Purgar agua de mar
Nadie parece haber notado que el pasado fin de a?o Su Majestad no recibi¨® al presidente de la Generalitat en su chalet de Baqueira Beret, como era costumbre desde la era de Pujol. Un asesor externo del tripartito me tranquiliza: "Si Montilla no pudo hacerse la foto nevada de rigor junto al Rey no fue porque tenga como vicepresidente a un republicano independentista. Simplemente, no hab¨ªa nevado lo suficiente, y aunque parezca mentira, que no nevara tampoco fue culpa de Carod Rovira". Le digo que esto est¨¢ por ver. El asesor externo me regala en DVD el documental de Al Gore sobre el cambio clim¨¢tico para demostrarme que el calentamiento global tampoco es culpa de Carod Rovira. Despu¨¦s de ver An inconvenient truth las pesadillas no me dejan dormir.
Cada noche, mientras sudo en la cama, me asaltan im¨¢genes apocal¨ªpticas de la Barcelona de mis bisnietos, dentro de 150 a?os. En una de estas pesadillas, el Eixample quedaba sumergido hasta la Gran Via, convertido en poco m¨¢s que una extensi¨®n del Mediterr¨¢neo. El paseo de Gr¨¤cia se transformaba en una playa sofocante. En el Gaixample, a la altura de Comte Borrell, hab¨ªa una playa nudista, con algunas sombras. La plaza de Espanya era un embarcadero para los que visitaban la isla de Montju?c: el MNAC quedaba aislado por encima del oleaje como un museo flotante, y el cementerio, con todos sus mausoleos a la deriva, s¨®lo era accesible por mar, gracias a los servicios de Caronte, que con sus remos guiaba las sombras errantes de los difuntos por la antigua ronda del Litoral...
Para tranquilizarme, el asesor externo me facilita el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Science, que publica un art¨ªculo esperanzador de dos cient¨ªficos del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona. Leo las tres p¨¢ginas que ocupa Strong relationship between DMS and the solar radiation dose over the global surface ocean y no logro entender casi nada, ni alcanzo a comprender por qu¨¦ se trata de un art¨ªculo esperanzador ante la grave amenaza del cambio clim¨¢tico. Intrigado, llamo al instituto y solicito una entrevista con el doctor Rafel Sim¨®, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, para que me lo explique.
Sim¨® firma el art¨ªculo junto con el joven Sergio M. Vallina, que ha conseguido la proeza de publicar en Science con s¨®lo 30 a?os. El instituto se encuentra en un edificio blanco de grandes dimensiones, al lado del hotel Arts, en primera l¨ªnea de mar. Sim¨® y Vallina me reciben en su despacho del departamento de Biolog¨ªa Marina y Oceanograf¨ªa.
Nada m¨¢s verlos les pregunto, a bocajarro, si han visto el documental de Al Gore. Me confiesan que no, sin ninguna afectaci¨®n ni remordimiento. "Nosotros ya hace mucho tiempo que estamos convencidos de la existencia del cambio clim¨¢tico", dice Sim¨®.
"Aqu¨ª tratamos este asunto de forma desapasionada. No necesitamos que nadie nos convenza. Pero tendremos que ver la pel¨ªcula. Ya empiezo a estar harto de que todo el mundo me haga la misma pregunta", a?ade Vallina. Tambi¨¦n quitan importancia al art¨ªculo de Science porque su caso es extraordinario pero no ¨²nico en el Instituto de Ciencias del Mar, cuyo equipo ha publicado en los ¨²ltimos 18 meses seis art¨ªculos en Science y dos en la revista Nature, "una aportaci¨®n espectacular que probablemente no volver¨¢ a repetirse en mucho tiempo". Sim¨® y Vallina se dedican a purgar agua de mar y a recoger datos de sat¨¦lites para estudiar los intercambios entre el oc¨¦ano y la atm¨®sfera. En su ¨²ltimo art¨ªculo, aportan datos que parecen confirmar una tesis del a?o 1987 formulada por uno de los padres de la teor¨ªa Gaya, seg¨²n la cual existe una proporcionalidad entre la emisi¨®n de azufre por parte del mar y la radiaci¨®n solar. "Hemos descubierto que el oc¨¦ano emite m¨¢s azufre a la atm¨®sfera cuanta m¨¢s radiaci¨®n solar recibe, formando un efecto parasol a escala global", dice Sim¨®. Vallina a?ade: "Este fen¨®meno de respuesta a la radiaci¨®n solar se produce en todos los oc¨¦anos del planeta, con independencia de su latitud, su temperatura o la cantidad de plancton que vive en ellos". ?Significa esto que la naturaleza es sabia y que el clima sabr¨¢ regularse solo en ciclos sucesivos? "Evaluar si el efecto parasol puede amortiguar el cambio clim¨¢tico actual no es tarea f¨¢cil", responde Sim¨®. "Antes habr¨ªa que averiguar si este cambio conlleva un aumento de la radiaci¨®n solar en el oc¨¦ano, lo cual depende de muchos factores todav¨ªa poco conocidos".
El planeta no se salvar¨¢ si la agresi¨®n humana no cesa. La lecci¨®n de estos dos cient¨ªficos no da para mucho optimismo, pero conversar con ellos me sosiega un poco. Salgo a la calle, y me detengo ante la playa. No hay nada m¨¢s hipn¨®tico que el mar (aparte de la tele, claro). El Mediterr¨¢neo, agitado, se alza una y otra vez como si se sucedieran im¨¢genes en una pantalla. Las olas se levantan y se desmayan en una eterna sesi¨®n continua. Yo me quedo con esta pel¨ªcula.
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