Rivalidades
La Sexta convirti¨® la previa del Bar?a-Madrid del s¨¢bado en un publirreportaje de la cadena que dur¨® (redoble de tambores) doce horas. La extenuante preparaci¨®n del partido se sald¨® con un r¨ªo de estad¨ªsticas, tertulias sucesivas, redifusi¨®n de partidos hist¨®ricos y comentarios como el que hizo Antonio Esteve a las 14.45 (el partido empezaba a las 22.00): "?Qu¨¦ poquito queda para que el Camp Nou se convierta en un hervidero de pasi¨®n!". Por bueno que sea, no hay espect¨¢culo que soporte tanta expectativa, y menos si, a la hora de la verdad, se trufa de publicidad, bandas informativas invasivas de pantalla y una inoportuna conexi¨®n con una base militar en L¨ªbano. Las ma?anas de los fines de semana en Antena 3, en cambio, no publicitan lo suficiente dos de sus mejores series juveniles: Malcom in the middle y La familia salvaje. En la primera vimos c¨®mo Malcom se dejaba sobornar por su hermano peque?o, que le obligaba, a cambio de dinero, a ver los programas que no le gustan. Lo de ver programas infames a cambio de dinero deber¨ªa ser una de las ofertas del circo televisivo. Del mismo modo que existen multitud de cadenas que, a cambio de un abono, ofrecen parrillas te¨®ricamente decentes, no estar¨ªa mal que los canales que son incapaces de perpetrar nada bueno pagaran a sus espectadores por verlos.
En la calle, mientras tanto, se disputaba otro partido de la m¨¢xima rivalidad: la protesta reactiva que aprovecha la debilidad de un gobierno desestructurado por su delirante ingenier¨ªa ideol¨®gica y la defensa de principios f¨¢cilmente reconvertibles en carburante electoral expresados con toques de populismo grandilocuente, pancartismos contagiosos, repetitiva doctrina y visceralidad faltona. Si las identidades barcelonistas y madridistas arrastran un exceso de ret¨®rica demag¨®gica, el s¨¢bado qued¨® claro que los s¨ªmbolos presentes en la manifestaci¨®n de Madrid requerir¨ªan de un an¨¢lisis que vaya m¨¢s all¨¢ de la f¨¢cil reacci¨®n de desprecio o de euforia y que razone sobre el porqu¨¦ de la apropiaci¨®n partidista de la bandera.
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