El patetismo del momento pol¨ªtico
No hay nada m¨¢s estimulante intelectualmente que algunos art¨ªculos de prensa que defienden con brillantez ideas contrarias a las propias. Lo es porque la calidad de la argumentaci¨®n se realza cuando uno no comulga con las ideas expuestas, cuando ¨¦sta se muestra como un jard¨ªn invernal, sin las manchas de flores que disimulan f¨¢cilmente cualquier trampa de trazado. Un articulista contrario a nuestras ideas nos obliga a un ejercicio mental de r¨¦plica y, en el mejor de los casos, nos convence de la complejidad y relatividad de muchas de nuestras convicciones, revitaliz¨¢ndolas.
Los art¨ªculos de Jos¨¦ Ignacio Wert que con cierta frecuencia publica su peri¨®dico produc¨ªan en m¨ª ese efecto hasta que le¨ª el del pasado jueves 8 de marzo, a prop¨®sito de De Juana Chaos, apresurada defensa de las teor¨ªas populares, donde califica la decisi¨®n tomada por el Gobierno como ilegal, deshumanizada, d¨¦bil y, pol¨ªticamente, un error. Me parece que la justificaci¨®n de esta opini¨®n adolece del mismo patetismo que critica, pues afirmar que un preso en huelga de hambre no es paciente (enfermo) sino agente del atentado contra su salud y, por tanto, que la legalidad de cualquier intervenci¨®n estatal es dudosa plantea una premisa absurda.
Estoy segura de que el autor no est¨¢ defendiendo que en las prisiones (o en el sistema p¨²blico de salud) no se atiendan a los que atentan deliberadamente contra su salud (depresivos suicidas, fumadores compulsivos, heroin¨®manos seropositivos, etc¨¦tera). El Estado es garante de la vida de sus ciudadanos, y ese principio universal debe prevalecer incluso en la consideraci¨®n de los presos procesados por terrorismo o por su apolog¨ªa. Se puede criticar la forma en que el Gobierno (o la oposici¨®n) ha manejado pol¨ªticamente la dif¨ªcil situaci¨®n en la que nos encontramos, pero no creo que un buen articulista deba hacer trampas con los principios del Estado de derecho.
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