Vaqueros falsos, polic¨ªas aut¨¦nticos
El furg¨®n de la polic¨ªa est¨¢ vac¨ªo y aparcado en la calle de los Reyes, frente a la entrada principal del instituto Cardenal Cisneros, en uno de los flancos del Ministerio de Justicia. Se trata de un aparcamiento disuasorio, un enclave estrat¨¦gico para ir a disuadir, o a disolver, a los manifestantes que un d¨ªa s¨ª, y el otro a lo mejor, acuden a las puertas ministeriales para protestar contra cualquier cosa que diga o haga el Gobierno del malvado ZP. La presencia del furg¨®n sirve tambi¨¦n para recordar a los estudiantes del instituto que la ley no duerme y el orden les tiene vigilados. Son las cuatro de la tarde y a estas horas los polic¨ªas deben estar comiendo y los manifestantes del d¨ªa durmiendo la siesta antes de enfrentarse con su cita reivindicativa, o tratando de memorizar las consignas que les han llegado por el m¨®vil. Esto de manifestarse todos los d¨ªas es bueno para la circulaci¨®n, sangu¨ªnea que no rodada, pero tiene sus inconvenientes. A veces los manifestantes se equivocan de consigna y corean la del d¨ªa anterior, aunque para remediarlo existen consignas sin fecha de caducidad y consignados como Zapatero, Rubalcaba y Blanco, que sirven a diario y para cualquier menester.
A las cuatro de la tarde, junto al furg¨®n vac¨ªo, disuasorio pero inofensivo, se concentra un peque?o grupo de colegiales que parecen muy interesados y divertidos por algo que debe haber dentro del veh¨ªculo, sus risas y sus gestos llaman mi atenci¨®n y dejo por un momento de descifrar los graffiti que adornan el severo portal¨®n del instituto (entre los que se dejan descifrar, hay uno que acabo de consignar en mi libreta: "Abajo los deveres". Si el estudiante an¨®nimo hubiera escrito, "Avajo los deveres", cavilo, podr¨ªa tratarse de una provocaci¨®n, pero esta graf¨ªa parece indicar que el redactor nunca los ha hecho, ni tiene intenci¨®n de hacerlos). Los estudiantes alborotadores, reveldes o reboltosos, la ortograf¨ªa tiende sus trampas, se?alan un objeto que se encuentra sobre el salpicadero y cruzo de acera para ver de qu¨¦ se trata y a qu¨¦ vienen tantas risas. Cuando me acerco, los estudiantes se desbandan y queda frente a m¨ª el motivo de su sorpresa y alborozo. Detr¨¢s del parabrisas del severo veh¨ªculo policial hay un mu?eco de l¨¢tex, sin duda la mascota de los alegres muchachos de la porra, a la que seguramente habr¨¢n bautizado con un nombre simp¨¢tico y cari?oso, aunque la criatura tenga un aspecto feroz, exhiba dos hileras de dientes aguzados y vaya uniformada de polic¨ªa motorizado con gafas y casco a juego.
Tomo nota en la libreta y por el rabillo del ojo percibo c¨®mo los estudiantes en desbandada se reagrupan en la esquina y me observan desconfiados. ?Me han tomado tal vez por un polic¨ªa municipal a punto de denunciar a sus colegas nacionales por mal aparcamiento? Paso revista a mi atuendo y me detengo especialmente en los vaqueros, que son de marca, registrados, certificados y comprados en un comercio oficial, y no como los que llevan los polic¨ªas municipales aut¨¦nticos de Madrid, que son falsificados como contaba el otro d¨ªa este peri¨®dico. Y no es que los polic¨ªas municipales madrile?os no sepan distinguir entre la falsificaci¨®n y el original; de hecho, hay un grupo especializado en combatir a los falsificadores. Agentes de ese grupo fueron precisamente los que descubrieron que los flamantes pantalones que muchos de sus compa?eros llevaban cuando iban vestidos de calle eran burdas y delictivas imitaciones de una prestigiosa marca, malas copias distribuidas por un proveedor oficial del Ayuntamiento, un proveedor al que deb¨ªan recurrir, obligatoriamente, los funcionarios, para gastarse los 178 euros anuales que el Consistorio les entrega para adquirir ropa, una americana, una camisa tipo polo y un pantal¨®n para patrullar de paisano. Americana de trapillo, pantal¨®n deslocalizado y polo con pegatina de cocodrilo. Ante esta nueva bajada de pantalones municipal, el coordinador de Seguridad del Ayuntamiento declaraba que verdes las han segado y que antes de tomar medidas, para otros pantalones, habr¨¢ que esperar la decisi¨®n del juez que llegar¨¢ despu¨¦s, mucho despu¨¦s de las elecciones.
Los estudiantes reveldes de mi generaci¨®n nos jact¨¢bamos de distinguir a la legua a los paisanos de la polic¨ªa pol¨ªtica infiltrados en la universidad: ten¨ªan barba y se dejaban el pelo largo, pero un progre aut¨¦ntico jam¨¢s habr¨ªa lustrado tanto sus zapatos, ni planchado con raya un pantal¨®n vaquero.
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