Tiempos de confusi¨®n
La derecha se ha echado al monte y en el Gobierno no reluce la claridad
POD?A TEMERSE que la violencia verbal y la confrontaci¨®n en la calle, con el retorno del escudo franquista y del saludo fascista en varias manifestaciones convocadas por el PP, iba a ser una segura derivaci¨®n del atentado con el que ETA interpret¨® autorizadamente lo que para ella significaba la expresi¨®n alto el fuego permanente. Otra derecha habr¨ªamos de tener, m¨¢s centrada, m¨¢s impregnada de valores democr¨¢ticos, como para no lanzarse de hoz y coz por esa ventana de oportunidad que le ofrec¨ªa la frustraci¨®n colectiva de unas expectativas irresponsablemente acariciadas por el Gobierno hasta el ¨²ltimo d¨ªa del a?o pasado.
Sobre esta frustraci¨®n, y sobre el desaliento de un amplio sector de la ciudadan¨ªa que empieza a agotar los restos de confianza que todav¨ªa podr¨ªa depositar en el Gobierno, ha montado la derecha una ofensiva que no s¨®lo ha destrozado supuestos hasta ahora compartidos de la pol¨ªtica antiterrorista, sino que ha atentado gravemente contra el prestigio y el funcionamiento de instituciones clave de nuestro sistema democr¨¢tico. Acusaciones contra la polic¨ªa para seguir manteniendo la delirante tesis de la conspiraci¨®n isl¨¢mico-etarra-policial-socialista en los atentados del 11-M; recusaci¨®n de un magistrado del Tribunal Constitucional con el ¨²nico prop¨®sito de asegurarse una mayor¨ªa en las deliberaciones sobre el Estatuto catal¨¢n; usurpaci¨®n partidaria de s¨ªmbolos comunes, como el lazo azul; rearme del peor nacionalismo espa?ol a la voz de un inminente finis Hispaniae; griter¨ªo en el Senado.
Los objetivos de esta ofensiva est¨¢n claros: infundir en ese mismo sector el sentimiento de miedo al futuro si el Gobierno sigue en manos de la izquierda. Nada mejor que atribuir entonces a la cesi¨®n ante un chantaje y a la traici¨®n a unas v¨ªctimas la clasificaci¨®n en segundo grado de un asesino especialmente repugnante. Nada importa que ese asesino hubiera cumplido la condena impuesta por sus cr¨ªmenes: todos los dirigentes del PP han cursado derecho y saben de sobra que De Juana no permanec¨ªa en la c¨¢rcel por sus asesinatos, sino por dos art¨ªculos publicados en Gara y penados por el Tribunal Supremo con tres a?os de c¨¢rcel. Eso para nada importa; aqu¨ª lo ¨²nico que importa es diseminar el sentimiento de confusi¨®n, desorden e incertidumbre con el ¨²nico prop¨®sito de segar la hierba bajo los pies del Gobierno.
Ante ese previsible ataque, el Gobierno ha dado una vez m¨¢s muestras de vacilaci¨®n, como si se sintiera incapaz de reconstruir, respecto a ETA y el mundo abertzale, un discurso m¨ªnimamente cre¨ªble desde el atentado de Barajas. El Gobierno o, m¨¢s exactamente, su presidente, sigue enviando se?ales de que la hip¨®tesis de que ETA quiere abandonar las armas, ¨²nica con la que hab¨ªa trabajado hasta el atentado de Barajas, sigue siendo v¨¢lida: el acto fallido al calificar el atentado, el r¨¢pido saludo a las ¨²ltimas declaraciones de Otegi, las explicaciones, titubeantes primero, a la defensiva despu¨¦s, del segundo grado concedido a De Juana, han transmitido a la opini¨®n el sentimiento de que el Gobierno carece de direcci¨®n y es incapaz de imprimir ninguna a los acontecimientos; que est¨¢, por as¨ª decir, a verlas venir y que sus reacciones s¨®lo son opciones entre dos males, dependiendo de las circunstancias, calificar a uno u otro mal de mayor o menor.
La p¨¦rdida de direcci¨®n siempre acaba en un declive de autoridad y de poder: es dif¨ªcil mantener el poder cuando se pierde la direcci¨®n. Y lo que ahora resienten no pocos ciudadanos, que perciben con l¨®gica preocupaci¨®n la creciente agresividad de una derecha arrastrada por su ala extrema, es que el Gobierno ha perdido la direcci¨®n y ofrece, moral y pol¨ªticamente desguarnecido, todos los flancos del mundo al ataque de su adversario. Nadie cuenta con una explicaci¨®n razonable del camino recorrido hasta el atentado de Barajas; no se sabe por qu¨¦ razones se mantienen todav¨ªa las referencias a la "paz" y al "proceso"; no se acaba de saber, pues el Gobierno lo ha explicado de manera contradictoria, como siempre que se intenta explicar un mal menor, por qu¨¦ De Juana se ha beneficiado de un cambio en su situaci¨®n penitenciaria.
Si a todo esto se a?ade que en otros ¨¢mbitos de Gobierno no es precisamente la claridad lo que reluce, ya se comprende que esta derecha se haya tirado al monte y muestre su peor faz y sus m¨¢s detestables maneras: ser¨ªa suicida esperar que, por mostrarlas, provocar¨¢ de manera mec¨¢nica una reacci¨®n de apoyo al Gobierno. Tal como se han puesto las cosas, o el Gobierno recupera la iniciativa o del r¨ªo que con tanta fruici¨®n revuelve el PP no resultar¨¢ m¨¢s que todos perdedores y un solo pescador ganancioso.
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