Bicentenario de la libertad
Hoy se conmemora el 195 aniversario de la proclamaci¨®n de la primera constituci¨®n espa?ola, la de C¨¢diz, que consagr¨® el inicio de las libertades en Espa?a. Fue un texto de enorme repercusi¨®n, porque su aplicaci¨®n era sobre todo el territorio del ya decadente imperio espa?ol, lo que hoy son 22 naciones soberanas de tres continentes diferentes. Por primera vez a "los espa?oles de los dos hemisferios", como se defin¨ªa a la naci¨®n espa?ola en el texto gaditano, se les reconocen una serie de derechos y libertades. La precaria situaci¨®n de la corona servir¨¢ como acicate para la independencia de la mayor¨ªa de las naciones americanas y el fin del imperio. Se va a celebrar ahora el bicentenario de aquellas Constituci¨®n para lo cual se constituye hoy un consorcio estatal. Esta efem¨¦ride no es un asunto que afecte s¨®lo a los gaditanos, sino que es un motivo excelente para reclamar los valores que inspiraron aquellas Cortes y su repercusi¨®n en la Historia de Espa?a. De manera paralela, numerosos pa¨ªses de Am¨¦rica han formado comisiones nacionales para festejar, en 2010, el bicentenario de su independencia, coincidiendo con el aniversario de la creaci¨®n de sus primeras juntas patri¨®ticas, los instrumentos por los cuales los criollos americanos se dotaron de ¨®rganos de impulso pol¨ªtico a la independencia de las colonias de ultramar, como se dec¨ªa en la ¨¦poca. Es verdad que se aprovecharon de la decadencia de Espa?a y que fueron ayudados por Inglaterra. Pero no es menos cierto que defend¨ªan lo mismo que en Espa?a, la libertad, que para ellos era tambi¨¦n la capacidad para decidir su destino y para comerciar con quien quisieran. Por este motivo el bicentenario de la Constituci¨®n de C¨¢diz debe ser un festival de la libertad en hermandad con los diferentes bicentenarios americanos. Son las dos patas de la obra realizada por los diputados gaditanos, Am¨¦rica y la libertad.
No fue casual que C¨¢diz acogiese la gesta constitucional. Las tropas de Napole¨®n empujaron al gobierno hacia el principal puerto del pa¨ªs, donde resistir el asedio del ej¨¦rcito franc¨¦s dada la superioridad de la armada espa?ola, como refleja muy bien Ram¨®n Sol¨ªs en su libro El C¨¢diz de las Cortes. Por mar llegaron vituallas y muchos diputados, como por mar hab¨ªan llegado las ideas liberales y la cultura que crearon el clima propicio para forjar el texto gaditano. Como dijo Marx, los asediados incorporaron las ideas de los asediadores. Es en este ambiente donde nace la Constituci¨®n que elimina privilegios y forja la naci¨®n. Durante todo el siglo XIX los liberales que defendieron las ideas de La Pepa lucharon por la Constituci¨®n en contra del absolutismo y la reacci¨®n como Riego y Torrijos. Muchos fueron al exilio, otros sufrieron c¨¢rcel o muerte, pero su sacrificio no fue en vano. Es la eterna lucha de Espa?a, entre el progreso y el autoritarismo tradicionalista, el mismo que vivimos ahora, donde unos cuantos nos quieren imponer a los dem¨¢s sus puntos de vista con el parad¨®jico procedimiento de tirarnos la Constituci¨®n y los s¨ªmbolos de todos a la cabeza. Si en 1812 se pudo hacer una Constituci¨®n que reconociese la libertad y los derechos de los espa?oles, esa misma estela de tolerancia, de extensi¨®n de derechos, de liberalidad, de cultura, de cosmopolitismo, hace falta que se extienda por Espa?a. Los Quintana, Mu?oz Torrero, Arg¨¹elles, Mej¨ªa Lequerica, Ram¨®n Power, Fern¨¢ndez Golf¨ªn y dem¨¢s crearon una obra de la que todos somos deudores: la idea de una Espa?a que integre a todos, hayan nacido donde hayan nacido, piensen lo que piensen, profesen cualquier religi¨®n o ninguna, pero todos en un mismo marco de convivencia. Los diputados docea?istas lo escribieron y cost¨® mucha sangre que esa idea se instalara en Espa?a. Durante dos siglos hemos luchado entre nosotros por distintos conceptos de c¨®mo organizar el Estado. Esperemos que unos cuantos intransigentes no tiren por la borda el esfuerzo hist¨®rico de tanta gente, por muchas sotanas que los apoyen y muchas banderas que enarbolen. La raz¨®n no asiste a quien m¨¢s grita.
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