Un modelo urban¨ªstico de otros tiempos
Sostienen los autores que el crecimiento urbano proyectado en Getxo y Uribe-Kosta no se explica por la demograf¨ªa, sino por la especulaci¨®n.
Es un caso clar¨ªsimo del 'consenso del hormig¨®n', dirigido por intereses especulativos
?ltimamente estamos viendo una avalancha de planes urban¨ªsticos que agotan el suelo libre en los municipios con mayor calidad de vida de Vizcaya. Estos planes tienen su origen en el Plan Territorial Parcial de la Diputaci¨®n, que pretende transformar de forma radical la realidad urbana a base de recalificar terrenos urbanizables y aumentar la densidad permitida en las pocas zonas rurales y naturales que nos quedan. Una decisi¨®n sorprendente para una provincia como la nuestra, que lleva m¨¢s de 20 a?os con una poblaci¨®n a la baja. Parece m¨¢s bien un plan de los a?os setenta, propio del desarrollismo de una ¨¦lite ilustrada, que algo a realizar en el siglo XXI codo con codo con los ciudadanos.
Vamos a echar unas cuentas: s¨®lo en Uribe-Kosta est¨¢n previstas 40.000 viviendas. Y luego est¨¢n planes como el de Zorrozaurre (5.500) o el Txorierri (otras 40.000). En total, el PTP aspira a construir casi 90.000 viviendas en el ¨¢rea de Gran Bilbao. Y, adem¨¢s, hay que contar las 20.000 viviendas vac¨ªas en Vizcaya que el consejero de Vivienda del Gobierno Vasco asegura que se van a ocupar s¨ª o s¨ª. Pues, echando mano de la calculadora, ya vamos por encima de las 100.000 viviendas, o sea, que har¨ªan falta unos 300.000 nuevos habitantes en Vizcaya para llenarlas.
Lo crean o no, ese fue justo el crecimiento de la poblaci¨®n vizca¨ªna en los a?os sesenta: 300.000 habitantes. Pero desde los a?os 80 Vizcaya ha dejado crecer y pierde unos 30.000 habitantes por d¨¦cada. Las cuentas no salen ?De d¨®nde va a salir tanta gente? ?Y por qu¨¦ sale ahora la Diputaci¨®n con esta fiebre urbanizadora, cuando ya no hace falta? Ya decimos que esto parece un caso de desarrollismo de los a?os setenta con treinta a?os de retraso.
El caso de Getxo es un buen ejemplo de esta s¨²bita ansiedad urban¨ªstica que tan mal casa con la realidad. La zona de Andra Mari, n¨²cleo hist¨®rico de Getxo -con permiso del Puerto Viejo de Algorta-, ha sido marcada para la extinci¨®n. Sus campas y caser¨ªos, crecidos a la sombra de la iglesia, han sido elegidos para dar paso, sin ning¨²n proceso participativo hasta el momento, a una ciudad suburbana de 25.000 personas.
En un art¨ªculo reciente, I?aki Urquiza, concejal de Ezker Batua en el Ayuntamiento de Getxo intenta justificar una decisi¨®n tomada a contrapelo de todo: de las proyecciones demogr¨¢ficas, de las demandas ciudadanas y hasta del propio PGOU de Getxo, que ha tenido que ser modificado a toda prisa para legalizar los nuevos planes.
En este art¨ªculo, I?aki Urquiza pretende convencernos de que este desaguisado no es fruto de las ansias de echarle mano a la ¨²ltima gran oportunidad de pelotazo urban¨ªstico que queda en Uribe-Kosta, sino que se trata de "un cambio en la mentalidad" producto de "una visi¨®n social y pol¨ªtica" novedosa que, aunque no lo creamos y nos parezca justo lo contrario, en realidad es por nuestro bien. Otra vez Getxo nos ofrece un ejemplo perfecto de la realidad pol¨ªtica de Euskadi, con EB en su papel de maquilladora de las decisiones tomadas por otros, intentando justificar lo injustificable a base de acumular argumentos blandos, adobados con un tono verdecillo y socializante. En esta l¨®gica, la reciente intervenci¨®n del consejero de Vivienda nos aparece un intento desesperado de desactivar el movimiento social mediante un confuso consejo asesor urban¨ªstico realizado a toro pasado.
La propuesta de Andra Mari es un esperpento tecnocr¨¢tico e insostenible que va en la direcci¨®n contraria a los objetivos del PGOU de Getxo, tal y como los presenta el propio Ayuntamiento en su p¨¢gina web. El PGOU habla de crecimiento equilibrado, dedicado a resolver los problemas en los n¨²cleos urbanos consolidados. Busca valorar la ciudad existente, mejorar los espacios libres, apaciguar los problemas del tr¨¢fico y preservar el patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico de Getxo. La propuesta, en cambio, abandona los espacios existentes a su suerte, ignora las demandas de los n¨²cleos consolidados, elimina los espacios libres y se carga de una vez y para siempre el principal n¨²cleo hist¨®rico-art¨ªstico de Getxo. De paso, se las arregla para incrementar los problemas de tr¨¢fico, colocando a 20.000 personas viviendo lejos del metro, alej¨¢ndoles tambi¨¦n de la posibilidad de utilizar medios de transporte sostenibles y p¨²blicos. Y por terminar, no arregla el grave problema de la vivienda digna al olvidar que hace falta primero conocer las necesidades reales, sacar las viviendas vac¨ªas al mercado y fomentar el alquiler social.
Especialmente hiriente es la soluci¨®n que se da a los actuales vecinos de Andra Mari. Sin concertaci¨®n previa, se les conmina a "vender su propiedad e irse a las afueras", bajo amenaza de dejarlos aislados entre edificaciones. Por cierto, no dice a las afueras de d¨®nde, porque en Berango ya no hay sitio y Sopelana acaba de anunciar otras 8.000 viviendas. El PTP agota el suelo hasta Lemoiz, por lo menos. Esta condena al exilio urban¨ªstico habla a las claras de cu¨¢l es el modelo de desarrollo que promueve EB en particular y los partidos vascos tradicionales en general: nos est¨¢n vendiendo el modelo americano, de suburbios aislados entre s¨ª donde la vida vecinal no existe y el coche es esencial para moverse.
Consideramos la destrucci¨®n planificada de Andra Mari como un caso clar¨ªsimo del consenso del hormig¨®n, dirigida por intereses especulativos que desprecian las demandas ciudadanas y no dudan en poner en peligro la calidad de vida de todo un pueblo ante la posibilidad de un buen negocio.
Florent Marcellesi es coportavoz de Berdeak y Jos¨¦ Luis Pe?a, miembro de Berdeak de Getxo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.