El alcohol da?a el cerebro adolescente
La mitad de los j¨®venes que empiezan a beber antes de los 14 a?os desarrollar¨¢ dependencia
Los adolescentes han bebido alcohol durante siglos, pero el que hasta ahora hab¨ªa sido un debate social y moral podr¨ªa no tardar en centrarse en la neurobiolog¨ªa. Los costes de un consumo elevado a una edad temprana parecen ir mucho m¨¢s all¨¢ del tiempo que roba el alcohol a los deberes, el riesgo de peleas o accidentes y las dificultades que a?ade al crecimiento. Cada vez m¨¢s investigaciones indican que el alcohol provoca m¨¢s da?os al cerebro en desarrollo de los adolescentes de lo que se sol¨ªa creer, y les causa unas lesiones significativamente mayores que al cerebro de los adultos.
Los j¨®venes aguantan m¨¢s bebiendo y tambi¨¦n da?an m¨¢s sus funciones cognitivas
Una zona afectada es el hipocampo, que resulta crucial para la memoria y el aprendizaje
Aunque son preliminares, los hallazgos han echado por tierra la suposici¨®n de que la gente puede beber mucho durante a?os sin sufrir lesiones neurol¨®gicas significativas. Y la investigaci¨®n incluso apunta a que un gran consumo de alcohol a una edad temprana podr¨ªa socavar precisamente las capacidades neurol¨®gicas necesarias para protegerse del alcoholismo.
Los nuevos descubrimientos pueden ayudar a explicar por qu¨¦ las personas que empiezan a beber a una edad temprana corren un enorme riesgo de convertirse en alcoh¨®licas. Seg¨²n los resultados de un sondeo realizado en Estados Unidos entre 43.093 adultos y publicado el 3 de julio en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, un 47% de las personas que comienzan a beber alcohol antes de los 14 a?os desarrollan una dependencia en alg¨²n momento de su vida, en comparaci¨®n con un 9% de aquellos que esperan como m¨ªnimo hasta los 21 a?os. La correlaci¨®n se mantiene incluso cuando se tienen en cuenta los riesgos gen¨¦ticos de alcoholismo.
La prueba m¨¢s alarmante de da?o f¨ªsico proviene de experimentos de laboratorio con cerebros de ratas adolescentes sometidos a grandes cantidades de alcohol. Esos estudios observaron importantes da?os celulares en el cerebro anterior y el hipocampo. Y, aunque no est¨¢ claro hasta qu¨¦ punto pueden aplicarse directamente esos hallazgos al ser humano, existen ciertas pruebas que indican que los alcoh¨®licos j¨®venes pueden sufrir d¨¦ficit an¨¢logos. Por ejemplo, los estudios realizados durante los ¨²ltimos ocho a?os por investigadores de San Diego descubrieron que los adolescentes alcoh¨®licos obtienen malos resultados en pruebas de memoria verbal y no verbal, concentraci¨®n y ejercicio de las habilidades espaciales, como las necesarias para leer un mapa o montar una estanter¨ªa.
"Ahora no cabe duda de ello: el consumo excesivo de alcohol en la adolescencia entra?a consecuencias cognitivas a largo plazo", afirma Aaron White, catedr¨¢tico adjunto de investigaci¨®n del departamento psiqui¨¢trico de la Universidad de Duke y coautor de un estudio reciente sobre consumo extremo de alcohol en campus universitarios. "Evidentemente, hace cinco o 10 a?os no sab¨ªamos que el alcohol afectaba al cerebro adolescente de forma distinta", se?ala White, que tambi¨¦n ha participado en la investigaci¨®n de Duke sobre los efectos del alcohol en ratas adolescentes. "Ahora existe una sensaci¨®n de urgencia. La situaci¨®n es la misma que cuando todo el mundo se dio cuenta de lo malo que era que las mujeres embarazadas tomaran alcohol".
Una de las dos zonas cerebrales que se sabe que se ven afectadas es el hipocampo, una estructura crucial para el aprendizaje y la memoria. En 1995, el grupo del neuropsic¨®logo Scott Swartzwelder del Duke y el Veterans Affairs Medical Center de Durham, al que pertenece White, observ¨® que las ratas que se encontraban bajo los efectos del alcohol ten¨ªan muchos m¨¢s problemas que las ratas adultas achispadas cuando se les ped¨ªa repetidamente que localizaran una plataforma sumergida en una ba?era de agua turbia y que nadaran hasta ella.
Swartzwelder afirma que es probable que en adolescentes humanos unos mecanismos neuronales an¨¢logos expliquen las lipotimias, una p¨¦rdida de memoria para los acontecimientos que se producen durante una noche de gran consumo de alcohol sin p¨¦rdida del conocimiento.
