El separatismo pierde terreno en Quebec
El nacionalismo conservador aspira a controlar el Gobierno regional tras los comicios del lunes
Reconocidos oficialmente como "naci¨®n", los quebequeses vuelven a las urnas el lunes y esta vez la batalla por el Parlamento y el Gobierno regionales se presenta m¨¢s abierta que nunca. El espectacular despegue del voto conservador nacionalista, agrupado en torno a la figura de Mario Dumont, l¨ªder de la Acci¨®n Democr¨¢tica de Quebec (ADQ), compromete la reelecci¨®n del actual primer ministro, el federalista liberal Jean Charest. Todo indica que el l¨ªder del ADQ ha sabido despertar el conservadurismo latente en parte de la poblaci¨®n rural que siente su identidad franc¨®fona amenazada por la inmigraci¨®n.
El conservador Mario Dumont ha rechazado otro refer¨¦ndum secesionista
El apoyo a la causa de la independencia se sit¨²a entre el 35% y el 40% de la poblaci¨®n
La incertidumbre del resultado acrecienta el inter¨¦s habitual que las elecciones quebequesas suscitan dentro y fuera de Canad¨¢. Como no pod¨ªa ser menos, trat¨¢ndose de la marca se?era del club internacional de nacionalistas sin Estado, Quebec concentra tambi¨¦n estos d¨ªas las miradas de los pa¨ªses con problemas larvados de separatismo.
Cuando parec¨ªa que se encaminaba a su segura reelecci¨®n, Jean Charest, l¨ªder del Partido Liberal Quebequ¨¦s (PLQ), ha ido perdiendo pie en las encuestas, empujado por el viento ascendente de un Mario Dumont que, hasta hace pocas semanas, era considerado convidado de piedra. Las ¨²ltimas encuestas sit¨²an a las grandes formaciones en liza, los separatistas del Partido Quebequ¨¦s (PQ), los nacionalistas de Dumont y los federalistas de Charest en un empate virtual, aunque con ligera ventaja para este ¨²ltimo. Salvar los muebles, conservar esa diferencia m¨ªnima, se ha convertido en el objetivo del pol¨ªtico que hace cuatro a?os infligi¨® una muy dura derrota a los separatistas al alzarse con el 60% de los esca?os y alejar, as¨ª, ad calendas graecas, la posibilidad de otro refer¨¦ndum secesionista.
Sabido que, por lo general, el PLQ obtiene en las encuestas una representaci¨®n inferior a la real, la esperanza de la formaci¨®n federalista, que aglutina a quienes se oponen a la ruptura con Canad¨¢, est¨¢ ahora depositada en esa "prima de las urnas". Sea como fuere, y salvo que las encuestas se equivoquen, el pr¨®ximo Gobierno tendr¨¢ que ser formado por un partido minoritario, algo que no ha ocurrido desde marzo de 1878; es decir, desde los albores mismos de la Constituci¨®n canadiense (1867), que uni¨® en un abrazo a las "dos grandes soledades" franc¨®fona y angl¨®fona.
Sobre el papel, nada impedir¨ªa al Partido Quebequ¨¦s y a la Acci¨®n Democr¨¢tica de Quebec sumar sus fuerzas en una "uni¨®n nacional", pero eso es tanto como desconocer las diferencias ideol¨®gicas que les separan: socialdem¨®cratas, los primeros; conservadores, los segundos, y, sobre todo, ignorar la aversi¨®n que la invocaci¨®n a un nuevo refer¨¦ndum secesionista suscita, hoy, en la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, sobre todo, entre los angl¨®fonos (9%) y los al¨®fonos (inmigrantes, en el vocabulario pol¨ªticamente correcto de Canad¨¢). Doce a?os despu¨¦s del refer¨¦ndum que los independentistas perdieron por s¨®lo 30.000 votos, el recuerdo de aquel desgarro social sigue estando lo bastante fresco como para desaconsejar nuevas aventuras de esta naturaleza. De ah¨ª que Mario Dumont haya rechazado la posibilidad de sumarse al refer¨¦ndum que propugna el nuevo l¨ªder del PQ, Andr¨¦ Boisclair.
Como los pequistas no ignoran el hartazgo de la poblaci¨®n sobre este punto -el 65% de los quebequeses es contrario a la convocatoria de referendos-, se dir¨ªa que Andr¨¦ Boisclair, cuestionado en sus propias filas, busca reagrupar en torno al independentismo a aquellos de sus electores que dudan si votar al Partido Verde o a Solidaridad de Quebec. El apoyo popular a la causa de la independencia sigue estando entre el 35% y el 40% de la poblaci¨®n. Uno de los m¨¦ritos del Gobierno Charest es el de haberles ahorrado el permanente conflicto por las reformas constitucionales, los continuos tira y afloja con el Gobierno.
La declaraci¨®n oficial, aunque simb¨®lica, carente de efecto constitucional, por la que, en noviembre, el Parlamento de Ottawa reconoci¨® a Quebec el car¨¢cter de naci¨®n "dentro de un Canad¨¢ unido", no est¨¢ teniendo un efecto directo en estas elecciones. No fue una decisi¨®n espont¨¢nea, sino la respuesta a una moci¨®n presentada por el Bloque Quebequ¨¦s, marca electoral de los independentistas. En la convicci¨®n de que la moci¨®n ser¨ªa rechazada por los dos grandes partidos de la Federaci¨®n, de lo que se trataba, probablemente, era de abonar el terreno electoral, sumar un nuevo agravio. La sorpresa de los separatistas fue may¨²scula al comprobar que el primer ministro, el conservador Stephen Harper, aceptaba el envite, aunque con el a?adido "dentro de un Canad¨¢ unido".
Desde la ambig¨¹edad, ni secesionista, ni federalista -"afirmarse, sin separarse", es su lema-, Mario Dumont parece haber despertado un conservadurismo replegado en el mundo rural y reunido, en torno a sus banderas de orden y familia, a buena parte de los descontentos. Si aguanta el ¨²ltimo tir¨®n de la campa?a, las urnas pueden ser una caja de sorpresas.
![Propaganda electoral en una calle de Montreal.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GCICO4XKOD77WHK2B364BFXLPA.jpg?auth=c1f677bcda24c09b77cb1b225c26db743c97519cafffdabbd9b8cf376c827234&width=414)
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NXOLVHCRZSNW2XRDENLN2WIMAA.jpg?auth=fda8f3d7e6a9a53822154cb2d82d721b63f15f6954802b74077a71f873cbefe5&width=414)
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