"?Eres un asesino!"
La hija de un fallecido en el 11-M se encara con Jamal Zougam, uno de los acusados
Ruth Rogado acudi¨® ayer al juicio del 11-M armada con la foto de su padre para soportar la sesi¨®n. Era una manera de darse fuerzas.
Ambrosio Rogado ten¨ªa 54 a?os cuando muri¨® por el bombazo del tren de la calle de T¨¦llez de Madrid. Era agente de seguros, alegre y amante de hacer bromas, estaba casado y ten¨ªa dos hijos. El peque?o, Rub¨¦n, tiene ahora 23 a?os; la mayor, Ruth, 28.
Ruth, siempre con la foto en la mano, se llev¨® una sorpresa cuando ayer, poco antes de las diez de la ma?ana, le asignaron el sitio desde el que contemplar¨ªa la sesi¨®n. "En primera fila, a un metro de ellos", exclamaba. "No me lo esperaba, el verlos as¨ª, tan cerca, a un paso...". "Ellos" son los encausados que -a excepci¨®n de Rabel Osman el Sayed El Egipcio, que estuvo declarando- asistieron al juicio desde una c¨¢mara blindada, sentados en unos bancos de madera.
Llevaba meses pensando en el juicio, pero cuando ¨¦ste comenz¨® le ahogaba la angustia
Ruth se pas¨® una parte de la sesi¨®n mirando a la cara a los acusados del atentado
A un metro de Ruth estaba, con el cristal de por medio, Jamal Zougam, acusado de ser uno de los autores materiales del atentado. Es el propietario del locutorio telef¨®nico del que salieron las tarjetas prepago que hab¨ªa en los tel¨¦fonos que sirvieron para activar las bombas. Adem¨¢s, hay varios testigos que afirman haberle visto en los vagones. Uno asegura incluso haber recibido un codazo de Zougam cuando ¨¦ste depositaba la mochila con la dinamita debajo de un asiento del tren.
En un momento de la sesi¨®n de la ma?ana, Ruth se encar¨® con Zougam. Se acerc¨® a¨²n m¨¢s a ¨¦l y, a trav¨¦s del cristal que les separaba, le grit¨®: "Eres un asesino".
El otro la oy¨®. "Y se se?al¨®, diciendo que ¨¦l no hab¨ªa sido, y compuso un gesto que quer¨ªa decir que ¨¦l no ten¨ªa nada que ver".
Ruth se pas¨® buena parte del juicio mirando al frente, a la cara de los hombres encerrados en la pecera blindada, a los acusados de haber matado 191 personas, entre ellas a su padre.
"Pero ellos no aguantaban la mirada, me llam¨® la atenci¨®n eso, por lo general no se atrev¨ªan a aguantarme la mirada, bajaban la cara y miraban al suelo", afirmaba Ruth a la salida del juicio. "Y el peor de todos es [Jos¨¦ Emilio] Su¨¢rez Trashorras, [acusado de vender la dinamita a uno de los integrantes de la c¨¦lula islamista, Jamal Ahmidan, El Chino], ¨¦se es al que m¨¢s odio le tengo, ¨¦se tampoco se atrev¨ªa a aguantar la mirada, se pon¨ªa de espaldas".
Jo?lle Voyer Chaillou, una ciudadana francesa que la ma?ana del 11 de marzo viajaba en el tren que explot¨® en la estaci¨®n de El Pozo tambi¨¦n necesit¨® protegerse con algo mientras asist¨ªa al juicio.
Ayer, acudi¨® temprano para conseguir una acreditaci¨®n; llevaba meses pensando en el juicio. Pero cuando ¨¦ste comenz¨® le ahogaba la angustia de contemplar de cerca a las personas que a punto estuvieron de matarla. O de escuchar la negativa de El Egipcio a responder las preguntas de la fiscal¨ªa.
Y se puso a leer el peri¨®dico. Para intentar distraerse y pensar, infructuosamente, en cualquier otra cosa que la sacara de ah¨ª por un momento. Voyer, de 54 a?os, trabajaba de bibliotecaria en el Palacio Real. Despu¨¦s del atentado sufri¨® heridas f¨ªsicas, como las del o¨ªdo. Y otras invisibles que le han perseguido mucho m¨¢s tiempo, y que a¨²n la persiguen: "Me he vuelto m¨¢s nerviosa, m¨¢s irascible, m¨¢s agresiva, tengo muchos m¨¢s despistes, soy incapaz de dormir seguido y padezco pesadillas".
La mujer continu¨®: "Es duro ver la cara de los asesinos y espero que sobre ellos caiga todo el peso de la ley", a?adi¨®, al final de la sesi¨®n. En principio, no piensa volver al juicio.
Ruth, s¨ª. Asegura que seg¨²n se acercaba la fecha, la familia se ha ido poniendo m¨¢s nerviosa. Y que lo ha pasado mal. Pero ayer, al t¨¦rmino de la sesi¨®n de la ma?ana, caminaba con entereza. Y se promet¨ªa a s¨ª misma acudir una vez a la semana.
Con la foto de su padre para protegerse.
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