Genocidio, no de Estado
El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) exculp¨® ayer a Serbia de responsabilidad en el genocidio en Bosnia-Herzegovina, pero calific¨® el crimen como deb¨ªa y culp¨® a Belgrado de haber violado la Convenci¨®n contra el Genocidio de 1948 -en la primera sentencia sobre este texto legal- al no haber hecho nada para evitar la matanza de
Srebrenica en 1995, en la que fueron asesinados 8.000 musulmanes bosnios por paramilitares serbobosnios, aunque no hubiesen participado las autoridades ni el Ej¨¦rcito del Estado de Yugoslavia
De haber fallado en contra de Serbia, v¨ªctimas y familiares de este genocidio hubieran sido indemnizados. Un fallo contra el Estado serbio hubiera marcado un importante precedente, pero de un crimen tan horrendo, que caus¨® m¨¢s de 100.000 muertos, no debe responsabilizarse s¨®lo un Estado, con dirigentes y funcionarios an¨®nimos, sino personas concretas con nombres y apellidos, a las que corresponde ser juzgadas por el Tribunal Internacional para la Antigua Yugoslavia. Resulta en cualquier caso inmoral que sigan en libertad, y probablemente refugiados y ocultados en territorio serbio, los dos m¨¢s altos responsables del genocidio, el general Ratko Mladic, al mando de los paramilitares en Srebrenica, y el ex presidente serbobosnio Radovan Karadzic.
De lo que no deja duda alguna el TIJ es que lo ocurrido en esos a?os fue un genocidio de musulmanes bosnios. La sentencia llega 14 a?os despu¨¦s de que, incluso antes de Srebrenica, Bosnia-Herzegovina presentara sus cargos contra lo que iba quedando de la Rep¨²blica Federal Yugoslava. En contra de las pretensiones de Belgrado, el TIJ se ha declarado competente para juzgar esta materia y ha considerado que Serbia, de la que posteriormente se separ¨® Montenegro, es la sucesora jur¨ªdica de la ex Yugoslavia.
Por eso deber¨ªa ser atendido el llamamiento del presidente serbio, Boris Tadic, de que el Parlamento de su pa¨ªs condene la matanza, aunque tenga pocas posibilidades, pues la C¨¢mara est¨¢ dominada por ultranacionalistas y el partido socialista sucesor de Milosevic. Los serbios deben comprender que sin estos pasos, y sin entregar a los genocidas que faltan a La Haya, se reducen las posibilidades de acercarse a la Uni¨®n Europea. Aunque no se nombre, la sentencia del TIJ sirve para recordar la incapacidad en la ¨¦poca de la comunidad internacional, y muy especialmente de los europeos, para evitar ese genocidio. Constituye un oportuno aviso para evitar que la historia se repita si, como parece, Kosovo acaba separ¨¢ndose de Serbia.
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