Tuertos obcecados
Dec¨ªamos ayer..., y caemos en esa insufrible pero frecuente costumbre de tantos de citarse a s¨ª mismos, con o sin pretexto de fray Luis de Le¨®n. Dec¨ªa el 24 de agosto de 1994, hace casi trece a?os, en un art¨ªculo titulado Los obcecados, que "en Espa?a siguen a¨²n algunos empe?ados en defender su ¨²ltimo laboratorio social, su terr¨¢rium caribe?o para experimentos con seres vivos". Hablaba sobre el doloroso hecho de que en Cuba, el r¨¦gimen de Fidel Castro, ese triste Ceausescu de las Antillas, se hab¨ªa convertido en tr¨¢gica excepci¨®n, pura astracanada, cuando en Europa el comunismo ca¨ªa al basurero de la historia bajo la ofensiva de una revoluci¨®n democr¨¢tica. El muro de Berl¨ªn era escombros y los tenebrosos aparatchiks, l¨ªderes del Pacto de Varsovia, cuya ¨²nica legitimidad era el miedo, eran ya caterva liquidada, unos depuestos y otros muertos.
El relativismo moral del izquierdismo europeo pretende hacer de Castro un estadista decente
Lamentaba entonces que en el seno de las democracias camparan, sin ninguna verg¨¹enza, los defensores de aquella ideolog¨ªa totalitaria redentora, la que m¨¢s v¨ªctimas hab¨ªa generado en la historia, a¨²n m¨¢s que el totalitarismo ¨²nico que siempre ser¨¢ el nazismo. Algo no funciona moralmente en quien ve en Joseph Mengele un monstruo y en Laurenti Beria un simple amigo de Santiago Carrillo. La experimentaci¨®n social izquierdista nunca ha sido tan condenada como la nazi, por lo que siempre se corre el riesgo de que sea rehabilitada. Como en Cuba. Cuando los comunistas defienden la experimentaci¨®n en Cuba, no s¨®lo defienden a Castro; tambi¨¦n exoneran a Mengele. Nunca derrotados en guerra, los comunistas acabaron viendo la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn como un accidente. Eso salv¨® al r¨¦gimen de Castro. Y hundi¨® a Cuba por tres lustros m¨¢s. Eso y todo ese ej¨¦rcito de colaboracionistas con las dictaduras comunistas que nunca fueron juzgados por las democracias como aquellos que se vendieron al nazismo o al fascismo. Son legi¨®n desde hace d¨¦cadas esos que perseguir¨ªan a Pinochet o a Stroessner, sus hijos o nietos, m¨¢s all¨¢ de la tumba, pero jalean a Castro, un d¨¦spota que acumula cr¨ªmenes cuyas v¨ªctimas multiplican en mucho a las ca¨ªdas bajo las dos dictaduras mencionadas. Los antifascistas defensores del ¨²ltimo gran fascista de la Am¨¦rica Latina.
Ralph Giordano, escritor, guionista, intelectual jud¨ªo alem¨¢n, v¨ªctima del nazismo, comunista emancipado de su ideolog¨ªa liberticida, gustaba llamar a los obcecados la "Internacional de los tuertos". Se refer¨ªa a quienes viven c¨®modos en democracias, pero jalean con impudicia m¨¦ritos de reg¨ªmenes comunistas como el de impedir la huida a sus s¨²bditos, perseguir con pena de muerte a quienes desaf¨ªan sus ¨®rdenes absurdas y, ante todo, cosechar miseria. Estos "tuertos obcecados" son los defensores a ultranza de sistemas que no soportar¨ªan para s¨ª mismos, pero con los que colaboran y trafican visados y favores, coches, bonos y boletos, contactos, puros habanos y souvenirs. Forofos de la libertad parecen resignados a medrar de la necesidad, la humillaci¨®n y la falta de libertad de los cubanos y sus hijas.
Entonces cre¨ªamos que la pesadilla acababa tambi¨¦n en Cuba. No. Hay menos resignados y m¨¢s irredentos. Con dinero venezolano, apoyo en La Paz, en Caracas, en Buenos Aires, Quito y Madrid, tienen un lema revitalizado: "El mal es Occidente". El relativismo moral del izquierdismo europeo actual hace del criminal agonizante Castro un estadista decente; del fan¨¢tico muerto Che Guevara, un mito, y de los etarras muy vivos Otegi y De Juana, "hombres de paz". Si en su d¨ªa Sajarov era un saboteador, hoy es el dem¨®crata cubano Carlos Alberto Montaner un "terrorista", y todos los que no digieren el mencionado relativismo, unos "fascistas con aguiluchos". No es buen balance.
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