Los m¨¢s odiados
La gr¨²a municipal se lleva cada d¨ªa unos 300 coches. Por la noche y los fines de semana recuperar el veh¨ªculo es una odisea
"Es una profesi¨®n que puede ser desagradable. La gente tiene muy mal concepto de nosotros. Pero es como el enterrador, alguien tiene que hacerlo", explica un conductor de gr¨²a que lleva 17 a?os al volante y que prefiere no revelar su identidad. Trabaja 7 horas y media al d¨ªa y gana unos 1.400 euros.
Pero si hay alguien m¨¢s odiado entre los automovilistas que "el hombre de la gr¨²a", es "la mujer de la caja". A ella llegan ya todos los "damnificados" bastante encendidos. Ella les recibe en el momento m¨¢s doloroso, cuando toca rascarse el bolsillo. "El primer problema es la atenci¨®n telef¨®nica. Ah¨ª ya les marean mucho y pierden tiempo y paciencia. Luego el traj¨ªn de las noches y el fin de semana", explica una de las cajeras.
Un cristal blindado las separa de la c¨®lera del ciudadano. "Si me insultan no contesto. Pero cuando la cosa se pone demasiado tensa y no se quieren ir, tengo que llamar a la polic¨ªa", explica esta empleada, que revela que cada noche tres o cuatro personas reclaman las hojas de queja.
Otros conductores, en una suerte de arrebato vengativo, se dirigen a la caja con la totalidad del importe en monedas de cinco c¨¦ntimos. "Es la ¨²nica manera que tienen de protestar contra lo que consideran injusto". dice la cajera con una sonrisa casi compasiva con la desdicha de los sancionados.
Cuando la multa no es lo peor
A veces las administraciones, por desidia, ahorro o ensa?amiento, consienten que a las sanciones que imponen pueda ir adosado un castigo suplementario. Y el ciudadano, quiz¨¢ por esa culpa tremebunda que experimenta el infractor, traga o a lo sumo tira de hoja de reclamaci¨®n. ?Se le ha llevado el coche alguna vez la gr¨²a una noche o durante el fin de semana?
A Gerardo, s¨ª. El mi¨¦rcoles aparc¨® su coche en la plaza de la ?pera. Lo aparc¨® mal, vaya. A las diez de la noche, cuando fue a buscarlo, su Audi A6 iba ya bien amarrado encima de una gr¨²a del Ayuntamiento camino de uno de los tres dep¨®sitos municipales. Llamada al n¨²mero de la gr¨²a y conversaci¨®n con una m¨¢quina para localizar el coche. Sin saberlo, Gerardo, padre de familia de 60 a?os, comenzaba su particular v¨ªa crucis para recuperar su veh¨ªculo. Tres horas m¨¢s tarde, previo pago de una "tarifa de dep¨®sito" de 136 euros, 22 euros en taxis y unos 15 kil¨®metros recorridos por las calles de Madrid, recuperaba su coche. La multa, eso es otro cantar, le llegar¨¢ en unos d¨ªas.
Madrid dispone de tres dep¨®sitos de coches que la gr¨²a levanta por una infracci¨®n com¨²n. Est¨¢n en el paseo Imperial, Col¨®n y la calle Orense. Pero a partir de las diez de la noche y todos los fines de semana, el Ayuntamiento s¨®lo habilita una caja en el dep¨®sito central de la plaza de Col¨®n. Si el coche que busca est¨¢ en otra base, prep¨¢rese para ir ah¨ª a recoger la documentaci¨®n (que obviamente tendr¨¢ en la guantera), volver a Col¨®n y luego regresar a por ¨¦l.
Una portavoz de la Consejer¨ªa de Seguridad y Servicios al Ciudadano explic¨® que el Ayuntamiento es consciente de la deficiencia en el servicio y que estudia mejorarlo. Sin embargo, no quiso aportar datos sobre la recaudaci¨®n y las estad¨ªsticas de la gr¨²a. Seg¨²n las cifras ofrecidas por fuentes sindicales y el c¨¢lculo que ha realizado este peri¨®dico, se retiran 300 veh¨ªculos de las calles de Madrid al d¨ªa. El fin de semana la cifra se reduce a unos 120.
