El futbolista que prefiere no jugar
Emerson, que s¨®lo toc¨® cinco balones en M¨²nich, es repudiado por sus compa?eros y por la directiva, que dice que "est¨¢ acabado"
No tiene mucho donde rebuscar Capello. Sus hombres de confianza, Fabio Cannavaro y Emerson, a los que import¨® del Juventus este verano, no est¨¢n disponibles en la semana que decide la temporada. Cannavaro padece un problema muscular que le mantuvo en Madrid. Emerson, cl¨ªnicamente, est¨¢ en condiciones de competir. Lo que sucede es que el hombre no quiere.
El brasile?o toc¨® cinco balones en media hora en M¨²nich. Se le ve¨ªa ap¨¢tico desde el calentamiento. En el campo se escondi¨®. Fuera, tambi¨¦n. Sus compa?eros le ven aislarse, cada vez menos comunicativo, en su mundo. No le apetece jugar al f¨²tbol. Tras regresar de Alemania, un alto cargo madridista entendi¨® que Emerson es un caso cerrado: "Su carrera en el Madrid est¨¢ acabada", dijo. "El chico no deber¨ªa jugar m¨¢s".
Diarra, tocado, es lo opuesto a Emerson: "?No soy un cobarde! ?Jugar¨¦ contra el Bar?a!", grit¨®
Emerson cobra m¨¢s de cuatro millones de euros al a?o. Tal vez por eso form¨® parte de la expedici¨®n del Madrid que viaj¨® ayer a Barcelona. Lo hizo con sus auriculares, escuchando m¨²sica, tal vez bossa nova. En el aeropuerto madrile?o de Barajas, mientras esperaba subir al avi¨®n, intercambi¨® impresiones con los ayudantes de Capello, que se taparon la boca mientras le hablaban. Tal es la paranoia que sufren los asistentes de Capello, que creen ser constantemente grabados por una c¨¢mara. Para evitar que les lean los labios, se los tapan con la mano.
Dimitido Emerson, que acude pero no va, a Capello le queda la disposici¨®n del fervoroso Diarra. El maliense sufre un golpe en una rodilla y no puede burlar los dolores. Pero el suyo es el caso opuesto al del brasile?o. Tiende a los estados man¨ªacos, al derroche energ¨¦tico, al movimiento permanente. Ayer en el vestuario gritaba: "?Yo no soy un cobarde! ?Yo jugar¨¦ contra el Barcelona!".
Los gritos de Diarra revelan que la cobard¨ªa es un tema de conversaci¨®n en el vestuario del Madrid. No es extra?o. Puesto que Capello empez¨® la temporada invocando a jugadores "guerreros", parece l¨®gico. M¨¢s si cabe, cuando Emerson, llamado a ser el sargento primero, se niega a jugar en el Bernab¨¦u porque no soporta que le piten. Los silbidos lo aturden. Lo desconciertan.
Tras comprobar que Emerson no quiere jugar al f¨²tbol, que est¨¢ an¨ªmicamente mal, Capello le dio la manija del centro del campo frente al Bayern, en el Arena de M¨²nich y con la supervivencia en la Copa de Europa en juego. Trat¨¢ndose de un estadio mucho m¨¢s hostil que el Bernab¨¦u, Emerson s¨®lo toc¨® cinco veces el bal¨®n hasta que fue sustituido en el minuto 31 y ya con el Madrid en desventaja.
Si los pitos de Chamart¨ªn le molestaban, en Baviera le pitaron el doble. Algo similar ocurrir¨¢ hoy en Barcelona, cuando salte al c¨¦sped del Camp Nou. Pero Capello piensa insistir. No hay que descartarle para el once inicial.
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