Chalecos de la suerte
Las prendas reflectantes que llevaban los inmigrantes que navegaban en un cayuco rumbo a Tenerife les salvaron de una muerte segura
A las 16.40 horas del pasado jueves el vetusto buque de Salvamento Mar¨ªtimo Conde de Gondomar sortea olas de hasta siete metros a 35 millas al sur de Tenerife. ?Qui¨¦n dijo que el infierno no pod¨ªa estar en mitad de un oc¨¦ano? Jos¨¦ Ram¨®n Carou, el capit¨¢n de la nave y de una tripulaci¨®n de nueve gallegos y un canario, sale a cubierta y mira a popa el camino recorrido. De repente, sobre una de esas enormes crestas que se elevaban a su espalda, aparecen unos objetos brillantes. Con los prism¨¢ticos dirigidos a ese punto, confirma que se trata de los chalecos reflectantes de los ocupantes de un cayuco de madera, en apuros, lleno de gente, y suenan todas las alarmas. As¨ª fueron los primeros minutos de una de las misiones m¨¢s arriesgadas que hayan ejecutado los efectivos de Salvamento, seg¨²n reconocer¨ªan en el puerto, mientras comparaban el mar de Finisterre con una piscina infantil, despu¨¦s de lo que hab¨ªan vivido esa tarde.
Dos 'sin papeles' enfermos fueron izados a un helic¨®ptero por medio de un cable
El cayuco con 49 j¨®venes parti¨® el 1 de marzo desde un punto indeterminado de Nuadib¨² (Mauritania), seg¨²n relatar¨ªan a los efectivos de Cruz Roja que les atendieron de madrugada en el puerto de Los Cristianos. Tras los primeros d¨ªas de dura navegaci¨®n, uno de los j¨®venes fallece y sus compa?eros de traves¨ªa deciden arrojar su cuerpo al oc¨¦ano, donde yacen miles de sue?os rotos africanos que no llegaron a alcanzar las costas de Canarias. Durante los d¨ªas siguientes a¨²n morir¨ªan tres m¨¢s, aunque sus cuerpos se quedar¨ªa a bordo. En el sexto d¨ªa de navegaci¨®n, a otros dos les queda apenas un hilo de vida.
El color blanco del casco del cayuco se perd¨ªa en un paisaje de espuma de mar. Pero la suerte estuvo de su parte y no pasaron inadvertidos para del capit¨¢n Carou.
El veterano marino orden¨® una maniobra conocida como abarloamiento, que consiste en acercarse lentamente a la enorme barca, lanzar varios cabos para impedir que vuelque y trasladar a los n¨¢ufragos uno a uno a bordo. "Los inmigrantes estaban tan nerviosos y desesperados que muchos se levantaron al mismo tiempo y a punto provocan el vuelco total del cayuco", relat¨® Antonio Padr¨®n, el capit¨¢n mar¨ªtimo de Santa Cruz de Tenerife. "De hecho", a?adi¨®, "uno de ellos cay¨® al mar y, tras lanzarle un salvavidas, lo pudieron izar a bordo".
Un helic¨®ptero adscrito a Helimer Canarias ya se encontraba sobre sus cabezas. En una maniobra casi heroica, el gru¨ªsta y el rescatador descienden el cable de acero, mientras soplan vientos superiores a 64 kil¨®metros a la hora. Balance¨¢ndose como un p¨¦ndulo, el rescatador baja sobre el cayuco, abraza el moribundo cuerpo del n¨¢ufrago, lo sujeta con los arneses y eleva el pulgar para que los asciendan, abrazados, mientras el piloto mantiene est¨¢tica la nave.
Vuelven a repetir la operaci¨®n, rescatan al segundo m¨¢s grave y enfilan hacia el aeropuerto de Tenerife Norte. La jugada sali¨® perfecta, aunque uno de los j¨®venes a¨²n permanec¨ªa ayer en vigilancia intensiva. La Conde de Gondomar todav¨ªa tuvo que esperar unos minutos m¨¢s hasta que llegara un segundo buque, el Salvamar Alphar, con la triste misi¨®n de rescatar los tres cuerpos sin vida que permanec¨ªan en la barca.
Nueve horas despu¨¦s llegan a Los Cristianos. La mayor¨ªa de los j¨®venes baja por su propio pie por las estrechas escaleras de las tres cubiertas, vestidos ya con ropa seca. All¨ª les recibe el primer abrazo c¨¢lido y la primera cara sin mascarilla. Casi 40 profesionales y voluntarios de Cruz Roja los distribuyen en dos carpas y un hospital de campa?a. Entre todos ellos aparece la peque?a figura de un ni?o, que luego se sabr¨ªa que viajaba con su hermano mayor. Y dos heridos cuya evacuaci¨®n se eterniz¨®. "Estamos muy satisfechos de que todo saliera bien y lamentamos mucho esas muertes", reconoc¨ªa la portavoz de Salvamento, Mar¨ªa Dolores Seti¨¦n, que transmite el asombro de estos experimentados marinos ante "lo bien que navegan los cayucos y la enorme capacidad de resistencia de estas gentes".
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