci¨®n pese a las pruebas grabadas
Los dos extremos del dolor se sentaron ayer muy juntos, bajo el mismo techo. En la Casa de Campo de Madrid, los 29 acusados de participar en la matanza terrorista del 11-M siguieron la primera sesi¨®n del juicio desde una habitaci¨®n de cristal blindado, a menos de un metro de los hijos y las madres de algunas de las 191 v¨ªctimas mortales.
Una mujer joven, que acariciaba el retrato de su padre muerto, se dirigi¨® a uno de los acusados y le llam¨® asesino. Mediante gestos, Jamal Zougam, a quien algunos testigos vieron aquella terrible ma?ana en uno de los trenes que luego explotaron, le respondi¨® con gestos que ¨¦l no hab¨ªa sido, que no tuvo nada que ver.
La reacci¨®n del acusado, que en aquel momento de la ma?ana pareci¨® espont¨¢nea, no fue sino un anticipo de la estrategia que luego adopt¨® uno de los principales acusados, Rabei Osman, Mohamed el Egipcio. M¨¢s incluso que por las pruebas obtenidas por las polic¨ªas italiana y espa?ola, El Egipcio est¨¢ acorralado por su propia voz. Dos meses despu¨¦s del atentado de Madrid, los micr¨®fonos colocados en su casa de Mil¨¢n grabaron con toda nitidez su voz dici¨¦ndole a un amigo: "La operaci¨®n entera de Madrid fue idea m¨ªa. Mis queridos amigos cayeron m¨¢rtires. Al¨¢ los tenga en su misericordia".
Y pese a su voz convertida en la peor acusaci¨®n, El Egipcio lo neg¨® ayer todo. Incluso fue m¨¢s all¨¢. Intent¨® legitimar su declaraci¨®n de inocencia condenando los atentados. Este gesto, que puede sorprender en un pa¨ªs donde ni los asesinos ni los simpatizantes de ETA condenaron nunca sus cr¨ªmenes, forma parte tambi¨¦n de una estrategia. Imad Barakat, alias Abu Dahdah, juzgado y condenado el a?o pasado por ser el jefe de Al Qaeda en Espa?a, tambi¨¦n rechaz¨® repetidas veces durante el juicio el uso de la violencia. El Egipcio ofreci¨® ayer otra pista de por d¨®nde discurrir¨¢ el juicio.
Durante toda la ma?ana, se neg¨® a abrir la boca. No quiso responder ni a las preguntas de la fiscal, Olga S¨¢nchez, ni a las de los abogados de la acusaci¨®n. S¨®lo por la tarde se pudo escuchar su voz, pero exclusivamente para responder a las preguntas pactadas con su abogado, Endika Zulueta. El relato que entre los dos fueron construyendo -pese al f¨¦rreo marcaje del presidente del tribunal, que los interrumpi¨® continuamente para que no se fuesen por las ramas- es el de un inocente emigrante que huy¨® de su pa¨ªs y atraves¨® Europa buscando "una situaci¨®n socioecon¨®mica mejor".
Sin embargo, El Egipcio es un viejo conocido de los polic¨ªas espa?oles e italianos encargados de perseguir el terrorismo islamista. Los investigadores consideran probado que estuvo en la casa de Chinch¨®n (Madrid) donde se prepararon los explosivos, que recibi¨® entrenamiento en un campo de Al Qaeda en Afganist¨¢n, que lleg¨® a Espa?a tres meses antes del 11-M y que se convirti¨® en la sombra de El Tunecino, otro de los principales acusados al que se considera autor intelectual del atentado.
Otro de sus amigos, Basel Ghalyoun, fue reconocido por varios testigos en los trenes que explotaron. El Egipcio huy¨® a Mil¨¢n, donde la polic¨ªa italiana lo investig¨® hasta que consigui¨® intervenir una conversaci¨®n en la que le contaba a un amigo los detalles de la matanza de Madrid. En virtud de esa y otras pruebas, los tribunales italianos le condenaron por reclutar islamistas para la guerra santa en diversas partes del mundo. Pero ayer, en Madrid, a dos metros escasos de las v¨ªctimas, El Egipcio lo sigui¨® negando todo: "Nunca he tenido ninguna relaci¨®n con los acontecimientos que ocurrieron en Madrid". Su abogado le sirvi¨® la pregunta sobre la que apoy¨® su defensa:
-?Condena o no el atentado?
-S¨ª, obviamente yo condeno estos atentados incondicionalmente. Es una convicci¨®n que yo tengo muy clara y absoluta...
Nada m¨¢s. El Egipcio no se arriesg¨® a que alguna pregunta de la fiscal o de los abogados de la acusaci¨®n lo situara en un aprieto, en alguna contradicci¨®n. Tampoco se expuso a las miradas de las v¨ªctimas. Tanto ¨¦l como los dem¨¢s acusados de origen ¨¢rabe que siguieron el juicio desde la habitaci¨®n de cristal bajaron la cabeza cuando un hu¨¦rfano o alguna viuda busc¨® sus miradas. S¨®lo los acusados espa?oles se permitieron una actitud insolente, a veces desafiante, aparentando tranquilidad y lejan¨ªa del horror del que se les acusa.
Si alguna baza juega a favor de El Egipcio es que los investigadores nunca llegaron a encontrar ni sus huellas ni su ADN en los escenarios del horror. Como en aquella vieja canci¨®n de Raimon, "manos sucias de los que matan, manos limpias de los que mandan matar".
EL PRIMER ACUSADO
Rabei Osman se niega a contestar al fiscal y a las partes.
El Egipcio, al que la polic¨ªa considera uno de los cerebros del 11-M, bas¨® su estrategia de defensa en el silencio. Se neg¨® a contestar a todas las preguntas, salvo las de su abogado, que utiliz¨® para exculparse.
La declaraci¨®n ante el tribunal del 11-M
"Nunca he tenido ninguna relaci¨®n con los acontecimientos que ocurrieron en Madrid. Condeno estos atentados incondicionalmente".
El testimonio grabado por la polic¨ªa italiana
"La operaci¨®n entera de Madrid fue idea m¨ªa... Fueron de los m¨¢s queridos amigos... cayeron m¨¢rtires, que Al¨¢ los tenga en su misericordia...".
LA ?NICA CONVERSACI?N QUE EL EGIPCIO ADMITI? AL JUEZ DEL OLMO
Rabei Osman (El Egipcio): T¨² has o¨ªdo la noticia del pa¨ªs all¨ª, que no quiero nombrar, donde pasaron las cosas all¨ª.
Mourad Chabarou: S¨ª.
Rabei: T¨² conoces al grupo.
Mourad: S¨ª, dime, ?qu¨¦ le ha pasado a la juventud?
Rabei: Todos los problemas han pasado all¨ª, la juventud y nuestros amigos est¨¢n implicados.
Mourad: ?Han estado con ellos?
Rabei: S¨ª, cada d¨ªa est¨¢n dentro y los que han quedado all¨ª est¨¢n detenidos.
Mourad: ?Pero, si?
Rabei: Sarhane [El Tunecino] y Fouad
Mourad: ?Qu¨¦ les ha pasado?
Rabei: Est¨¢n con Dios
Mourad: ?Est¨¢s seguro de que se han ido?
Rabei: S¨ª, todo el grupo.
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