Dar y pedir cuentas

El portavoz del PP, Eduardo Zaplana, acus¨® al ministro P¨¦rez Rubalcaba de pedir cuentas a los dem¨¢s en lugar de rendirlas sobre la aplicaci¨®n al etarra De Juana Chaos de un r¨¦gimen de prisi¨®n atenuada. El reproche es injusto. En el debate parlamentario de ayer, Rubalcaba lanz¨® reproches retrospectivos al PP, pero dio razones de su decisi¨®n que resultaron m¨¢s claras y convincentes que las de su contrincante.

El Gobierno se enfrentaba al chantaje de libertad o muerte de un De Juana dispuesto a dejarse morir. En lugar de ceder, el Gobierno busc¨® una v¨ªa de entre las permitidas por la ley que evitase tanto la liberaci¨®n del preso como su muerte, de la que habr¨ªan derivado males mayores (incluyendo otras posibles muertes). Y lo hizo de manera que quedase a salvo la autoridad del Estado: el preso sigue preso, aunque cumplir¨¢ lo que le queda de la sentencia en un r¨¦gimen penitenciario adecuado a las circunstancias. Rubalcaba evit¨® a?adir a esas razones otra que tambi¨¦n ha influido: el error inicial de ceder a la presi¨®n emocional de quienes exig¨ªan al Gobierno buscar motivos de imputaci¨®n que evitaran la salida del preso tras haber cumplido su condena.

Son razones de peso. Zaplana les opuso el argumento de que la mayor¨ªa de los ciudadanos est¨¢n en contra del trato otorgado a De Juana. No hay duda de ello, pero el criterio de mayor¨ªa no es aplicable cuando se trata de un dilema como el planteado: el Gobierno ten¨ªa que elegir entre dos males y asumir el coste pol¨ªtico de su opci¨®n, y es lo que ha hecho. La pol¨ªtica penitenciaria es parte de la pol¨ªtica antiterrorista, dijo el ministro, y todos los gobiernos han utilizado el margen de discrecionalidad que les daba la ley para impulsar medidas anti-ETA, como la dispersi¨®n para favorecer la reinserci¨®n, etc¨¦tera. Y al menos desde el Pacto de Ajuria Enea, con el apoyo de la oposici¨®n.

Un punto d¨¦bil de la argumentaci¨®n del ministro fue olvidar que, a partir de la ruptura de la tregua de Lizarra, el nuevo consenso exclu¨ªa o relativizaba la b¨²squeda de salidas negociadas. Pero Zaplana no quiso o¨ªr el reconocimiento por Rubalcaba de que hab¨ªa sido esa pol¨ªtica de firmeza del PP lo que hab¨ªa debilitado a ETA hasta hacer veros¨ªmil un final dialogado.

Rubalcaba record¨® pronunciamientos del Gobierno del PP que demostraban que en su momento no consideraban cesiones a ETA medidas legales destinadas a evitar males mayores. Tambi¨¦n invoc¨® episodios que prueban la negligencia de aquel Gobierno en la aplicaci¨®n de las medidas penitenciarias destinadas en principio a favorecer la reinserci¨®n y que s¨®lo sirvieron para aliviar las condenas de los m¨¢s caraduras: los que alegaron hacer gimnasia o, como De Juana, haber escrito un libro que result¨® ser un panfleto a favor de ETA, para acogerse a las medidas de redenci¨®n extraordinaria.

De acuerdo con el argumentario m¨¢s reciente, el portavoz del PP proyect¨® el asunto De Juana sobre la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno para acusar a Zapatero de haberse plegado a las ¨®rdenes de ETA con el objetivo de salvar o reanudar el proceso de paz, y de ofender a las v¨ªctimas. El debate fue casi siempre desgarrado, a cara de perro. Rubalcaba volvi¨® a evocar la excarcelaci¨®n anticipada del preso que poco despu¨¦s asesin¨® a un concejal socialista, y Zaplana no se priv¨® de sacar los GAL y los asesinatos de Lasa y Zabala. Fue visible la congoja de los representantes de los dem¨¢s grupos. Es dif¨ªcil no compartirla.