Un suspiro de alivio
El s¨ª fue rotundo, pero la participaci¨®n result¨® un aut¨¦ntico fracaso. Si las palabras no se las llevara el viento, el resultado del refer¨¦ndum para ratificar el nuevo Estatuto nos deja una comunidad, pol¨ªticamente hablando, anor¨¦xica. Es el resultado de aplicar a la inversa lo esgrimido por los socialistas en la campa?a, lo de "a mayor participaci¨®n, mayor peso pol¨ªtico de Andaluc¨ªa". Por esta regla de tres, el PSOE deber¨ªa concluir que la cita del domingo nos ha dejado en los huesos pol¨ªticos. Por m¨¢s que se empe?en los partidos en mirar los resultados dejando de lado el escaso n¨²mero de votantes, la abstenci¨®n de casi dos tercios del electorado es una prueba evidente del desd¨¦n con el que demasiados ciudadanos han visto este proceso, a pesar de la indudable carga hist¨®rica con la que los partidos hab¨ªan revestido esta reforma.
Y lo peor es que no ha habido un solo dato que no fuera predecible, despu¨¦s de un largo proceso de debate muy alejado de la realidad diaria de los ciudadanos y de una sopor¨ªfera campa?a donde se ha hablado de casi todo menos del Estatuto. Si los partidos pol¨ªticos se preocuparan por solucionar el alejamiento que existe entre sus prioridades y las que tienen los ciudadanos, se ahorrar¨ªan estos d¨ªas las rocambolescas justificaciones que est¨¢n ofreciendo para explicar la elevada abstenci¨®n. Y con ello no trato de cuestionar la necesidad de la reforma del Estatuto, ya que s¨ª realmente la hab¨ªa sus impulsores tendr¨¢n que admitir su incapacidad para trasladar a dos de cada tres andaluces los avances que contempla.
Chaves comenz¨® la legislatura en una nube y el refer¨¦ndum le acaba de colocar los pies en el suelo. Tras las elecciones del 94, es el tropiezo m¨¢s importante que ha sufrido desde que accedi¨® a la presidencia de la Junta, por m¨¢s evidente que fuera la escasa motivaci¨®n que ten¨ªan los ciudadanos para refrendar una reforma que sab¨ªan de antemano que iba a salir adelante. Los datos s¨®lo admiten una lectura: ning¨²n partido puede considerar un ¨¦xito la cita del domingo. Y todos deben repartirse la responsabilidad de haber sacado adelante el nuevo texto con el menor nivel de participaci¨®n en unas elecciones de toda la historia, ya que ninguno propugnaba la abstenci¨®n. Javier Arenas, como l¨ªder del PP andaluz, apoy¨® finalmente la reforma, consciente de que la derecha andaluza no pod¨ªa incurrir, por segunda vez, en el error hist¨®rico que supuso oponerse a la autonom¨ªa por la v¨ªa r¨¢pida. Sin embargo, es evidente que el duro discurso de su partido en contra de las reformas estatutarias ha calado m¨¢s en su electorado que su s¨ª in extremis al Estatuto andaluz. La lectura que el PA est¨¢ haciendo de los resultados es surrealista. Empez¨® la campa?a desde la nada y ha subido varios pelda?os hacia la m¨¢s absoluta irrelevancia pol¨ªtica.
A tenor de lo ocurrido, la sensaci¨®n de los andaluces, m¨¢s que de satisfacci¨®n por tener un nuevo Estatuto, es de alivio. Se termin¨®, por fin, la campa?a de la reforma. Y lo que ahora tendr¨¢n que pedir los ciudadanos a los pol¨ªticos es que se dediquen a hacer realidad el articulado. El nuevo Estatuto es manifiestamente mejor que el anterior. Se da categor¨ªa de derecho a muchos de los problemas que tienen los ciudadanos: la estabilidad en el empleo; el acceso a una vivienda; el respeto al medioambiente y los l¨ªmites a la especulaci¨®n urban¨ªstica, entre otros. Sin duda, cumplirlo le dar¨¢ m¨¢s apoyo al Estatuto que el obtenido en las urnas.
Sin embargo, el problema es el fantasma de la abstenci¨®n. Cada d¨ªa, por visible, menos fantasma. El actual clima de confrontaci¨®n entre la clase pol¨ªtica, incluso en los temas en los que est¨¢n de acuerdo, est¨¢ alejando a un sector muy importante de la ciudadan¨ªa de las urnas. Esta fragilidad electoral corre el riesgo de repetirse en las pr¨®ximas municipales, donde el porcentaje de abstenci¨®n ser¨¢ m¨¢s alto en muchos municipios que el que logre el partido que obtenga la alcald¨ªa. Ser¨ªa preocupante para la democracia que el pr¨®ximo mes de mayo, cuando se elijan las nuevas corporaciones, los ciudadanos vuelven a tener la misma sensaci¨®n tras el recuento de votos: otro suspiro de alivio.
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