A la vista
"Malva es el lamento", dice ese verso tan propio de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Pero la verdad es que lo evoco para enseguida apartarme de ¨¦l. Porque, si bien es malva, no es un lamento el Centro de Atenci¨®n integral para las mujeres v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero que se abre ya en Gij¨®n y donde van a reunirse todos los servicios asistenciales y sociales que las mujeres que se encuentran en esa dram¨¢tica situaci¨®n pueden necesitar. Parece lo contrario de un lamento, un gesto asertivo de resistencia, reconstrucci¨®n y r¨¦plica. Dedicar en un centro urbano un edificio de color llamativo a ese fin es como poner un faro en tierra firme, como enfocar la violencia contra las mujeres con una luz potente, para que quede bien a la vista, para que se vea bien clara.
Paseas por la calle y, de lejos o de cerca, te topas con esa casa malva y no puedes hacer como que no la ves, como que no distingues la diferencia de su hechura; no puedes hacer como que no sabes lo que sucede dentro de ese edificio tan marcadamente se?alizado; ni pretender que te resultan extra?os los asuntos que all¨ª tienen que gestionarse y aliviarse. Al ver de d¨ªa su fachada malva iluminada por la luz del sol o de noche, por el alumbrado de su permanente traj¨ªn, no tienes m¨¢s remedio que situarte (?o habr¨ªa que decir siempre posicionarte?) en la realidad de la violencia contra las mujeres y en su constancia: el maltrato no sabe de fronteras entre el d¨ªa y la noche, los laborables y los festivos, las primaveras y los inviernos; el maltrato se produce a cualquier hora, sin descanso ni huecos (cae "un¨¢nime" como la noche en los cuentos de Borges). Esa casa malva no es un lamento sino una excelente estrategia de visibilidad, una medida contra la indiferencia, la negligencia, el descuido o el olvido de una violencia que destruye, hiere y asesina sin parar.
Y es que no hay que olvidarlo. Como cada comienzo de a?o hemos conocido puntualmente los datos del ejercicio 2006. En Euskadi, sin ir m¨¢s lejos, la Ertzaintza detuvo a 902 hombres acusados de violencia contra las mujeres (un 18,02% m¨¢s que el a?o anterior). Dos mujeres resultaron muertas y 858 heridas de distinta consideraci¨®n. Como cada comienzo de a?o, despu¨¦s de cerrar la contabilidad asesina, abrimos un nuevo libro. Y ya ha habido que anotar 13 nombres en el conjunto de Espa?a. Llevamos apenas ocho semanas de a?o y ya son 13 las mujeres asesinadas por sus ex lo que sean, que ya no s¨¦ ni qu¨¦ nombre merecen. En menos de dos meses, 13 muertas, al ritmo de un asesinato cada cuatro d¨ªas.
No al lado, sino muy por encima de esas noticias, se inscriben regularmente otras. Las que dicen, por ejemplo, que de acuerdo con las ¨²ltimas encuestas, el terrorismo ha vuelto a colocarse a la cabeza de las preocupaciones de los espa?oles, por delante del paro o la inmigraci¨®n. Es decir, que, con una mujer asesinada cada cuatro d¨ªas, nuestra principal preocupaci¨®n es el terrorismo siempre que no sea terrorismo dom¨¦stico; con decenas de mujeres asesinadas cada a?o (al menos una muerta por semana, a?o tras a?o, tras a?o) y miles de mujeres heridas y centenares de miles de maltratadas, la violencia de g¨¦nero no aparece nunca en los primeros puestos de la preocupaci¨®n ciudadana. Y la verdad es que no lo puedo entender. No s¨¦ qu¨¦ decir ya o c¨®mo decir; ni siquiera s¨¦ c¨®mo pensar, c¨®mo concebir el orden de las preocupaciones de los espa?oles o la l¨®gica de sus ausencias de preocupaci¨®n cuando cada cuatro d¨ªas una mujer muere actual y realmente asesinada a manos de un ex o de un presunto.
Y sin embargo no me puedo quedar sin pensarlo; sin imaginar que, en alg¨²n sitio, hay un remedio r¨¢pido, que de alg¨²n modo hay un modo de que a las preocupaciones ciudadanas les d¨¦ un vuelco el coraz¨®n y se pongan a mirar en la direcci¨®n de la violencia que m¨¢s mata, hiere, humilla, que m¨¢s descalabro emocional, convivencial, educativo, cultural siembra. Y que la vean como lo que es. Y entonces ese malva, que no es un lamento sino una poderosa estrategia de visibilidad. Y entonces una casa as¨ª, de un color llamativo, imborrable de la mirada, en cada centro urbano, tal vez, de una vez.
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