El amor en los tiempos del terror
El balance de la pol¨ªtica exterior espa?ola en los ¨²ltimos tres a?os es netamente positivo. Aun as¨ª, algunos esfuerzos no han producido los resultados deseados. La raz¨®n es muy simple: el ambiente internacional es tan desfavorable que hay que navegar contra el viento. ?C¨®mo contribuir a la resoluci¨®n de la disputa entre israel¨ªes y palestinos, cuando la violencia no cesa y el principal mediador, Estados Unidos, ha abandonado el conflicto a su suerte? ?C¨®mo ayudar al acercamiento entre Argelia y Marruecos, si las partes no quieren? Y, ?qu¨¦ puede hacerse para promover una Constituci¨®n Europea negociada y firmada por todos, mientras franceses y holandeses votan en contra, y muchos de los que no la hab¨ªan ratificado se frotan las manos?
El ambiente internacional es tan desfavorable que hay que navegar contra el viento
Para ser justos hay que reconocer al menos cuatro avances en la pol¨ªtica exterior desde la llegada al poder del Gobierno. Primero, se introdujo un sistema de relaciones exteriores m¨¢s acorde con los deseos de la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos, de cualquier partido. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar hab¨ªa establecido filias y fobias en sus relaciones con otros l¨ªderes que respond¨ªan poco a las necesidades de Espa?a. Muchos expertos de otros pa¨ªses a¨²n preguntan: ?qu¨¦ beneficios tuvo Espa?a apoyando la guerra de Irak? Todav¨ªa no hay contestaci¨®n v¨¢lida. Aznar ve¨ªa a Marruecos como una amenaza, pensaba que la Europa pol¨ªtica era un contubernio franco-alem¨¢n, y no ten¨ªa mucho respeto por Naciones Unidas. El Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero supo reequilibrar la relaci¨®n con Estados Unidos (y siempre es dif¨ªcil tratar con los poderosos cuando se equivocan), encontrar una cooperaci¨®n fruct¨ªfera con Marruecos, y comprometerse con Europa, al organizar el refer¨¦ndum, y con Naciones Unidas.
Segundo, las relaciones con el mundo en desarrollo muestran una prudente combinaci¨®n de ayuda, por un lado, y mantenimiento de los intereses nacionales, por otro. El presupuesto de cooperaci¨®n ha aumentado notablemente y est¨¢ camino de situarse en el 0,5% del PNB al final de la legislatura, lo que supone doblar el porcentaje en cuatro a?os. Pero esta ayuda se ha combinado con la defensa de intereses, como la contenci¨®n de la inmigraci¨®n ilegal, seg¨²n se explica en el Plan ?frica, o la defensa de las expectativas leg¨ªtimas de empresas espa?olas, como en el caso de Repsol-YPF en Bolivia.
Tercero, se ha llevado a cabo una s¨®lida pol¨ªtica europea. Apoyar el proyecto de Constituci¨®n nos ha situado en la vanguardia de la integraci¨®n. Aunque algunos no sean entusiastas, Espa?a contin¨²a apostando por las medidas necesarias para hacer una Europa m¨¢s eficaz.
En fin, el Gobierno ha reforzado las relaciones con Iberoam¨¦rica a trav¨¦s de una nueva Secretar¨ªa de Estado y la puesta en marcha de la Secretar¨ªa General Iberoamericana. La democracia se ha consolidado en Am¨¦rica Latina. Ahora se trata de encontrar un equilibrio justo entre el liberalismo salvaje y un neomarxismo autodestructor. Las experiencias de Brasil y Chile, entre otros, marcan un interesante camino a seguir. El Gobierno espa?ol acompa?a ese proceso por medio de un di¨¢logo abierto y respetuoso con todos.
Un balance positivo no quiere decir que el camino ha sido f¨¢cil ni que todo est¨¢ hecho. Uno de los retos pendientes es engrasar la maquinaria de la acci¨®n exterior. Los presupuestos de Asuntos Exteriores han aumentado y un plan de acci¨®n est¨¢ en marcha desde septiembre, pero esto deber¨ªa marcar la tendencia y no ser un punto de llegada. Las numerosas responsabilidades de Espa?a -presencia en todos los continentes, la proyecci¨®n cultural a trav¨¦s del Instituto Cervantes o la asistencia consular a los ciudadanos- exigen unos medios acordes, empezando por una sede central digna.
La acci¨®n exterior es un esfuerzo colectivo, en el que toman parte desde el Rey hasta ministerios como Defensa y Econom¨ªa, las Comunidades Aut¨®nomas y un excelente cuerpo diplom¨¢tico. Para que todos los instrumentos entonen la misma partitura, el presidente del Gobierno tiene que implicarse y el ministro de Asuntos Exteriores debe coordinar.
Zapatero se inspira en ideas muy claras sobre pol¨ªtica exterior. Aznar, que tambi¨¦n las ten¨ªa, pensaba: ?de qu¨¦ sirve ir por libre?, donde hay patr¨®n no manda marinero. Para Zapatero, la paz en el mundo es la primera prioridad. En esta l¨ªnea, Espa?a ha impulsado la Alianza de Civilizaciones y participa activamente en operaciones de paz en Afganist¨¢n, los Balcanes y L¨ªbano. Miguel ?ngel Moratinos es un trabajador infatigable, de prestigio internacional, y un hombre con ideales, cosa que algunos no comprenden.
Pero en pol¨ªtica internacional no basta con las buenas intenciones. La clave est¨¢ en concretar con acierto qu¨¦ quiere decir promover la paz, en un mundo donde la guerra, la barbarie en sus m¨²ltiples formas, la pobreza m¨¢s vil y el terror siguen presentes.
Para esa tarea, Espa?a necesita reforzar el trabajo de reflexi¨®n estrat¨¦gica. Los retos del futuro son extraordinarios: la forma final que adoptar¨¢ la UE y c¨®mo navegar en una Uni¨®n demasiado grande, la vecindad mediterr¨¢nea y africana, un nuevo acercamiento a Estados Unidos en previsi¨®n de la etapa post-Bush, la exagerada dependencia energ¨¦tica espa?ola, las medidas inaplazables para detener el cambio clim¨¢tico, y el ascenso de potencias emergentes como China e India. ?C¨®mo afrontar¨¢ Espa?a esos desaf¨ªos, sin renunciar a sus ideales?
Zapatero y Moratinos miran al futuro, hacia un mundo diferente que est¨¢ por llegar, pero que no puede materializarse en esta ¨¦poca donde los pocos que odian se hacen ver mucho, y los autoproclamados l¨ªderes globales no han sabido identificar los verdaderos problemas. Espa?a tiene capacidad y experiencia para, con sus socios europeos, contribuir a la creaci¨®n de un mundo distinto, m¨¢s humano, de acuerdo con los deseos de la mayor¨ªa. En 2008 habr¨¢ elecciones no s¨®lo en Espa?a, sino tambi¨¦n en Estados Unidos. A partir de 2009 se abrir¨¢ seguramente una etapa m¨¢s propicia donde Espa?a podr¨¢ explotar sus aut¨¦nticas potencialidades como puente entre Europa, Am¨¦rica y el Mediterr¨¢neo, y contribuir al dise?o de una nueva gobernanza global. S¨®lo cabe esperar que el viento cambie.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Uni¨®n Europea en Par¨ªs.
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