La pol¨ªtica exterior de EE UU despu¨¦s de Irak
?Qu¨¦ viene despu¨¦s de Irak? Si el aumento de tropas actual del presidente Bush no sirve para obtener un resultado que pueda considerarse una "victoria", ?qu¨¦ ense?anzas sacar¨¢ Estados Unidos con vistas a su futura pol¨ªtica exterior? ?Se encerrar¨¢ en s¨ª mismo, como hizo tras su derrota en Vietnam, hace treinta a?os? ?Pasar¨¢ de promover la democracia a una concepci¨®n realista y estrecha de sus intereses? Aunque el debate en Washington sigue centrado en Irak, algunos observadores extranjeros atentos est¨¢n haci¨¦ndose ya estas preguntas sobre el futuro m¨¢s a largo plazo.
Los analistas y los expertos se han equivocado con frecuencia sobre la posici¨®n de Estados Unidos en el mundo. Por ejemplo, hace veinte a?os, la opini¨®n general era que Estados Unidos estaba en declive. Diez a?os m¨¢s tarde, con el final de la guerra fr¨ªa, la idea oficial pas¨® a ser que el mundo se hab¨ªa convertido en una hegemon¨ªa unipolar estadounidense. Algunos expertos neoconservadores llegaron a la conclusi¨®n de que EE UU era tan poderoso que pod¨ªa decidir lo que estaba bien, y los dem¨¢s tendr¨ªan que seguir sus pasos. Charles Krauthammer ensalz¨® esta teor¨ªa y la llam¨® "el nuevo unilateralismo", una idea que ejerci¨® enorme influencia en la Administraci¨®n de Bush ya antes de los atentados del 11-S.
Pero el nuevo unilateralismo se basaba en una interpretaci¨®n totalmente err¨®nea de lo que es el poder en la pol¨ªtica mundial. El poder es la capacidad de obtener los resultados deseados. La posibilidad de que poseer los recursos necesarios permita lograr dichos resultados depende del contexto. Por ejemplo, una fuerza moderna de carros de combate es un recurso fundamental si la guerra se libra en un desierto, pero no si se desarrolla en un pantano, como descubri¨® EE UU en Vietnam. Hasta ahora, se supon¨ªa que el poder militar dominaba la mayor¨ªa de las situaciones, pero, en el mundo de hoy, los contextos de poder var¨ªan enormemente.
Alguna vez he comparado el reparto de poder en la pol¨ªtica actual con una partida de ajedrez en tres dimensiones. En el tablero superior -las relaciones militares entre Estados-, el mundo es verdaderamente unipolar, y seguramente seguir¨¢ si¨¦ndolo durante decenios. Pero en el tablero intermedio, el de las relaciones econ¨®micas, el mundo ya es multipolar, y Estados Unidos no puede obtener los resultados que desea sin la cooperaci¨®n de Europa, Jap¨®n, China y otros. Y en el tablero inferior, dedicado a las cuestiones internacionales que est¨¢n fuera del alcance de los gobiernos -asuntos de todo tipo, como el cambio clim¨¢tico, las pandemias y el terrorismo internacional-, el poder est¨¢ repartido de forma ca¨®tica, y no tiene ning¨²n sentido afirmar que existe una hegemon¨ªa estadounidense.
Sin embargo, es en este tablero inferior en el que nos encontramos con la mayor parte de los grandes retos. La ¨²nica manera de abordar estos problemas es la cooperaci¨®n con los dem¨¢s, y eso requiere, al mismo tiempo, el poder blando de la atracci¨®n y el poder duro de la coacci¨®n. No existe una simple soluci¨®n militar capaz de producir los resultados que queremos.
Los nuevos unilateralistas que dominaron el primer Gobierno de Bush cometieron el error de creer que el reparto unipolar del poder en el contexto militar bastaba para dirigir la pol¨ªtica exterior. Eran como un ni?o con un martillo convencido de que cada problema es un clavo que hay que golpear. Ahora est¨¢ muy claro el peligro de esa estrategia. Quien juega una partida tridimensional con la atenci¨®n puesta exclusivamente en uno de los tableros no tiene m¨¢s remedio que perder.
Por suerte, el p¨¦ndulo ha empezado a oscilar hacia la cooperaci¨®n. En el segundo mandato de Bush se han ido del Gobierno varios de los unilateralistas m¨¢s fan¨¢ticos y el presidente ha abordado problemas dif¨ªciles como los de Corea del Norte o Ir¨¢n con una perspectiva m¨¢s multilateral que durante sus primeros a?os. Del mismo modo que el verano pasado, a pesar de todas las quejas sobre la ONU, Estados Unidos y otros recurrieron a las fuerzas de paz de Naciones Unidas para arreglar la situaci¨®n tras la guerra de L¨ªbano.
La guerra de Irak ha contribuido especialmente a que la opini¨®n p¨²blica se diera cuenta de los errores cometidos por Bush durante el primer mandato, pero tambi¨¦n est¨¢n cambiando otras cosas. Los estadounidenses tienen hoy una opini¨®n m¨¢s favorable sobre la cooperaci¨®n a la hora de abordar el cambio clim¨¢tico. Asimismo, la amenaza de las pandemias puede ayudar a que sean conscientes de la necesidad de contar con una Organizaci¨®n Mundial de la Salud m¨¢s fuerte, mientras que el problema de la proliferaci¨®n nuclear est¨¢ ayudando a que reconozcan la importancia del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica.
La naturaleza de estos problemas impide que EE UU pueda permitirse el lujo de encerrarse en s¨ª mismo, independientemente de c¨®mo acabe la situaci¨®n en Irak. No son problemas que uno pueda dejar atr¨¢s, en otro pa¨ªs. Nos siguen hasta nuestra casa.
Tampoco parece probable que la pol¨ªtica exterior estadounidense vaya a regresar a un realismo estrecho y abandone el ¨¦nfasis en la democracia y los derechos humanos. Aunque la guerra de Irak ha desprestigiado la idea de la democratizaci¨®n coactiva, tanto los republicanos como los dem¨®cratas poseen una fuerte corriente de idealismo en sus l¨ªneas maestras de pol¨ªtica exterior.
El problema, para quien resulte elegido presidente en 2008, ser¨¢ encontrar unos medios realistas apropiados para impulsar los valores democr¨¢ticos y adaptar la ret¨®rica oficial en consecuencia. Cuando la ret¨®rica sobrepasa con creces a la realidad, los otros la consideran hipocres¨ªa. Los estadounidenses necesitan encontrar la manera de reafirmar su narraci¨®n de democracia, libertad y derechos manteniendo el respeto a la diversidad y las opiniones de otros.
Lo que Irak nos ha ense?ado es la importancia de desarrollar la sociedad civil y el imperio de la ley antes de querer celebrar unas elecciones generales. La democracia es algo m¨¢s que votar, porque exige grandes inversiones en educaci¨®n, instituciones e impulso a las organizaciones no gubernamentales. Debe estar arraigada en la sociedad local y adoptar sus caracter¨ªsticas, no imponerse desde fuera.
No parece que, despu¨¦s de Irak, Estados Unidos vaya a reaccionar como hizo despu¨¦s de Vietnam. La paradoja del poder estadounidense es que la ¨²nica superpotencia militar del mundo no puede proteger a sus ciudadanos si act¨²a por s¨ª sola.
Joseph S. Nye es catedr¨¢tico en la Universidad de Harvard y autor de La paradoja del poder norteamericano. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Project Syndicate, 2007. www.project-syndicate.org
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