"He tenido que venir hasta el paseo Imperial para recoger la documentaci¨®n del coche. Luego ir a pagar a Col¨®n y despu¨¦s volver a Imperial", dice Gerardo, a punto de recuperar su veh¨ªculo la noche del mi¨¦rcoles. "No me parece mal que me sancionen y que se lleve el coche la gr¨²a, estaba mal aparcado. Pero lo dem¨¢s parece un castigo innecesario y premeditado", protesta a¨²n tranquilo mientras se acerca el vigilante del dep¨®sito.
-Hola, vuelvo a ser yo. Ya me conocen, ?no?
-Por desgracia para usted. ?Me ense?a el papel que le han dado y me firma aqu¨ª?
-Ya est¨¢ bien. ?He firmado 40 veces y he recorrido toda la ciudad! ?Me est¨¢is tomando el pelo?
Hasta el m¨¢s paciente pierde los estribos ante la odisea de recuperar su coche. David e Irene, una pareja de 25 y 22 a?os, llegan al dep¨®sito de Col¨®n detr¨¢s de la gr¨²a que transporta su Opel Astra. Se lo acaba de llevar y no les ha quedado m¨¢s remedio que seguirlo en un taxi. ?l es de Getafe y necesita el coche. Pero vienen de buen humor. "Qu¨¦ le vas a hacer, tampoco te vas a cabrear. Luego es peor, y ellos tampoco tienen la culpa", dice David en tono conciliador y en un alarde de buenrollismo inaudito en esa situaci¨®n.
-Se?or, el coche no est¨¢ a su nombre.
-Bueno, pero es de mi padre. Mire el apellido... -contesta ¨¦l todav¨ªa muy colaborador.
-Ya, pues tiene que venir ¨¦l a buscarlo. No se lo puede llevar.
Y ah¨ª se acaba el buen rollito.
-?Me cago en la puta, sois todos iguales! Siempre a joder...
La cajera hace gala del arte que tiene su trabajo. Ni se inmuta, insiste en sus demandas y termina despidiendo educadamente a David y a su novia. "Pues te quedas a dormir en casa", le dice ella a su novio. Que le quiten lo bailado.
La base de Col¨®n, la ¨²nica que tiene caja los fines de semana, tiene unas 90 plazas. "Los viernes nos llevamos todos los coches a las otras bases para hacer hueco para s¨¢bado y domingo", explican fuentes sindicales del sector. Pero cuando se llena, los coches terminan en Orense. Los coches que llevan varios d¨ªas en alguno de los dep¨®sitos sin que nadie los reclame son trasladados a las bases Mediod¨ªa 2 o Mediod¨ªa 3, ambas muy cercanas al poblado chabolista de Las Barranquillas. Ah¨ª tambi¨¦n van los veh¨ªculos retirados por controles de alcoholemia o por falta de documentaci¨®n. Si es el caso, la odisea del afortunado se ve adornada con un paseo por uno de los mayores supermercados de droga de Europa, donde, adem¨¢s, no van los taxis.
En ¨¦poca de poda (una vez al a?o) o de obras (12 meses al a?o), la gr¨²a se lleva veh¨ªculos que estorban el desarrollo de dichas labores municipales. En ese caso, el propietario no paga nada, pero tampoco recibe compensaci¨®n por las molestias y por los taxis que corren de su cuenta para recuperar el veh¨ªculo. "Acaba de salir una se?ora que se le hab¨ªan llevado el coche porque molestaba en unas obras. Ha tenido que ir a Col¨®n y luego volver. Llevaba un cabreo...", dice uno de los vigilantes nocturnos del paseo Imperial. Ellos, como las cajeras, son los que m¨¢s sufren las iras de los ciudadanos. "Lo entiendo. Toda la noche dando vueltas. Pero luego la pagan conmigo, que ni siquiera soy empleado de Madrid Movilidad".
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