Resplandeciente cuarteto
Si una de las exigencias de cualquier museo hoy es la revisi¨®n p¨²blica constante de sus fondos, esta obligaci¨®n se reduplica si est¨¢ especializado en arte contempor¨¢neo, no s¨®lo porque, al ser su perspectiva hist¨®rica m¨¢s corta, su contenido es asimismo m¨¢s aleatorio, sino porque, en funci¨®n de ello, ha de multiplicar su didactismo. La intenci¨®n did¨¢ctica, eso s¨ª, no puede limitarse s¨®lo a la publicaci¨®n de folletos explicativos o serigrafiarlos en paneles y paredes, sino que debe afrontar planteamientos exhibitivos, que, por s¨ª mismos, generen nueva energ¨ªa intelectual. En este sentido, hay que felicitar, de entrada, esta iniciativa del MNCARS, que, con esta convocatoria, cumple de lleno estos requisitos. De todas formas, en Espacios para habitar, lo po¨¦tico se suma a lo did¨¢ctico, lo cual a?ade un grado m¨¢s de excelencia a esta exposici¨®n, que, modestamente, se subroga a la responsabilidad del Departamento de Colecciones del Museo. Pues bien, ?bravo por el Departamento de Colecciones!
ESPACIOS PARA HABITAR
Fondos de la colecci¨®n permanente
Per Barclay, Cristina Iglesias, Mario Merz, Susana Solano
Palacio de Cristal de Parque del Retiro. Madrid
Hasta el 9 de mayo
?Qu¨¦ es lo po¨¦tico en cuesti¨®n, si algo tal se pudiera reducir s¨®lo a una f¨®rmula? Desde luego, en primer t¨¦rmino, la idea en s¨ª del habitar tal y como lo han planteado y lo plantean los escultores contempor¨¢neos, cuya concepci¨®n del edificar o del construir est¨¢ despojada de cualquier utilidad y, por tanto, son instancia o proposici¨®n inmediatas de reflexi¨®n luminosa; pero tambi¨¦n, como es el caso, al estar estas cuatro piezas enjauladas en el espacio transparente del Palacio de Cristal, he aqu¨ª que nos enfrentamos con una coral de espacios dentro del espacio, con una dial¨¦ctica multiplicada en infinita expansi¨®n irradiante. Dejemos, pues, de lado la matriz heideggeriana, que ciertamente inspira este proyecto, para centrarnos en su fecundo rendimiento visual.
La idea manejada es tan po
tente, que, antes de visitar la muestra, se puede sentir la tentaci¨®n de lamentar que los ejemplos elegibles fueran muchos m¨¢s que los del cuarteto seleccionado, aunque ello necesariamente hubiera obligado a buscar otro espacio m¨¢s holgado que el dispuesto. Pero, si tal prevenci¨®n hubiera existido de antemano, la visita a la instalaci¨®n la desmonta por completo, y no s¨®lo porque se comprueba que as¨ª se potencia el halo po¨¦tico buscado, sino porque, h¨¦las!, afila y ahonda mucho m¨¢s su intenci¨®n did¨¢ctica.
El problema aqu¨ª no es subrayar la importancia de los artistas seleccionados, el italiano Mario Merz (Mil¨¢n, 1925-Tur¨ªn, 2003), el noruego Per Barclay (Oslo, 1955), o las espa?olas Susana Solano (Barcelona, 1946) y Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956), todos ellos sobradamente reconocidos, sino la cualificada calidad de cada una de las piezas escogidas de cada uno y su vivificante elocuencia in situ. He aqu¨ª un igl¨², un impluvium o aljibe, una habitaci¨®n y una casa; o sea: la esfera, el plano, el cuadrado y el rect¨¢ngulo, pero, en cada pieza, no s¨®lo desafiando su limitaci¨®n formal, sino implic¨¢ndose en el di¨¢logo luminoso que propone su contenedor cristalino; esto es: bien dejando circular la luz a trav¨¦s de su masa corp¨®rea, bien refract¨¢ndola o, a¨²n m¨¢s, caso de la obra de Iglesias, dejando simult¨¢neamente circular el espacio-luz a trav¨¦s de la ruptura de las esquinas o dando por una cara, como quien dice, la de cal, y, por la otra, la de arena. Como se comprender¨¢ por lo hasta aqu¨ª insinuado, que el concierto bien temperado de este cuarteto no agota con lo dicho todo su potencial po¨¦tico, pero t¨®mese como bot¨®n de muestra de una experiencia que desbordar¨¢ las mejores expectativas.
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