Perdedores y radicales
Cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn, sus ojos acerados supieron ver esa figura nueva del hero¨ªsmo pol¨ªtico que estaba modelando el final del siglo XX. Era el h¨¦roe de la retirada, hecho de renuncia, demolici¨®n y desmontaje, el rev¨¦s del h¨¦roe cl¨¢sico, dedicado al triunfo, la conquista y la victoria. Nuestro Adolfo Su¨¢rez encajaba muy bien en el prototipo, pero todav¨ªa m¨¢s dirigentes comunistas como Jaruzelski, Jruschov, Kadar o el mayor y el mejor de todos, Mija¨ªl Gorbachov. Ahora, esa mirada sin piedad sobre nuestras sociedades ha vislumbrado una nueva figura de la contemporaneidad en el perdedor radical, producto extremo de la globalizaci¨®n, en las ant¨ªpodas del ganador radical, del master del universo.
Hans Magnus Enzensberger ha diseccionado en un ensayo deslumbrante (El perdedor radical, Anagrama) las causas del actual terrorismo: nuestra dependencia energ¨¦tica y la f¨¢brica de perdedores en que hemos convertido nuestras sociedades. Preguntarse por las causas, comprender los m¨®viles no es justificar, como nos quiere hacer creer cierto pensamiento cerril y castizo. Como diferenciar entre terrorismos no es favorecer a terrorismo alguno, sino m¨¢s bien lo contrario: la premisa para vencerlo.
El perdedor radical es un hombre al borde del precipicio. Su vida no vale nada, porque se siente despose¨ªdo de una superioridad innata e incuestionable por una raz¨®n que no alcanza a comprender. Es una bomba humana, imprevisible y preparada para estallar en cualquier momento. Sobre todo cuando siente herida su sensibilidad, tan extrema hacia s¨ª mismo como nula hacia los dem¨¢s. No es un caso aislado, al contrario: cada vez hay m¨¢s. Los progresos de nuestras sociedades hacen crecer su n¨²mero, pues cuanta menos miseria queda por repartir m¨¢s amarga es la raci¨®n que queda para los perdedores, aguijoneados por el agravio comparativo.
?Qu¨¦ proporci¨®n de perdedores radicales tienen nuestras sociedades? No lo sabemos, pero que es muy alta lo demuestran los numerosos episodios de violencia, no s¨®lo dom¨¦stica, que terminan en autoinmolaci¨®n. La novedad es que el perdedor radical, anta?o un individuo solitario y taciturno que estallaba inesperadamente sembrando el p¨¢nico y el dolor a su alrededor, ha adoptado tambi¨¦n el comportamiento gregario. Este nuevo perdedor tiene una patria en la que acogerse, un territorio imaginario en el que la pulsi¨®n de muerte y los delirios de grandeza desembocan en "un sentimiento de omnipotencia calamitoso". Su terrorismo, a diferencia de los precedentes, no sabe de reivindicaciones negociables ni de proyectos de sociedad fuera de su ensue?o fantasmag¨®rico. Con otros terrorismos negociar podr¨¢ ser ceder, como dicen los neocons, pero ¨¦ste ni negocia ni quiere concesiones: mata y muere y basta. De su enemigo s¨®lo quiere el cad¨¢ver.
Su combustible es la idea que el islam ¨¢rabe se hace de s¨ª mismo. La grandeza perdida y las glorias cient¨ªficas y literarias de una civilizaci¨®n periclitada forman con la miseria actual una mayonesa mort¨ªfera. Para los ricos, incluso su "riqueza es una maldici¨®n porque les recuerda constantemente su dependencia". La lectura literal del Cor¨¢n remacha la tarea, puesto que impide la libertad de pensamiento y la igualdad de sexos y convierte este islam en algo incompatible con la modernidad democr¨¢tica y el Estado de derecho.
Al Qaeda es ahora mismo la mayor y m¨¢s mort¨ªfera organizaci¨®n de perdedores radicales, que ondea la bandera de una decadencia irremediable bajo el nombre del Califato. Tiene viveros en todas las c¨¢rceles del mundo ¨¢rabe y occidental. Forma a los escolares en las madrasas de Pakist¨¢n. Cuenta con organizaciones desde el Magreb hasta Filipinas. Parasita Internet con sus webs y su actividad febril. Por lo que afecta a Espa?a, est¨¢ ahora mismo "en primera l¨ªnea de fuego", seg¨²n cont¨® Baltasar Garz¨®n a Jos¨¦ Mar¨ªa Irujo en EL PA?S del pasado domingo. El investigador del Instituto El Cano, Fernando Reinares, ha publicado un minucioso y preocupante informe (www.realinstitutoelcano.org) sobre el nivel de peligro en que nos encontramos, en los mismos d¨ªas en que transcurre el juicio por los atentados del 11-M y se celebra el tercer aniversario de aquella luctuosa jornada. Somos un objetivo debido a nuestra presencia militar en Afganist¨¢n; a Ceuta y Melilla, consideradas como equivalentes de Chechenia o Gaza; y al mito de Al Andalus, puesto que todo territorio que ha sido musulm¨¢n alguna vez debe volver a serlo seg¨²n su delirante visi¨®n geopol¨ªtica del mundo. Pero la opini¨®n p¨²blica espa?ola, la oposici¨®n, los medios de comunicaci¨®n, est¨¢n en otra cosa. En De Juana Chaos. Equivocarse de enemigo es el primer paso para perder cualquier guerra.
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