EE UU, Europa y los tambores de guerra contra Teher¨¢n
La capital estadounidense vuelve a estar repleta de rumores de guerra; no s¨®lo se habla de la ¨²ltima "estrategia para la victoria" en Irak, sino tambi¨¦n de acciones militares contra Ir¨¢n. Cuanto m¨¢s cuesta distinguir alg¨²n elemento racional en las acciones del Gobierno de Bush, m¨¢s ruido hace la m¨¢quina de los rumores.
?Ordenar¨¢ Bush un ataque de la fuerza a¨¦rea y las Fuerzas Especiales contra Ir¨¢n? Desde el discurso de Bush sobre el estado de la Uni¨®n, a finales de enero, no ha habido pr¨¢cticamente un d¨ªa sin que ocurra algo relacionado con Ir¨¢n o sin que la Administraci¨®n intensifique su ret¨®rica. Es evidente que, adem¨¢s, Estados Unidos est¨¢ llevando a cabo preparativos para una incursi¨®n a¨¦rea (no parece que pueda enviar un contingente militar m¨¢s numeroso, puesto que las tropas de tierra estadounidenses est¨¢n ya sobreutilizadas y no dan m¨¢s de s¨ª).
Es necesario impulsar sanciones contra Ir¨¢n y al mismo tiempo rechazar el ataque militar
El enfrentamiento con los iran¨ªes se ha agudizado visiblemente en Irak y es posible que tambi¨¦n est¨¦ aumentando en otros lugares. Hace poco estall¨® una bomba dirigida contra la Guardia Revolucionaria Iran¨ª en la frontera entre Ir¨¢n y Afganist¨¢n. Y, por supuesto, Estados Unidos est¨¢ haciendo nuevos intentos de obtener "pruebas" de la amenaza iran¨ª que puedan justificar un ataque.
?Es todo puro farol? El mundo quiz¨¢ podr¨ªa permitirse el lujo de esperar tranquilamente a saber la respuesta si no fuera porque los avances del programa nuclear iran¨ª y el final de la presidencia de Bush pueden crear una din¨¢mica propia imposible de calcular.
Igual que en el caso de Irak, es posible que Estados Unidos tenga la fuerza suficiente para emprender una guerra, pero no para ganarla. Pero las consecuencias de una aventura militar en Ir¨¢n ser¨ªan mucho mayores que las de la guerra de Irak. Volver a hacer las cosas a medias en Oriente Pr¨®ximo ser¨ªa la peor de todas las opciones posibles, para la regi¨®n y para sus vecinos. Y el primer vecino afectado ser¨ªa Europa.
?Y c¨®mo ha reaccionado Europa -que tiene su seguridad en juego- ante estos acontecimientos? El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, ya se ha adaptado a la nueva ret¨®rica de enfrentamiento del Gobierno estadounidense. El presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, dijo imprudentemente que un Ir¨¢n con una o dos bombas nucleares podr¨ªa no ser un peligro grave, dado que existe la posibilidad de represalias nucleares; y los miembros de su Gobierno se asustaron tanto que se apresuraron a rectificar los comentarios del presidente. La canciller alemana, Angela Merkel, interviene en conferencias sobre seguridad para decir cosas que son muy bien acogidas en Estados Unidos pero, por lo dem¨¢s, Alemania prefiere mantenerse en segundo plano.
En toda Europa, lo m¨¢s importante parece ser evitar correr riesgos, incluso a costa de los intereses comunes y la solidaridad de la OTAN. La Marina alemana est¨¢ defendiendo la costa de L¨ªbano contra Hezbol¨¢, y otros pa¨ªses europeos se encargan de vigilar el pa¨ªs sobre el terreno. En Afganist¨¢n, Alemania, con su fuerte presencia militar en el norte, ha hecho o¨ªdos sordos a las peticiones de ayuda de los aliados canadienses, que luchan contra unos talibanes resucitados en el sur. Alemania quiere enviar unos cuantos aviones Tornado en misiones de reconocimiento: m¨¢s vale eso que nada, pero tampoco es gran cosa.
En pol¨ªtica de seguridad, Europa se est¨¢ quedando estancada, o incluso retrocediendo, precisamente cuando la unidad es m¨¢s necesaria que nunca. Los Tres Grandes europeos -y en especial Alemania, que ocupa actualmente la presidencia de la UE- deben encontrar la manera de cooperar en asuntos de seguridad estrat¨¦gica. Si no, Europa dejar¨¢ de contar cuando lleguen los tiempos dif¨ªciles. Y los tiempos est¨¢n poni¨¦ndose muy dif¨ªciles en Ir¨¢n y el Golfo P¨¦rsico.
Si Ir¨¢n fuera objeto de un ataque en los pr¨®ximos meses, las consecuencias se har¨¢n sentir sobre todo en la regi¨®n, pero tambi¨¦n en Europa, como vecino occidental inmediato de Oriente Pr¨®ximo; y se har¨¢n sentir durante mucho tiempo. Sin contar con que, en caso de que Ir¨¢n se salga con la suya y se convierta en potencia nuclear, Europa tendr¨¢ que pagar parte del precio. De modo que es mucho lo que se juega el Viejo Continente.
Para ser m¨¢s exactos, lo que est¨¢ en juego son dos intereses primordiales de la UE en materia de seguridad: evitar una guerra con Ir¨¢n e impedir que Ir¨¢n se convierta en potencia nuclear. Estos dos intereses aparentemente contradictorios pueden conciliarse y traducirse en una estrategia com¨²n si se pone en marcha un plan con tres aspectos: aislamiento real, contenci¨®n eficaz y negociaciones directas.
Los europeos -encabezados por Merkel, Blair y Chirac- deber¨ªan ponerse de acuerdo para garantizar a Estados Unidos que Europa est¨¢ dispuesta a pagar un precio econ¨®mico alto, tal vez muy alto, y tomar medidas en¨¦rgicas que permitan intensificar las sanciones contra Ir¨¢n. Pero para hacer esa oferta deben exigir dos condiciones indispensables: que se retire de la mesa la opci¨®n militar y que todas las partes implicadas -incluido Estados Unidos- entablen negociaciones directas con Ir¨¢n.
La pol¨ªtica de aislamiento y negociaciones directas se reforzar¨ªa a¨²n m¨¢s si se adopta una estrategia com¨²n con respecto a Siria, que no busque el "cambio de r¨¦gimen" sino el "cambio de coalici¨®n"; es decir, que saque a Siria de su estrecha alianza con Ir¨¢n.
Fue positivo e importante que el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE acordara sanciones contra Ir¨¢n. Ante la amenaza de sanciones econ¨®micas, la clase dirigente iran¨ª est¨¢ d¨¢ndose cada vez m¨¢s cuenta de lo cara que le va a salir su actitud hostil. Es necesario seguir impulsando decididamente este proceso y, al mismo tiempo, rechazar el aventurerismo militar.
Los europeos pueden impedir las dos peores posibilidades en Ir¨¢n -la guerra y el armamento nuclear- si act¨²an de manera conjunta y con decisi¨®n. Est¨¢n en juego unos intereses europeos y transatl¨¢nticos fundamentales. Por eso Europa -y especialmente la presidencia alemana de la UE- tiene la responsabilidad de actuar ya.
Joschka Fischer, ex ministro de Exteriores y vicecanciller de Alemania, es profesor visitante en la Escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton. ? Project Syndicate / Institute of Human Sciences, 2007. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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