Cuento de la ni?a y el forro
Hay palabras de la infancia que son la pura expresi¨®n de la ternura de los padres en esos a?os en los que los ni?os a¨²n se nos muestran desnudos
ESCROTO.
Sea sincero, ?cu¨¢ntas veces ha usado esta palabra en su vida? Escroto. Es una palabra de dif¨ªcil encaje. Tres s¨ªlabas que usted no pronunciar¨¢ a no ser que est¨¦ en presencia de su ur¨®logo. Escroto. Aun refiri¨¦ndose esta palabra a una parte tan sensible a las caricias en el var¨®n, s¨®lo un cursi la utilizar¨ªa en pleno acto. La palabra escroto durante un intercambio sexual puede dejar por los suelos las libidos m¨¢s alteradas. "Me podr¨ªas acariciar el escroto?". Cualquier idiota sabe que para el amor s¨®lo las palabras sucias est¨¢n a la altura de los acontecimientos. No s¨¦ qu¨¦ opini¨®n tendr¨¢ el profesor Seco, pero, personalmente, yo considerar¨ªa preceptivo que en las definiciones de glande, pene o escroto se incluyera una advertencia para navegantes y navegantas: son palabras que no te ponen nada. Que no te ponen. ?Para qu¨¦ sirve entonces la palabra "escroto"? ?La utilizamos con nuestros hijos para ense?arles un poquito de vocabulario corporal? Bueno, tambi¨¦n hay padres cursis, pero, en general, los progenitores A y B, m¨¢s seguidores de su instinto que de la palabrer¨ªa pedag¨®gica, entienden que para nombrar esas cositas hay que crear un vocabulario ¨ªntimo, chistoso. La colilla, el pito, el pitirr¨ªn, la pichilla, los huevecillos, las bolillas... Esos maravillosos diminutivos del espa?ol, la s¨ªlaba m¨¢gica que convierte la palabra ruda en dulce. Y luego las palabras referidas al sexo de las ni?as: el bocadillo (dos panes y algo dentro, ?no es genial?), el chichi, el chirli, el toto... Palabras de la infancia que son la pura expresi¨®n de la ternura de los padres en esos a?os en los que los ni?os a¨²n se nos muestran desnudos, se?alan esas partes de su cuerpo sin ning¨²n pudor y quieren tener palabras para nombrarlas. Ese periodo maravilloso de la vida en el que la madre se mete de vez en cuando con el ni?o en el ba?o y los dos pasan el rato m¨¢s ¨ªntimo del d¨ªa rodeados de hombrecillos y perros nadadores, de barcos y de espuma. La espuma de esos d¨ªas. Ese otro momento en que el ni?o se queda solo y feliz dentro del agua caliente, investigando la f¨ªsica de sus juguetes y la de su propio cuerpo, y se toca y se toca hasta que llama a la madre para que vea la maravilla, "?mira, mira, va a llegar hasta el cielo!". En todo ese tiempo en el que los ni?os acumulan la ternura que les ha de durar toda la vida para sobrellevar los momentos dif¨ªciles, la palabra "escroto" est¨¢ fuera de ¨®rbita. Lo divertido de esta palabra, que podr¨ªa considerarse innecesaria por su falta de uso popular, viene en a?os escolares, cuando los chavales, ya iniciados en el sentido del pudor, se enfrentan a esa parte de "Conocimiento del Medio" ("Co?o", para decirlo con propiedad) que se refiere a la reproducci¨®n sexual. Ah¨ª, s¨ª. En Co?o empiezan a leerse, decirse y escribirse las palabras correctas, las cient¨ªficas, el glande, la vulva, la vagina, palabras que sonar¨¢n de distinta manera seg¨²n el curso en el que sean pronunciadas. Para los ni?os m¨¢s chicos ser¨¢n sonoras, graciosas y raras, y para los adolescentes ser¨¢n hilarantes, picantes, m¨¢s guarras que las palabras guarras por el simple hecho de ser dichas por la maestra, por el hecho de estar representadas en la pizarra con un dibujo en absoluto er¨®tico, pero a la vista de todos. Ya no hay represi¨®n, pero hay otras cosas, verg¨¹enza, pudor, deseo, pavo, impaciencia hormonal y risillas contenidas. Est¨¢ claro que, una vez que se sale de clase, las palabras limpias se cambian por las de uso corriente. No hace falta m¨¢s que ir en el metro o en el autob¨²s a la hora en que las terribles ni?as vuelven a casa para escuchar de sus tiernos labios c¨®mo el pene se convierte en polla y la vagina en chichi, por no decirlo de forma m¨¢s rotunda. Pero aunque s¨®lo fuera por esos momentos escolares, merece la pena que la palabra escroto no desaparezca nunca del mapa. Las pasadas semanas, la palabra en cuesti¨®n fue objeto de juicio moral en foros de Internet, del tal manera que ha llegado a los peri¨®dicos norteamericanos. La responsable es Susan Patron, escritora de un libro para ni?os, El m¨¢s grande poder de Lucky, que fue galardonada con un prestigioso premio de literatura infantil y que inclu¨ªa en el argumento de la novela la fascinaci¨®n por las palabras. Entre las muchas palabras que provocaban asombro a la protagonista estaba la palabreja de marras, "escroto", que fue interceptada por algunos libreros (buscadores de escrotos) que retiraron la novelita de sus estantes. Como Internet todo lo multiplica, se gener¨® el gran debate, copia de tantos debates que se dan en torno a los cuentos para ni?os: ?pueden nuestros peque?uelos escuchar semejantes palabras?, ?debemos protegerlos de esas armas de destrucci¨®n masiva? Un librero furibundo dec¨ªa: "Se nota que esta escritora no trabaja con ni?os, si fuera maestra no lo habr¨ªa escrito". Teniendo en cuenta esta teor¨ªa, lo m¨¢s coherente es que el escritor para ni?os fuera directamente un inspector de polic¨ªa especialista en pederastia. Nada mejor que el escritor lleve el cuerpo represor dentro para interceptarse. A muchos les gustar¨ªa. No s¨®lo en Am¨¦rica, tambi¨¦n en Espa?a. La correcci¨®n pol¨ªtica hinca el diente, sobre todo, en los libros infantiles. Por fortuna, Estados Unidos, imperio en decadencia, parece que comienza a desperezarse de tantos a?os de represi¨®n verbal y la pobre se?ora Patron ha sido defendida por otros muchos libreros que no quieren dar la vieja imagen de expendedores de moralina. Scrotum, as¨ª es la palabra en ingl¨¦s. Particularmente graciosa por conservar su origen latino, lo cual le da un aire tan singular que la ni?a del cuento, que la oye a trav¨¦s de una puerta, le otorga un significado totalmente distinto. De ah¨ª la gracia. Y es que llega un momento en que la sociedad responde a tanto represorcillo cultural pas¨¢ndose las prohibiciones por el escroto. Por el forro.
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