Almas puras
A veces nos ahogamos en un vaso de agua.
CUENTA WOODY ALLEN en Annie Hall que le suspendieron en un examen de metaf¨ªsica por mirar el alma de un compa?ero. En Espa?a le hemos dado una vuelta de tuerca al chiste: los obispos podr¨¢n asomarse al alma de los profesores de religi¨®n, para aprobarlos o suspenderlos. Sin ninguna duda, habr¨¢ base jur¨ªdica para este disparate, pero sobre todo es muy divertido... "Bien, bien, de manera que quiere usted dar clase de religi¨®n: desnude su alma de cintura para abajo, que le vamos a examinar".
Los matem¨¢ticos que no sepan hacer de memoria la cuenta del supermercado deber¨ªan ser despedidos
Es divertido, salvo que seas profesor de religi¨®n y tengas a un obispo mirando tu alma. Eso tiene que ser sin duda un problema grave. En los controles del aeropuerto, por ejemplo: "Disculpe, pero lleva usted un obispo en la chepa". "Es que me examina el alma en mi vida privada". "Tiene que pasarlo por el detector". Pasas al obispo por la cinta, como quien pasa el ordenador o el tel¨¦fono m¨®vil, en ese momento pecas (de pensamiento, o le tiras un besito al segurata) y entonces qu¨¦. Cuando te vuelves a colocar el obispo, el alma ya no es lo que era.
En la misma l¨ªnea, los profesores de matem¨¢ticas que no sepan hacer de memoria la cuenta del supermercado deber¨ªan ser despedidos. ?C¨®mo confiar la educaci¨®n en una materia tan sensible a alguien que no aplica sus conocimientos en la vida privada? Asimismo ser¨¢n destituidos de sus puestos los profesores de filosof¨ªa que no sepan qu¨¦ hacer con su vida. O al rev¨¦s: se les aumentar¨¢ el sueldo, porque quiz¨¢ la funci¨®n de los profesores de filosof¨ªa sea introducir dudas en sus alumnos. En ese caso habr¨ªa que despedir a los profesores de filosof¨ªa que sean felices, por incitaci¨®n al enga?o, o a aquellos que est¨¦n muy seguros de algo.
En cuanto a la religi¨®n en la escuela, cualquier observador imparcial, por ejemplo un saturnino que viniera ocasionalmente a Espa?a, se dar¨ªa cuenta de que tenemos un problema mal resuelto, expresi¨®n fina que modernamente llamar¨ªamos un marr¨®n, pero qu¨¦ necesidad hay de llamar a las cosas por su nombre. Impartir en horario escolar, en la escuela p¨²blica, una materia que depende de una instituci¨®n ajena al Estado no tiene pies ni cabeza, pero no hay Gobierno que se atreva a denunciar los acuerdos con el Vaticano que permiten eso, dado el pollo repollo que se organizar¨ªa. ?Qu¨¦ hacer?
A veces nos ahogamos en un vaso de agua. Seamos pr¨¢cticos: ahora mismo, en Espa?a, los 10 mandamientos son casi un programa revolucionario. Pensemos que incluyen no matar¨¢s y no mentir¨¢s. Esto es mucho en la pol¨ªtica espa?ola. Y m¨¢s all¨¢: si los obispos se aplicaran el no mentir¨¢s a rajatabla en sus medios de comunicaci¨®n, Espa?a ser¨ªa otra cosa. Y qu¨¦ decir del cristianismo. No es que sea revolucionario: es una utop¨ªa peligrosa. A qui¨¦n se le ocurre hoy defender las virtudes del perd¨®n y la generosidad. A nadie, y menos que a nadie a los dirigentes del partido que con m¨¢s griter¨ªo proclaman los valores cristianos. Ni perd¨®n, ni generosidad, ni pu?etas, y la otra mejilla, que la ponga ZP, que se la caliento igual. ?Venganza! Est¨¢n en el Antiguo Testamento. Un acuerdo bueno ser¨ªa: vale, t¨² me ense?as religi¨®n en la escuela, pero a cambio os convert¨ªs al cristianismo. Paso de gigante.
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