Toren Volkmann, de 26 a?os, es un estudiante de la Universidad de San Diego que a los 14 a?os empez¨® a beber copiosamente casi todos los fines de semana, y a los 24 a?os ingres¨® voluntariamente en una cl¨ªnica para someterse a un programa de tratamiento del alcohol. "Para m¨ª era algo habitual padecer una lipotimia al menos una o dos veces cada fin de semana cuando estaba terminando el instituto, y por supuesto en la universidad; no le daba ninguna importancia", dice Volkmann, coautor, junto con su madre, Chris, de From binge to blackout [De la borrachera a la lipotimia]
. Otras investigaciones han descubierto que, aunque las ratas adolescentes alcoh¨®licas se vuelven m¨¢s sensibles a la discapacidad de la memoria, sus c¨¦lulas del hipocampo responden menos que las de los ejemplares adultos al neurotransmisor ¨¢cido gamma-amino-but¨ªrico (GABA, siglas en ingl¨¦s), que ayuda a inducir tranquilidad y somnolencia. Este mecanismo celular puede ayudar a explicar la observaci¨®n que realizaba Jack London en John Barleycorn: las memorias alcoh¨®licas de que cuando era un adolescente pod¨ªa seguir bebiendo mucho tiempo despu¨¦s de que sus compa?eros adultos se hubieran quedado dormidos.
"Sin duda, algo cambia en el cerebro cuando est¨¢ expuesto al alcohol de forma temprana", dice Swartzwelder en una entrevista. "Es un arma de doble filo y ambos filos son malos. Los adolescentes pueden beber mucho m¨¢s que los adultos antes de estar lo bastante dormidos como para dejarlo, pero por el camino est¨¢n perjudicando sus funciones cognitivas con mucha m¨¢s intensidad".
En 1998, Sandra Brown y Susan Tapert, psic¨®logas cl¨ªnicas de la Universidad de California, San Diego, descubrieron que los j¨®venes de 15 a 16 a?os que dijeron haberse emborrachado como m¨ªnimo en 100 ocasiones obtuvieron unos resultados significativamente peores que sus compa?eros abstemios en pruebas de memoria verbal y no verbal. Los adolescentes, que estuvieron sobrios durante las pruebas, se hab¨ªan emborrachado un promedio de 750 veces a lo largo de sus cortas vidas. "El consumo elevado de alcohol durante la adolescencia est¨¢ asociado con unos d¨¦ficit cognitivos que empeoran si dicho consumo prosigue hasta la adolescencia tard¨ªa y los primeros estadios de la vida adulta", afirma Tapert.
Dos estudios con resonancia magn¨¦tica, uno de ellos realizado por Tapert, han descubierto que los adolescentes que consumen mucho alcohol presentan un hipocampo significativamente menor que el de sus hom¨®logos sobrios. Pero, seg¨²n los investigadores, tambi¨¦n es posible que quienes consumen mucho alcohol tuvieran un hipocampo m¨¢s peque?o incluso antes de empezar a beber. Los adolescentes que consumen mucho alcohol tambi¨¦n podr¨ªan utilizar el cerebro de forma distinta para compensar sutiles lesiones neurol¨®gicas, dice Tapert. Un estudio publicado en 2004 que utiliz¨® resonancias magn¨¦ticas funcionales, observ¨® que los adolescentes que abusan del alcohol y que se sometieron a una prueba espacial mostraron una mayor activaci¨®n de las regiones parietales del cerebro, hacia la zona anterior del cr¨¢neo, que los adolescentes abstemios.
Tapert plantea la hip¨®tesis de que cuando los bebedores son m¨¢s j¨®venes, el cerebro ha sido capaz de reclutar a zonas m¨¢s amplias para esa tarea. "?ste es un c¨¢lculo bastante fiable de los primeros estadios de un trastorno neuronal sutil, y es probable que se pueda rectificar si la persona deja de beber", se?ala.
Trastornos en la motivaci¨®n
Adem¨¢s de en el hipocampo, el alcohol tambi¨¦n parece provocar da?os graves en las zonas frontales del cerebro adolescente, que son cruciales para controlar los impulsos y reflexionar sobre las consecuencias de las acciones, unas capacidades de las que carecen muchos adictos y alcoh¨®licos de todas las edades.
En 2000, Fulton Crews, un neurofarmac¨®logo de la Universidad de Carolina del Norte, someti¨® a ratas adolescentes y adultas al equivalente a una borrachera de cuatro d¨ªas y luego les practic¨® una autopsia, seccionando el cerebro anterior y roci¨¢ndolo con una soluci¨®n de plata para identificar neuronas muertas. Todas las ratas presentaron algunas c¨¦lulas muertas en el cerebro anterior, pero el da?o fue como m¨ªnimo el doble de grave en el cerebro anterior de las ratas adolescentes, y se produjo en algunas zonas que quedaron totalmente intactas en los ejemplares adultos.
"El alcohol provoca un trastorno en algunas zonas del cerebro esenciales para el autocontrol, la motivaci¨®n y la fijaci¨®n de metas", afirma Crews, y puede agravar vulnerabilidades gen¨¦ticas y psicol¨®gicas ya existentes.
"El consumo temprano de alcohol afecta a un cerebro sensible de un modo que fomenta la progresi¨®n hacia la adicci¨®n", a?ade.
"Supongamos que usted ha sido detenido por conducir borracho y ha pasado varios d¨ªas en la c¨¢rcel", comenta Crews. "Usted dir¨ªa: 'No pienso volver a ir a toda velocidad ni conducir bebido', porque tiene la capacidad de sopesar las consecuencias y la importancia de una conducta. Eso es exactamente lo que los adictos no hacen".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.