Espa?a saca petr¨®leo
Meritorio bronce del madrile?o, que 'durmi¨®' la final de los 3.000 metros porque "estaba fatal"
Toda la noche lloviendo, los canales a punto de desbordarse y Bodoque en Madrid. Jes¨²s Espa?a se levant¨® cansado, pesado de piernas, sin chispa. Echaba de menos a Bodoque, su masajista, sus manos, s¨ª, pero, sobre todo, su charla, su inagotable, optimista, perorata. Una sesi¨®n, una hora. Pilas cargadas. Nada m¨¢s revitalizante la ma?ana de una final que se afronta como m¨¢ximo favorito. Nada que hacer. A Jes¨²s Espa?a, atleta de magn¨ªfica velocidad final, hombre de 25s en los ¨²ltimos 200 metros, no le qued¨® entonces m¨¢s remedio que tirar del plan B. Para sorpresa de todos, de Mo Farah, de Cragg, de Bob Tahri, de Weidlinger, de los rivales que pensaban que Espa?a no aparecer¨ªa por delante hasta los ¨²ltimos mil metros, el fondista de Valdemoro se puso primero a los 200 y de all¨ª no se movi¨®. Durmi¨® la carrera, que transcurri¨® a ritmo cansino mientras todos se preguntaban d¨®nde desembocar¨ªa aquello. "Es que estaba fatal", dijo Espa?a. "Por eso he tratado de hacerla lenta, para llegar hasta el final. Para ganar una medalla. Para terminar. Con lo poco que ten¨ªa, esta medalla de bronce es como sacar petr¨®leo en un pozo seco".
Fue el 3.000 m¨¢s lento de unos Europeos en pista cubierta desde 1985, los terceros m¨¢s lentos de la historia: 8m 2,44s. Una carrera sin historia, al tran-tran de Espa?a, una carrera que, de todas maneras, desnud¨® a Cragg y Farah, mal recuperados de la semifinal, una carrera que retrat¨® a Tahri, el franc¨¦s que tan r¨¢pido corre a tren y que tan poco cambio de ritmo es capaz de aplicar a su marcha, ocho minutos que sirvieron para descubrir a un italiano de 24 a?os llamado Cosimo Caliandro, el ganador.
Para descubrirlo al mundo, no a Espa?a, quien ya sab¨ªa qui¨¦n era. Algunos d¨ªas de entrenamiento en Madrid en los que Bodoque tiene ganas de agasajar a los amigos, terminado el masaje se retira el protector de la camilla y se monta una mesa improvisada en la que reina la tortilla de patatas de la madre de Bodoque y unas buenas lonchas de jam¨®n envueltas en papel aluminio. A su alrededor, una tertulia de atletismo. Los amigos: los hermanos Jes¨²s y Francisco Espa?a, Juan Carlos Higuero, Arturo Casado. Hablan de su pasi¨®n, de sus historias. "Y de aquello me acuerdo de Caliandro", dijo ayer Espa?a, "porque sab¨ªa que era el que le gan¨® a Casado en el 1.500 del Europeo j¨²nior de Grosseto, en 2001". Y aquel Caliandro al que nadie le hab¨ªa prestado atenci¨®n surgi¨® como de la nada en la pen¨²ltima recta, despu¨¦s de que Espa?a hubiera gastado sus ¨²ltimas fuerzas al toque de campana. La lentitud de la prueba abri¨® el campo: cualquiera con un final bueno se come el mundo, y m¨¢s si es italiano, un pueblo nacido para estas circunstancias. "Si hubiera podido correr el ¨²ltimo 200 en uno o dos segundos menos, como suelo, no habr¨ªa tenido problemas para ganar", dijo Espa?a. Agarrotado, dolorido, seco, corri¨® los ¨²ltimos metros. El italiano ya era una sombra lejana, inalcanzable; Tahri, por detr¨¢s, le priv¨® de la plata.
A Marta Dom¨ªnguez, la favorita para los 3.000 metros, le espera hoy, en teor¨ªa, la polaca Chojecka; su amiga Mayte Mart¨ªnez tuvo ayer ocasi¨®n de comprobar c¨®mo se las gasta: lo hizo durante la final de 1.500 metros, que gan¨® la polaca despu¨¦s de manejar la carrera a su antojo. Y Mayte Mart¨ªnez, bienvenida al s¨ªndrome de Estocolmo, termin¨® quinta y casi feliz. "Mola esto de ser fondera", dijo. Mart¨ªnez, especialista de 800, movi¨® con m¨¢s que dignidad su cuerpo de corredora de 400 entre las finas del milqui. "Juan Carlos
[su entrenador y marido: la convenci¨® de que saltara al 1.500]
siempre acierta", dijo. "Y para los pocos mil quinientos que llevo, creo que las marcas son bastante buenas". Ayer baj¨® de 4m 10s: 4m 9,18s.
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