Legado de miradas

W. G. Sebald era amigo de lo ecl¨¦ctico. Le gustaba tomar en sus novelas elementos prestados de las cr¨®nicas de viajes, de las memorias, del reportaje o el ensayo. Y con Jan Peter Tripp concibi¨® un libro, Sin contar, en el que los 33 poemas de uno y las 33 im¨¢genes del otro establecieran un di¨¢logo sin por ello perder su propia resonancia.

Desde Inglaterra, donde viv¨ªa desde los 21 a?os, el autor de Austerlitz enviaba a su amigo de infancia, residente en Alsacia, sus poemas. Hasta que su muerte en accidente de coche en 2001, cuando se encontraba en plena madurez creativa, trunc¨® sus planes. Ha sido Tripp el encargado de la composici¨®n definitiva de Sin contar, una sucesi¨®n de versos a los que acompa?an grabados hiperrealistas de los ojos de sus destinatarios.

Los sentimientos // amigo m¨ªo / escribi¨® Schumann / son estrellas que s¨®lo/ nos gu¨ªan con la / luz del d¨ªa

La casa // por la noche / a trav¨¦s de las ventanas / el resplandor de las / llamas

"Orden y r¨ªtmica se rinden al capricho est¨¦tico que en ¨²ltima instancia proviene del material mismo", dice de la estructura Andrea K?hler en el ep¨ªlogo de la obra, que arranca con un poema de Hans Magnus Enzensberger en el que se despide de su amigo Sebald. "Quien nos llegara al coraz¨®n, // parec¨ªa haber venido desde muy lejos / a esta inquietante patria. / Aqu¨ª poco le retuvo", se lamenta Enzensberger.

El autor de Los emigrados, Los anillos de Saturno y V¨¦rtigo se escribe a s¨ª mismo: "Al final // s¨®lo quedar¨¢n los / que quepan sentados / alrededor de / un tambor". Y no se olvida de su colega en este proyecto: "Cuando los rayos // ca¨ªan se / ve¨ªan las monta?as / con sus profundos pliegues / la lluvia murmuraba / incesante hacia el valle".

Los ojos de pintores como Rembrandt o Francis Bacon y de escritores como Truman Capote, Marcel Proust o Juan Carlos Onetti asoman en estas p¨¢ginas, probablemente porque aseguraba que los muertos siempre le interesaban m¨¢s que los vivos. Y junto a ellos, los ojos de su hija Anna, herida en el accidente -"Sin contar // queda la historia / de las caras / vueltas hacia otro lado"- o un lastimero perro al que dedica un verso disparatado: "Por favor env¨ªame // el abrigo marr¨®n / de Rheingau / con el que anta?o yo / daba mis caminatas nocturnas".

Se sent¨ªa incapaz de hablar el alem¨¢n coloquial tras d¨¦cadas en Inglaterra, pero nunca dej¨® de escribir en su lengua materna. Detestaba los ordenadores y rechaz¨® la nominaci¨®n para el Premio Reino de Redonda que otorga el espa?ol Javier Mar¨ªas. "Querido Javier: yo no leo a autores contempor¨¢neos", le contest¨®, y quiz¨¢ por agradecimiento le dedic¨® uno de los 33 poemas que dice as¨ª: "Las manchas // rojas / en el / planeta / J¨²piter / son huracanes / de tres / cientos / a?os".