Drama en Camas
Vuelve a sorprenderme la vitalidad dram¨¢tica de la transcripci¨®n de algunas reuniones de trabajo municipal-empresarial, grabadas en secreto por polic¨ªas o particulares: supera a novelistas, dramaturgos y guionistas de cine y telecomedias. He aqu¨ª el interesante mundo del soborno y los negocios, lo que los escritores han fabulado siempre: entrar en la habitaci¨®n m¨¢s ¨ªntima de reyes y delincuentes y otros seres curiosos, incluso en sus conciencias. Ahora esas inmersiones en el alma las hace un micro, una grabadora, el espionaje electr¨®nico.
Se acerca la hora de juzgar el caso del Ayuntamiento de Camas, en Sevilla, compra de votos para un asunto inmobiliario, y los acusadores presentan en el juzgado sus puntos de vista, seg¨²n informaba el viernes Reyes Rinc¨®n en este peri¨®dico. Leo una conversaci¨®n grabada entre el empresario Gavi?o y la concejal Lobo, independiente despedida de IU, el partido del alcalde. Es una gran pieza literaria, dram¨¢tica, intensa, una escena en un bar para dos actores: la concejal y el empresario.
Trata de una tentaci¨®n. "No puedo cambiar de la noche a la ma?ana", dice la concejal, como si meditara cambiar su voto para facilitar un negocio de miles de metros cuadrados. "?Qu¨¦ recibir¨ªa yo?", pregunta la que va a ser tentada, y as¨ª tienta a Sat¨¢n para que la tiente. El empresario responde con contundencia: "Resolver tu vida y la de 20 generaciones tuyas". Si esta pieza tuviera autor, la cr¨ªtica dir¨ªa que recupera una tradici¨®n b¨ªblica: Dios promete felicidad a sus elegidos, prosperidad para s¨ª mismos y para las generaciones futuras.
Esta solemnidad contrasta con el uso de clich¨¦s tremendos: "Todos tenemos un precio", dice la concejal. "El tren pasa una vez por la vida", responde el empresario, y esto no es un clich¨¦: no es lo mismo decir "el tren pasa una vez en la vida", que "por la vida", donde la propia vida se convierte en un lugar parado del que hay que salir huyendo en cuanto pase el tren propicio y ¨²nico. La concejal aclara inmediatamente el sentido de la met¨¢fora, como si no se fiara mucho de la capacidad interpretativa de los espectadores, o de los jueces, y llama al tren por su nombre: "La corrupci¨®n la he visto pasar siempre tan de lejos..."
Entonces el empresario se pone filos¨®fico, m¨ªstico como un sabio tibetano: "Yo trato de abrirte los ojos. Esto es un fil¨®n. Esto es oro, oro y oro". La repetici¨®n de lo igual ("oro, oro y oro"), muy valiosa literariamente, produce un enriquecimiento afectivo, y el oro pesa m¨¢s cada vez que se repite la palabra. Es m¨¢s oro a cada repetici¨®n. Son procedimientos que han usado mucho los poetas, Shakespeare, por ejemplo, para quien la tentaci¨®n ofrece siempre "dulce, dulce, dulce veneno". La poes¨ªa es una forma de razonamiento: si la concejal no acepta el veneno, otro lo beber¨¢.
Es bastante shakespeareana esta pieza maestra. Para seducir a la concejal, el empresario recuerda Bormujos, municipio muy cerca de Camas, al suroeste, y, en un espl¨¦ndido verso de 11 s¨ªlabas, sentencia: "Bormujos est¨¢ todo corrompido", endecas¨ªlabo que parece brillante transposici¨®n de "Algo huele a podrido en Dinamarca", y que convierte a Bormujos en algo m¨¢s grande que el pa¨ªs centron¨®rdico. Los tesoros de la literatura universal han sido imitados fielmente en un bar sevillano.
Aqu¨ª est¨¢n las tentaciones de Jes¨²s en el desierto, cuando Sat¨¢n le ofrece "todos los reinos del mundo y su gloria" (Mateo, 4, 8). Y est¨¢ una de mis novelillas preferidas, El hombre que vendi¨® su sombra, de Adelbert von Chamiso, la historia de uno que dio su sombra a cambio de la bolsa que contiene inagotablemente todas las riquezas, es decir, 1,2 millones de euros y un piso en la playa, aunque no s¨®lo cuente el inter¨¦s. Tambi¨¦n importa el coraz¨®n: la hija de la concejal, sus descendientes, su pueblo. "T¨² salvas a tu pueblo... Si tu fallas, falla todo", dice el empresario, como si valorara que la concejal pertenece a la izquierda responsable. Y concluye con una frase estupenda, para que todo espectador la repita al salir del cine: "Lo tienes tan f¨¢cil que lo ves muy dif¨ªcil". El arte verdadero nos afecta, nos interroga. Mide el poder de nuestras convicciones y pasiones. ?Qu¨¦ har¨ªa yo? "Si no lo haces t¨², lo har¨¢ otro", nos dice el empresario. La concejal Lobo grab¨® la conversaci¨®n y la puso en manos de la justicia.
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