Sumidos en un hondo desconcierto
Hasta hace poco, el ruido era ensordecedor, pero llegaba por un solo o¨ªdo. El asfalto sufr¨ªa las cabalgatas de los jinetes del Apocalipsis, y en el aire, las banderas que, en los tiempos tristes, mancharon de sangre sus esquinas, volv¨ªan a flanquear. ?guilas al viento. Entre la multitud, reaparec¨ªan los extremos de una extrema derecha que nunca se fue, y los S¨¢enz de Ynestrillas recuperaban el prestigio de su odio. Todo val¨ªa. En este pa¨ªs inmaduro -no me gusta Espa?a, dec¨ªa el otro d¨ªa Juan Adriansens en el programa de Julia Otero en Punto Radio-, intentar derrocar a un Gobierno se confunde con intentar derrocar a la democracia, y as¨ª, desempolvados los manuales del buen golpista, los gritos retornaban a las cavernas. Llevamos muchos d¨ªas de cuerda tensada al m¨¢ximo, de encabronamiento dial¨¦ctico, de mentiras soeces, de patada al tablero democr¨¢tico, lisa y llanamente, llevamos muchos d¨ªas de cacer¨ªa. La pieza mayor es el presidente, pero si, por el camino, caen otras piezas, como la credibilidad institucional, los organismos competentes, el sistema legal, nada importa. Ya lo resolver¨¢n, a su manera, cuando lleguen al poder, porque ¨¦se es el ¨²nico proyecto, la ¨²nica obsesi¨®n, y si el fin justifica los medios -como bien saben los protagonistas oscuros de la historia-, ese fin es la madre de todos los objetivos.
Hasta hace poco, el ruido nos llegaba por un solo o¨ªdo. Era estridente. Era malvado. Era sucio. Pero ah¨ª estaba, con sus nombres y apellidos, con sus bendiciones episcopales y sus violentos micr¨®fonos, embarrando el campo de juego, hasta convertir el c¨¦sped democr¨¢tico en una ci¨¦naga. Duro de vivir, lo era. Pero, m¨¢s o menos, casi todos sab¨ªamos d¨®nde est¨¢bamos, y a la maldad de la demagogia, nos acog¨ªamos a la palabra legal, a la lealtad institucional del sistema de derecho. Que griten ellos. Que sean ellos los que usan el verbo grueso, intentado quebrar en a?icos el fr¨¢gil equilibrio del momento. Sin embargo, de golpe, quiz¨¢s hartos de esta hartura, el ruido unific¨® los sentidos, y nos lleg¨® por ambos dos pabellones auriculares, el verbo grueso. Alguien, en alguna zona ignota del territorio estrat¨¦gico del PSOE, decidi¨® que hab¨ªa que resucitar el retrovisor, y que el estilo ventilador pod¨ªa ser un bal¨®n de ox¨ªgeno. ?En qu¨¦ momento de derrota del sentido com¨²n, estos colegas abandonaron la inteligencia de explicar sus actos, para pasar al desprop¨®sito de justificarlos a trav¨¦s de la miseria de los otros? ?Cu¨¢ndo decidieron bajar a los infiernos que los otros les hab¨ªan preparado, y establecer el juego en sus oscuridades? ?Qui¨¦n acept¨® la trampa mortal? Pues a ¨¦se, o a ¨¦sos, y tambi¨¦n a los que aplaudieron la estrategia, y a los que dudaron en silencio, y a todos los que pasaban por ah¨ª, y callaron, a todos ellos les planto mi humilde patada en el trasero. Por tontos. Por pipiolos. Por dejarse meter goles de esta santa y p¨²blica manera. Josep Cun¨ª utiliza el s¨ªmil del trilero, para explicar el error que ZP y adjuntos han cometido. Sab¨ªan que era una trampa. Sab¨ªan que nunca se gana. Sab¨ªan que los trileros del PP dominan como nadie el tablero, y ah¨ª est¨¢n, como bobos, cayendo en su seducci¨®n.
A razones, ZP ganaba por goleada. No s¨®lo porque conocemos los motivos, la situaci¨®n, las expectativas hist¨®ricas creadas, la l¨®gica legal y democr¨¢tica que han movido la decisi¨®n. Ganaba tambi¨¦n, porque el contraste entre la palabra y el grito, establec¨ªa una frontera inequ¨ªvoca de credibilidad. Pero si la compleja decisi¨®n sobre De Juana Chaos tiene que basarse en el t¨² m¨¢s del Gobierno anterior, la camorra se instala en ambos lados de la trinchera, y a camorrista, el PP gana todos los partidos. Para saber insultar, hay que ser un profesional. Como hay que serlo para trilear con la verdad. Y ¨¦se ha sido el error grueso del ejecutivo, creer que la estrategia camorrista de la oposici¨®n puede ser, tambi¨¦n, una buena estrategia de gobierno. Ahora, bajados todos al infierno, Rajoy se eleva a los altares, toma el micr¨®fono y, cual ¨¦mulo de los viajes alucin¨®genos, alucina al personal diciendo a ZP que es un hooligan. ??l! ?Rajoy con sus chicos gritones, sus s¨ªmbolos trentinos, sus demagogias al viento! ??l, que ocupa la calle cada d¨ªa, usando hasta la maldad el delicado tema del terrorismo! ??l, que pasea la testosterona futbolera por los campos parlamentarios! ?l, don Mariano, aprovecha el primer desliz del hombre tranquilo que gobierna, para lanzarle su propia fantasma a la cara! Se lo han puesto tan bien....
Me dir¨¢n que hab¨ªa ganas, muchas ganas. Que estaban hasta las narices de mentiras, de manoseo con la verdad. Me dir¨¢n que la informaci¨®n era relevante. Pero todo ello, siendo cierto, no sirve para nada. Un Gobierno tiene que tener tanta seguridad en sus decisiones y actos, sobre todo si son dif¨ªciles, que nunca puede basar sus razones en la sinraz¨®n de los otros. La oposici¨®n tiene amplios m¨¢rgenes, incluso para la demagogia. El Gobierno los tiene estrechos. El error me duele, especialmente, porque creo que es el inicio de una severa derrota. No s¨¦ si electoral, pero s¨ª pol¨ªtica. Ahora ya hemos aceptado las reglas de juego del PP. Ahora ya estamos en su campo. Ahora ya sabemos chillar, pero no dominamos ni su juego, ni su estrategia. Puede que los est¨®magos de los socialistas, votantes incluidos, est¨¦n hoy m¨¢s descansados. Pero seamos serios. Aparte de la evacucaci¨®n pertinente, ?hemos ganado alguna raz¨®n que no tuvi¨¦ramos?
www.pilarrahola.com
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