Demanda a la baja
Pese a los esfuerzos de la Junta por presentar los resultados del refer¨¦ndum del Estatuto de Andaluc¨ªa a la luz de la arrolladora victoria del s¨ª (87,45%) frente al no (9,48%), el dato pol¨ªtico realmente significativo del escrutinio del pasado domingo fue la baja participaci¨®n (el 36,28%) de los seis millones largos de ciudadanos convocados a las urnas. Esa mareante bolsa abstencionista del 63,72% no tiene paternidad conocida; las cuatro fuerzas pol¨ªticas con representaci¨®n parlamentaria hab¨ªan recomendado oficialmente a sus clientelas el ejercicio del derecho al sufragio: PSOE, PP e IU, a favor, y el Partido Andalucista (PA), en contra, del Estatuto. En cualquier caso, las investigaciones poselectorales permitir¨¢n comparar con exactitud la participaci¨®n refrendataria en cada colegio, barrio o ayuntamiento con los resultados de los comicios legislativos, auton¨®micos y municipales: si la abstenci¨®n registrada supera a la media andaluza y adem¨¢s existe un partido tradicionalmente dominante en el distrito estudiado, existir¨¢ la posibilidad de relacionar con ¨¦xito las dos variables.
Seg¨²n las primeras informaciones period¨ªsticas, buena parte de las circunscripciones controladas por el PP ofrecen porcentajes de participaci¨®n inferiores a la media. Adem¨¢s, es altamente probable que una cuota indeterminada de los 206.000 votos depositados en contra del Estatuto procediera de la derecha y de la izquierda: el PA qued¨® en las elecciones de 2004 tres puntos por debajo del no registrado el domingo. Las ambiguas y cambiantes relaciones mantenidas por los dirigentes populares con el Estatuto de Andaluc¨ªa a lo largo de su tramitaci¨®n desconcertaron sin duda a sus electores: no les debi¨® resultar f¨¢cil pasar de los trinos patrioteros al estilo de La venganza de Don Mendo recitados por Mariano Rajoy durante la etapa de dura pugna con el PSOE al amable costumbrismo sainetero de los hermanos ?lvarez Quintero cultivado por Javier Arenas en la fase de entendimiento con los socialistas.
En mayo de 2006, el PP se pronunci¨® agresivamente contra la propuesta estatutaria aprobada por el Parlamento andaluz y contra su posterior toma en consideraci¨®n por el Congreso; el exorcismo de Andaluc¨ªa como realidad nacional -mencionada en el Pre¨¢mbulo- fue elevado a la condici¨®n de conjuro diab¨®lico. Pero los amargos recuerdos del refer¨¦ndum de ratificaci¨®n de la iniciativa auton¨®mica de Andaluc¨ªa de 28 de febrero de 1980, cuyo sabotaje por UCD y AP regal¨® al PSOE la hegemon¨ªa territorial durante m¨¢s de cinco lustros y le abri¨® en 1982 las puertas del Gobierno, hicieron recapacitar al PP sobre la conveniencia de subirse al tranv¨ªa estatutario en la ¨²ltima estaci¨®n. En noviembre de 2006, los populares pactaron con los socialistas a toda prisa en el Congreso -a cambio de algunos zurcidos ret¨®ricos y otras cl¨¢usulas superfluas- el texto del Estatuto sometido a refer¨¦ndum: hasta la realidad nacional (meses antes un "abracadabra" que causaba "la estupefacci¨®n m¨¢s absoluta" a los propios andaluces, seg¨²n Rajoy) encontr¨® un feliz encaje en el acuerdo.
Pero el desconcierto y la frialdad de los votantes del PP ante los contradictorios mensajes de sus dirigentes no explican por si sola la crecida abstenci¨®n del domingo, s¨®lo superada por el 72% del refer¨¦ndum gallego de 1980. Dada la gran influencia del PSOE en la pol¨ªtica andaluza (los socialistas sacaron casi veinte puntos de ventaja a los populares en las elecciones de 2004), la responsabilidad que les corresponde en la baja participaci¨®n es proporcional a su fuerza. Por lo dem¨¢s, la coexistencia entre las instituciones de la democracia representativa -como el Parlamento- y los instrumentos de la democracia directa -como el refer¨¦ndum- siempre resulta dif¨ªcil y peligrosa: las cautelas de la Constituci¨®n de 1978 respecto a las consultas refrendatarias descansan sobre la polaridad de los t¨¦rminos de los dilemas y la imposibilidad de armonizarlos mediante la negociaci¨®n. En cualquier caso, las dos experiencias refrendatarias de ¨¢mbito estatutario realizadas en esta legislatura (Catalu?a y Andaluc¨ªa) han puesto de manifiesto la distancia existente entre las expectativas suscitadas desde el lado de la oferta auton¨®mica, creadas por el Gobierno y por las elites pol¨ªticas locales, y las respuestas dadas desde el lado de la demanda territorial, a trav¨¦s del mensaje enviado a trav¨¦s de las urnas por los votantes.
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