¡°Baila y s¨¦ feliz¡±: fotograf¨ªas y versos de afganas que sue?an con ser libres
Im¨¢genes capturadas por j¨®venes artistas y la tradici¨®n po¨¦tica oral de campesinas de los a?os setenta coinciden en mostrar un pa¨ªs desconocido y sorprendente, donde las protagonistas son las mujeres, a las que los talibanes quieren acallar desde 2021
En la d¨¦cada de los setenta, en una zona rural de Afganist¨¢n, una mujer past¨²n clam¨®, pensando en su amante: ¡°Ven y s¨¦ una flor en mi pecho, para que pueda refrescarte cada ma?ana con un estallido de risa¡±. Cincuenta a?os m¨¢s tarde, Mahnaz y Somayeh Ebrahimi, dos veintea?eras de la minor¨ªa chiita hazara, desafiando los dictados de los talibanes, publicaron en las redes sociales la fotograf¨ªa de una novia despeinada con zapatillas deportivas, visera y gafas de sol y la de una chica con los brazos abiertos, con pantalones y sin velo. La titularon Baila y s¨¦ feliz porque la vida es hoy.
El grito de las campesinas y el de las j¨®venes fot¨®grafas es el mismo. Las mujeres de Afganist¨¢n llevan d¨¦cadas persiguiendo espacios en los que sentirse libres y ser ellas mismas. Esta semana, en la librer¨ªa Balqis de Madrid, se pudo escuchar su poes¨ªa conmovedora y rebelde y visitar la exposici¨®n fotogr¨¢fica Hazara. Autoficci¨®n y costumbrismo en Afganist¨¢n.
¡°Las descubr¨ª por casualidad en redes sociales, donde no ten¨ªan apenas seguidores. Encontr¨¦, entre otras, una fotograf¨ªa de una ni?a que era apuntada con un fusil mientras tiene en sus manos un cuaderno en el que est¨¢ escrito ¡®no es justo¡¯. Era una imagen escenificada, una autoficci¨®n que dec¨ªa much¨ªsimas cosas en ese momento en que las ni?as en Afganist¨¢n ya no pod¨ªan ir a la escuela¡±, explica a este diario Edith Arance, comisaria de la muestra y responsable de la Galer¨ªa Sura, localizada dentro de la librer¨ªa.
Sin medios t¨¦cnicos y armadas ¨²nicamente con sus tel¨¦fonos m¨®viles, estas dos j¨®venes, que no usan sus nombres verdaderos ni dan detalles sobre el lugar en el que viven por razones de seguridad, env¨ªan mensajes de una gran fuerza retratando o recreando instantes de sus vidas diarias desde el retorno de los talibanes al poder en 2021. Unos pies encadenados, un libro de texto ensangrentado, el cabello trenzado de una anciana con manos endurecidas por el trabajo, la libertad reflejada en globos que se echan a volar, la naturaleza exuberante o la guerra omnipresente en los tanques abandonados.
Muchas veces, una de las j¨®venes fot¨®grafas es la modelo de la otra, como en la imagen de la novia transgresora. Una de ellas se iba a casar y quiso posar as¨ª, en una estampa muy diferente a lo que fue su boda, en cuyas fotos aparece seria, con su esposo agarr¨¢ndola por la cintura, luciendo un peinado elaborado y sumamente maquillada. ¡°Quiero pensar que a ella le hubiera gustado m¨¢s bien casarse as¨ª¡±, opina la comisaria, se?alando la fotograf¨ªa.
¡°Me pareci¨® que este trabajo ten¨ªa que verse. Tienen mucho talento y est¨¢n contando ellas mismas su propia vida. Las contact¨¦ para proponerles exponer y aceptaron enseguida. Nunca nadie hab¨ªa prestado atenci¨®n a sus im¨¢genes¡±, explica Arance. A partir de ah¨ª, empez¨® el trabajo de recopilar fotograf¨ªas, rescatar algunas de m¨®viles viejos, enviar archivos y construir una muestra que cuente una historia. ¡°Ellas est¨¢n felices, me preguntan cada noche si ha venido gente a ver la exposici¨®n. Esto les da la vida¡±, agrega la comisaria de ¡°Hazara¡±, que se puede visitar hasta finales de mes y enviar¨¢ a las fot¨®grafas lo recaudado con la venta de las im¨¢genes. El sue?o de las dos artistas ser¨ªa tener ¡°una c¨¢mara de verdad¡±, un bien precioso que tendr¨ªan que usar a escondidas en el Afganist¨¢n actual.
Este trabajo ten¨ªa que verse. Tienen mucho talento y est¨¢n contando ellas mismas su propia vida. Las contact¨¦ para proponerles exponer y aceptaron enseguida. Nunca nadie hab¨ªa prestado atenci¨®n a sus im¨¢genesEdith Arance, Galer¨ªa Sura
Porque desde que regresaron al poder, los talibanes han publicado m¨¢s de 100 edictos que invisibilizan cada d¨ªa m¨¢s a la mujer en la sociedad. Sobre todo, han cerrado las puertas de la educaci¨®n a las afganas de m¨¢s de 12 a?os, una situaci¨®n in¨¦dita en el mundo, y las han excluido de la mayor¨ªa de los puestos de trabajo y de los lugares de ocio. En agosto, un edicto prohibi¨® a las mujeres hablar en p¨²blico, en diciembre se decidi¨® que no podr¨ªan formarse para trabajar en el sector sanitario, uno de los ¨²ltimos reductos profesionales que les quedaban. La ONU considera que el r¨¦gimen talib¨¢n ha instaurado un apartheid de g¨¦nero y una persecuci¨®n contra las afganas.
