Manifestaciones
En manifestaciones recientes de distinto signo, a menudo hijas tontainas de la rabia y de la idea, se advierten actitudes, aparecen banderas o emblemas y se oyen cantos y gritos que desplazan el prop¨®sito de apoyo o de repulsa al terreno de la provocaci¨®n y de la incitaci¨®n a la violencia. Por lo general, estos elementos s¨®lo representan a una minor¨ªa, pero como resultan llamativos, se abren paso hasta la cabecera de la informaci¨®n. En los medios audiovisuales son lo que en la prensa se denominan destacados: lo ¨²nico que ve la gente.
Como de un tiempo a esta parte reverdece la memoria hist¨®rica y proliferan los documentos gr¨¢ficos sobre episodios sangrientos, se vuelve inevitable hacer comparaciones alarmantes y abrigar el presentimiento de que estamos volviendo a las andadas; de que despu¨¦s de una etapa de ten con ten, las dos Espa?as est¨¢n en un tris de volver a zurrarse la badana.
El temor es comprensible, pero, en mi opini¨®n, infundado. Por supuesto, nadie puede predecir el futuro, pero un an¨¢lisis m¨¢s detenido de los referentes permite apreciar que entre el hoy y el ayer media un abismo. El que media entre los espa?oles que ayer pasaban hambre y los que hoy tienen problemas de sobrepeso. En aquella ocasi¨®n las insignias, los gritos y los cantos eran fruto del momento y se representaban a s¨ª mismos. Hoy son meras alusiones, material de desguace, estampas cedidas por el museo del pop. En algunos casos los iconos est¨¢n protegidos por la ley de propiedad intelectual. Otros, como ocurre con la etiqueta y los s¨ªmbolos fascistas, son de libre utilizaci¨®n, porque sus creadores eran unos atolondrados que echaron el negocio a rodar sin haber registrado la patente, de modo que ahora cualquiera puede acusar de fascista a quien le d¨¦ la gana sin miedo a que le caiga un pleito.
Esto no significa que vea la vida de color de rosa. Al contrario, creo que graves peligros se ciernen sobre nosotros, pero lo que haya de pasar no est¨¢ en la calle, sino germinando en el subsuelo del paseo por donde discurre la manifestaci¨®n o donde grupos de j¨®venes increpan y zarandean a intelectuales que no son de su agrado, profiriendo insultos aprendidos, agitando estandartes prestados y vociferando agravios de segunda mano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.