Mujeres que hablan de s¨ª mismas
La misma emoci¨®n que sinti¨® Arance al ver las fotos de Mahnaz y Somayeh Ebrahimi invadi¨® hace m¨¢s de 20 a?os a la escritora, traductora y miembro de la Real Academia Espa?ola, Clara Jan¨¦s, cuando cay¨® por casualidad en sus manos un libro en franc¨¦s, que plasmaba la poes¨ªa oral de las mujeres past¨²n, llevada al papel por el escritor afgano Sayd Bahod¨ªn Majruh y publicada por primera vez en Par¨ªs en 1994 con el t¨ªtulo Le suicide et le chant (El suicidio y el canto).
Un rostro fascinante brota de estos textos: el de una mujer que canta y habla de s¨ª misma y tambi¨¦n de los hombres y el mundo que la rodean. Un rostro orgulloso, despiadado y rebeldeClara Jan¨¦s, escritora
Al adentrarse en sus p¨¢ginas se entiende r¨¢pidamente por qu¨¦. Las voces femeninas transmiten escenas, sentimientos y formas de vivir alejadas de la imagen simplista y estereotipada que se puede tener de Afganist¨¢n. Trabajando en los campos, yendo a recoger agua a la fuente o exiliadas en un campo de refugiados en un pa¨ªs extranjero, estas afganas, a veces analfabetas, creaban versos llenos de emoci¨®n, fuerza y ritmo interno que describ¨ªan pasiones clandestinas, dolor, rebeld¨ªa y muerte. Se les llama landay (que significa literalmente ¡®el breve¡¯), est¨¢n alejadas de cualquier modelo y fueron improvisadas, transmitidas oralmente y memorizadas por otras mujeres.
¡°Me sorprendi¨® todo al leer estos poemas, que son un grito del coraz¨®n. Un rostro fascinante brota de estos textos: el de una mujer que canta y habla de s¨ª misma y tambi¨¦n de los hombres y el mundo que la rodean. Un rostro orgulloso, despiadado y rebelde¡±, dice Jan¨¦s a EL PA?S, en una descripci¨®n que puede perfectamente aplicarse tambi¨¦n a las fotograf¨ªas de las j¨®venes hazara, pese a pertenecer a dos etnias diferentes y a menudo enfrentadas en Afganist¨¢n.
Jan¨¦s tradujo la recopilaci¨®n hecha por Sayd Bahod¨ªn Majruh, asesinado en Peshawar en 1988, y contextualiz¨® esta poes¨ªa femenina oral, que fue publicada en 2002 por Ediciones de Oriente y del Mediterr¨¢neo bajo el t¨ªtulo El suicidio y el canto. ¡°A?os despu¨¦s, y visto el rumbo que toma Afganist¨¢n, el libro est¨¢ viviendo una especie de segunda vida¡±, explica Inma Jim¨¦nez, responsable de la editorial, durante la lectura de varios fragmentos de este libro, esta semana en Madrid.
¡°En secreto ardo, en secreto lloro, soy la mujer past¨²n que no puede desvelar su amor¡±, ¡°Mi amor, abre mi tumba y contempla el polvo que cubre la hermosa ebriedad de mis ojos¡±, ¡°Ven como un collar en derredor de mi cuello, yo te mecer¨¦ sobre las c¨²pulas de mis senos¡±, ¡°Monta?as nos separan ahora, solo los p¨¢jaros ser¨¢n nuestros mensajeros, y sus cantos, los presagios¡±, dicen algunos de estos versos recitados por Jan¨¦s.
Es una poes¨ªa rural, muy primitiva y corporal, que transmite miedos muy reales y deseos terrenales que se alejan del amor m¨ªstico y de lo insondable. ¡°El ¨²nico m¨¢s all¨¢ de estas mujeres es un precioso m¨¢s all¨¢ interior¡±, resume Jan¨¦s. Los versos amorosos se reservan al amante y al marido se le define como ¡°el peque?o horrible¡±, una muestra clara de que estas mujeres eran tambi¨¦n capaces de re¨ªrse de s¨ª mismas y de los dem¨¢s, aunque sus infidelidades o su rebeld¨ªa pudieran ser castigadas con la muerte.
En esa sociedad en que la mujer se siente reprimida, escarnecida y olvidada desde que nace, ?cu¨¢l puede ser su reacci¨®n? ¡°Aparentemente, la sumisi¨®n completa¡±, responde la escritora, explicando que ante ellas se abren adem¨¢s otras dos posibilidades, a las que el libro debe su t¨ªtulo: ¡°el suicidio, prohibido por el islam, y el canto, que tambi¨¦n representa un gran desaf¨ªo de las normas sociales¡±.
¡°Pero este libro es todo menos l¨²gubre porque las mujeres afganas no son l¨²gubres. Ellas hicieron suya la poes¨ªa en una sociedad regida por los valores masculinos, donde la mujer siempre ha vivido en condiciones muy duras¡±, concluye Jan¨¦s.
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